¿Y por qué no podemos fijar los precios si hay ejemplos en otras economías?
Por: Oscar Fernández.
Profesor de la Facultad de Economía.
Universidad de La Habana.
La mayoría de los ejemplos que se pueden encontrar de países que han adoptado este tipo de mecanismos son economías restringidas por la demanda.
Pero la nuestra tiene una característica diferenciadora, recurrente en las economías tipo "sovietico", la nuestra está restringida por la oferta. Algunos economistas le llamaron la dictadura del oferente. Aquí en lugar de los productores competir por vender son los consumidores los que compiten por comprar. Esa es la característica principal. La escasez, o mejor, el desabastecimiento, es crónico, no está necesariamente asociado a situaciones de crisis, es el estado natural de cosas.
En ese contexto ninguna medida de control de precios es efectiva a mediano plazo. Porque no hay forma de acorralar el desenlace natural del mercado. Cualquier restricción de precios termina siempre por generar distorsiones mayores, crear incentivos para la corrupción y a la larga los productos que se intenta regular, el cliente termina pagandolos a precios mayores en la segunda economía. Ahora, en medio de esas condiciones, intentar fijar precios que son libres por definición, es una utopía.
Para impactar de verdad, mas allá del objetivo de mostrar acción ante un reclamo popular, habría que movilizar enormes recursos financieros y humanos para ponerlos sólo en función de un ejército del control. Y no es esto lo que necesitamos en este momento.
Es mucho más efectivo intentar generar incentivos para desarrollar una oferta que combata, desde el mercado, la naturaleza crónica del desabastecimiento. Y esto, justamente este rasgo, el de movernos hacia una economía restringida por la demanda, es el principal indicador de transformación del modelo económico que se suponía que estuviéramos implementando con la Conceptualización.
¿Y entonces debemos dejar que el mercado se autorregule?
No! Absolutamente no!! No podemos dejar que el mercado se regule solo! Pero debemos acabar de entender que el único modo que tenemos para regularlo es jugando su juego.
Coincido en que el tema de los precios en Cuba merece un tratamiento regulatorio, pero nunca pretendiendo topes generales que ya sabemos a dónde conducen. Es hora de aceptar que el mercado existe y que el único modo de regularlo es entendiendo su funcionamiento y jugando su juego. El Estado tiene que aprender a regular con mecanismos indirectos. No hay otra opción.
Y.. ¿deberíamos, por ejemplo permitir que una Pyme ofrezca un cartón de huevos en 18 usd?
Este caso, lejos de restringir o perseguir a los vendedores de huevo caro, lo que habría es que generar incentivos para que otros comerciantes se animen a importar huevos, y para que productores nacionales se animen a intentar producirlos. Es el único camino. Y más, considerando que existe una oferta subsidiada de ese producto (Bodega) que ofrece un mínimo de protege mínimamente a los más vulnerables.
Ah, si se detecta que hay un grupo de comerciantes que han logrado la exclusividad para importar huevos y están coludiendo para fijar precios más altos, entonces ahí sí se les debe acusar de abusadores y se les debe poner límites. Pero en ese caso, sería porque el cartel creado les daría un poder cuasimonopólico, con obstáculos a la entrada de otros competidores lo cual impediría bajar el precio a partir de incrementar la competencia. Cada vez que el Estado detiene la creación de negocios privados (a ocurrido en varias ocasiones en la historia reciente) lo que hace es crear barreras a la entrada y facilita que los existentes adquieran poder de mercado sin tener que competir.
En la mayoría de los lugares del mundo esa es la lógica. El mecanismo de regulación que predomina es indirecto. El mercado no se autoregula en prácticamente ningún lugar del mundo. Pero el Estado en estos países hace muchísimos años aprendió a ejercer la regulación indirecta.
Pero no se acaba de entender que los males de la economía son tan mortales como los de aquella súbita pandemia que nos vilipendió hace dos años. Solo con el concurso sistemático y comprometido de nuestros científicos de la economía, tal como se entendió entonces con la Covid, se pueden producir las vacunas que necesitamos ahora..
Los egos, las soberbias, y hasta quien sabe si algunos intereses, tienen que ceder paso a la responsabilidad.
Más dudas que certezas
Por: Oniel Diaz Castellanos.
Co-Fundador de AUGE.
La última sesión de la Asamblea Nacional me dejó mas dudas que certezas. Se analizan por enésima vez los problemas que nos aquejan pero no se formulan soluciones ni se muestra un plan. Se habla de hacer las cosas diferentes pero continúan los mismos discursos. Se alerta sobre la urgencia del momento pero el tiempo sigue siendo una variable subvalorada a la hora de la toma de decisiones. Se discute la implementación de medidas económicas aprobadas en congresos, lineamientos y conceptualizaciones pero se habla de la necesidad de CONSENSO para seguir avanzando. ¿Consenso con quién? ¿Hay alguien dentro de las instituciones que se opone al curso económico que intentó seguir este país desde el 2011? ¿Por qué lo hace cuando, como todo lo que se aprueba en Cuba, se adoptó por UNANIMIDAD? ¿Cuáles son sus motivos? ¿O debe usarse INTERESES, bendita categoría de las ciencias políticas?
Y así de repente en estas meditaciones sosegadas y posteriores a una asamblea aparece la palabra “política”. Y llega, no puede ser de otra manera, porque político es el momento que vivimos. Como empresario cubano, quisiera desplegarme en propuestas técnicas, en diagnósticos, en recomendaciones prácticas para superar esta crisis. Lo he hecho en otros momentos y lo han hecho otros mil veces más capaces que yo. Gente en las instituciones y gente al margen de ellas. Pero tanto “titubeo”, tanto “regresar a donde ya estuvimos”, tanta superficialidad en el análisis me confirma que el problema nacional que vivimos no es de diagnóstico. El problema es de voluntad. Voluntad para hacer cumplir lo aprobado, voluntad para arriesgar, voluntad para asumir las responsabilidades, voluntad para cumplir el papel que nos toca jugar.
Hay algo que tengo bien claro: Ni la empresa estatal, ni la privada, ni las cooperativas, ni la inversión extranjera avanzarán si los análisis y visiones que se aplican son los que predominaron en la sesión de hace una semana.
Yo creo en la regulación de los mercados, en la justicia social, en la responsabilidad del Estado y del ciudadano pero detesto el pretendido análisis económico lleno de vacíos, de medias verdades y de facilismos. Este no nos llevará a ningún lugar que no conozcamos ya.
Yo entiendo, porque la tengo en mi casa (parte del pueblo soy) la mirada de nuestros ancianos cuando ven el país en el que viven. Ellos no quieren escuchar hablar de oferta y demanda, apenas entienden las leyes del mercado porque intentaron construir y vivieron en un país diferente. Comprendo el malestar de la gente que sostiene a este país desde un aula, un hospital, una institución pública necesaria para el buen funcionamiento de la vida. Pero lo justo para con ellos, lo verdaderamente revolucionario no es otra cosa que asumir la responsabilidad y hacer lo que en verdad hay que hacer. Construir un espantapájaros para darle candela en una hoguera no bajará un centavo el dólar, no pondrá comida en nuestros platos ni medicinas en nuestros hospitales. Solo lo hará una economía moderna, eficiente, debidamente regulada y con competidores en igualdad de condiciones.
Las nubes en el aire se mueven para conformar, todo indica, una tormenta perfecta para el mercado y para el sector privado. Un vez más, de nuevo. Hay quienes claman por “ofensivas revolucionarias” o “procesos de rectificación de errores”. La última reunión del poder legislativo ha dejado pista abierta para que en la cercana modificación del Decreto Ley de las Mipymes se escriba en piedra el desastre. No ganará la población vulnerable, ni nuestros viejos, ni la independencia, ni la soberanía, ni el país. Perderemos todos.