La ruta crítica de un fin inevitable

 La verdad es que es complejo el asunto de la lucha por la preservación del medio ambiente, y el comentario de Francis Alberto de las 7:57 de hoy, creo lo ilustra inmejorablemente. 

Una vez veía una película acerca de un grupo de greenpace que se movilizaba en lanchas, helicópteros, un barco con tecnología de punta, para evitar cierta inversión de una trasnacional en cierto lugar. Entonces me preguntaba: ¿Y todos esos medios de transporte y artificios de la gente de greenpace no consumen energía. ¿Y el dinero que los financia no se obtiene también consumiendo combustibles fòsiles que agreden al medio ambiente? 

Cabe la posibilidad de que los realizadores de la película exageraran para maniplularme, para que me cuestionara precisamente la legitimidad de la lucha de greenpace que, sin el combustible y la tecnología producida por las trasnacionales, difícilmente podrían defender su causa. 

¿O será que las ONG, los defensores del respeto al Medio Ambiente, los científicos, los activistas, al menos los más visibles y visibilizados, están atacando las consecuencias y no las causas? 

¿Por qué una trasnacional produce más combustible fósil, fabrica más autos y chips, extrae más litio, silicio...? Por una razón esencial: 

1.-Porque lo demandamos. Nos hemos -han- convencido de que demandar todos los artificios que se arman con esas producciones nos conducen, como individuos, grupo o nación, a más desarrollo y calidad de vida. 

Y esa razón determina las dos causas del deterioro ambiental: 

1.- La (in)cultura del consumo, o sea, el consumismo. 

2.- La desigualdad de los consumidores. 

Si esas dos variables se regulan en grado suficiente entonces estaremos salvándonos a nosotros mismos, al equilibrio ecológico que nos permite vivir. 

El gran dilema está en si podemos lograrlo con las actuales relaciones de producción y el sistema actual de distribución de la riqueza. ¿La capacidad de revitalización capitalista, mostrada para postergar su crisis final, será suficiente para establecer un equilibrio dinámico entre consumo, desarrollo -tal como lo entendemos ahora- y preservación medioambiental? 

El capitalismo tiene dos rotores que sustentan su perdurabilidad: la ambición individual y grupal, y el falso ideal de la competencia, en condiciones de desarrollo asimétrico. Ambos entran en el ámbito de lo axiológico, del sistema de valores humanos que determina nuestro comportamiento. Si no cambiamos esos dos rotores, ni se superará el capitalismo ni se logrará preservar el Medio Ambiente habitable para nosotros. 

Pero: ¿Cómo cambiarlo si vivimos convencidos de que la ambición y la competencia son consustanciales a la naturaleza humana? 

Es falsa la noción de que, desde el propio capitalismo propiciador del consumismo -porque el consumismo es su vitalidad- pueden resolverse los problemas medioambientales y revertirse el deterioro. Los sistemas pueden autoregenerarse y autocorregirse sólo hasta el punto crítico que marca el fin que los define como tal. El capitalismo podrá autoregenerarse y autocorregirse únicamente hasta el límite crítico que lo preserve en tanto capitalismo. Traspasar ese límite  sólo será posible si la ambición y la competencia entran en contradicción antagónica con la propia condición  humana esencial: la vida. Pero no sólo con la vida de los mas desventajados, no sólo con la vida de la clase explotada -como se infiera creía Marx-, no sólo con la vida de los emergente, no. Con La Vida, de Todos. 

Hay un instinto que es el más fuerte que todos los instintos: el de conservación. Sólo en el límite en que TODOS veamos amenazada nuestra conservación, sólo ahí obtendremos el mínimo consenso que propicie el cambio imprescindible de nuestras nociones de  la riqueza y la pobreza y, por consiguiente,  toda relación de producción y criterio de desarrollo basado en la ambición y la competencia, carecerá de sentido. Entonces no se ganará la lucha por el respeto al Medio Ambiente en bronca con las trasnacionales -y no con esto quiero decir que haya que dejar que hagan lo ques de la gana-, se ganará educando a los consumidores, fomentando valoraciones alternativas del consumo hasta que el deterioro sea tal que nos sintamos, todos, lo suficientemente amenazados por nosotros mismos. Siempre se correrá el riesgo de que sea demasiado tarde y la espiral de la vida humana vuelva al punto inicial. Estamos en la ruta crítica de un fin: la Naturaleza es sabia.