La balada de Orquídeo y Geranio

Por: Augusto Enriquez.

Orquídeo y Geranio fueron

Citados a reunión,

Para la conciliación,

De un problema que tuvieron.

Separados los pusieron

En dos lados de la mesa,

El moderador  sopesa, 

Proponiendo la cordura,

Razón, paciencia y mesura,

Y así la sesión empieza.

Orquídeo en su alocución, 

Demonizó al vil Geranio,

Y duro como el titanio,

Abominó su opinión.

Apuntando al corazón,

Sin aflojar ni un poquito,

Terminó pegando un grito,

Y sin hacer concesión.

Geranio le respondió, 

Con furor impostergable,

Por la gota inacabable,

Que la copa le colmó.

Con puño lo amenazó:

¡Atente a las consecuencias!

Y a falta de confluencia,

Los acuerdos fenecieron,

Por el bateo que dieron,

Orquídeo y su descendencia.

Al otro día en la prensa,

Ninguno se lamentó,

Cada bando reafirmó,

Como siente y como piensa.

La diatriba, que fue intensa,

Ha durado muchos años,

Y los rivales huraños,

Siguen aún recelando,

Con sus familias peleando,

Y viéndose como extraños.

Hay que sacar conclusión:

Sin diálogo no se avanza,

Sin comprensión, sin confianza,

Nunca habrá concertación.

Porque en una discusión,

Como dijo el gran Alejo,

La razón mira al espejo,

Prodigándose a sí misma,

Hasta rugir, cual sofisma

Dogmático y disparejo.