¿Prensa independiente?

 No me parece que exista lo que llaman prensa independiente en la circunstancia actual. Para mi, cualquier etiqueta de lo independiente lo único que está haciendo es minimizar el hecho de que existen polos ideopolíticos enfrentados entre sí -y no sólo dos sino muchos-  y que cada uno de esos polos controlan directa o indirectamente ciertas narrativas, establece los énfasis y pertinecias editoriales, trata de imponer sus propias matrices. En definitiva,  de eso también se trata la diversidad... ¿O no?

¿Independiente de qué o de quiénes? Cabría preguntarse. Pensemos en una prensa libre del hegemón. Entonces será dependiente del grupo o clase contra-hegemónica que la produzca. Eso  para no hablar de los impostores que se llaman libres o independientes y precisamente dependen para existir del financiamiento que otorga el mas fuerte, o del financiamiento que se peocura al seguir las pautas de las matrices y enfoques convenientes al más fuerte. 

Toda prensa, para sobrevivir y más para consagrarse, tiene que  ligarse a quienes permiten y propician la reproducción de sus ideas en ella porque son estos quienes las sostiene financieramente en un mundo regido por el capital. 

Puede pensarse que alguien escriba de modo independiente, sin apegos a otros intereses ni motivaciones que no sean los propios de su conciencia y cosmovisión. Pienso en Bartolomé de las Casas, un anticipado a su época,  y su descripción del maltrato y exterminio de los aborígenes, por ejemplo. Pero una cosa es escribir y otra es llegar a publicar. Una cosa es escribir y otra que te publiquen y que te socialicen de modo masivo. Esa socialización masiva que es - en esencia, la prensa- no es independiente ni puede serlo en un mundo enfrentado por intereses contrapuestos. 

Y así ha sido desde los albores de la prensa misma. Las obras de Copérnico y Galileo se expandieron por  Europa en contra del dogma inquisorial porque integraban una revolución del pensamiento científico afines a los intereses y motivaciones de determinados grupos sociales emergentes, incluso, dentro de la propia curia. Aquellos que escribieron -y les publicaron sus obras- contra la esclavitud lo hicieron a favor de la industrialización, y de los productores y comercializadores de maquinarias.

Y en verdad, mi pequeña porción de inteligencia se siente insultada cada vez que alguien me habla, o pretende desarrollar toda una teoría, de la llamada prensa libre e independiente. Que una masa de manipulados, de precario intelecto por lo visto,  sin consciencia de su status quo de marioneta, se crea el asuntillo de la pretendida independencia, puedo entenderlo. Pero que lo esgriman intelectuales con formación académica y de sobrada sapiencia me parece, sin ánino de ofender aunque cualquiera se ofenda, cuando menos hipócrita y autoengañoso, evasivo de una realidad que nos afecta ineludiblemente: todos los comunicadores profesionales directa o indirectamente servimos a los intereses de los que ejercen el poder instituido o se oponen eventual o sistemáticamente a éste. De modo que, cuando me llegan los apelativos de prensa libre o independiente lo que siento es un golpe de impostura y falacia. 

Otro asunto sería el de la mujer o el hombre intelectuales que, con honradez y sin atarse consciente y cínicamente a una ideopolítica en el poder -o a su contraria-  aspire a dar testimonio de su tiempo y de sus hechos. O sea, libre pueden ser quienes ejerzan con honestidad intelectual el rol del periodista, del comunicador. Éstos serían, desde lo individual, todo lo soberano que su formación ética, ideopolítica, le permita ser. La expresión individual, que es el primer paso hacia la socialización del pensamiento, esa sí puede tender a la independencia de los poderes. Pero una vez que esa expresión pretende masificarse públicamente, cae irremediablemente bajo las reglas y correcciones -ya sea textuales o contextuales- que los contendientes ideológicos imponen. 

También existe aquel o aquella que está satisfecho con su dependencia porque: o tiene una posición privilegiada dentro del hegemón o contra-hegemón, o las ideas, intereses y motivaciones del poder o contra-poder son también las suyas, o se siente cómodo con su propia neoesclavitud. Asunto de cada cual. De esto también se trata la diversidad... ¿O no?