miércoles, 31 de mayo de 2023

Pa que me quieras.

 En estos tiempos donde, eventualmente, parece enseñorarse el desamor -aunque algunos nos aferremos a que no es así -mi coterráneo David Álvarez Garrido estrena el video de su canción "Pa' que me quieras", producido por 14films bajo la dirección de Onelio de Jesús Larralde González. 

David Álvarez fue alumno aventajado -y travieso-   de la emblemática Escuela Elemental de Música "Manuel Navarro Luna" de Manzanillo. Continuó su formación en el coservatorio "Esteban Salas" de Santiago de Cuba y su desarrollo en la agrupación de Pedro Luis Ferrer. En 1990 formó en La Habana su propia agrupación "Juego de Manos" para continuar defendiendo la guaracha y el son montuno con una peculiar sonoridad. 

Intérprete, compositor, arreglista, pero sobre todo trovador y bohemio. Les dejo esta canción "Pa que me quieras" porque me gustó, porque es un amigo y contemporáneo, y porque este blog quiere estar abierto a los quereres... 




domingo, 28 de mayo de 2023

Cambio de rumbo

I

 El barco  va en piloto automático. En el cuarto de derrota, a unos metros del puente de mando, está el primer oficial, el hombre de veintitantos años que ahora es viejo frente a mi. Está ocupado en calcular con mayor precisión el momento en el cual se encontrarían con El Pargo, un barco de la Flota Atunera de Cuba. Debe llegar en un par de horas de Las Palmas, a dejarles el correo y unas vituallas. 

El timonel es el típico cubano jodedor. Padece de una dislalia, quizás, cultural. Llega al cuarto de derrota y dice:

"Primero: pagco"... 

El hombre joven, que ahora es viejo frente a mi, fue uno de los mejores alumnos de navegación en la Escuela Superior de Pesca "Andrés González Lines" de Barlovento, actual marina Henmigway. Al graduarse lo enviaron como cuarto oficial a La Flota Cubana de Pesca. Luego entendieron que su carácter, recio y sereno, iría mejor en la atunera. 

Mira la cara del timonel y sonríe para si:

"Vaya para el puente y no jorobe. El Pargo no puede haber llegado todavía". 

Todos los tripulantes saben que el arribo del correo genera ansiedad y jolgorio. El día que otro barco de la flota lo trae, hay expectativas y es fácil embromar incluso a los oficiales. Aun no existen los Sistemas de Posicionamiento Global, ni los radares con alarmas de aproximación. Los barcos de pesca cubanos fueron de los últimos en abandonar el sextante:

"¡Primero: pagco...! Ahora hay un dejo de advertencia en el tono del timonel.

"Sí, está bien, déjalo que llegue. Ve para el puente".

 Le dice el primer oficial convencido de  de que se trata de alguna triquiñuela de la tripulación. Levanta la vista del diario de bitácora y, por mero reflejo, mira al frente justo cuando siente la voz de miedo del timonel que le grita, ya sin dislalia... 

"¡Baaaarco de frente, y grande con cojoooones! ¡Y no se quita!


II

Sabe que el mar es uno solo, y que también puede ser distinto: 

"El verdeazul del Atlántico central entre las nueve y las diez de la mañana es el  más hermoso que haya visto. Debe ser por el efecto de la luz. Y por los delfines que a veces nos acompañaban alrededor del barco". 

Nadan a asombrosa velocidad. Se exhiben con histrionismo como si quisieran demostrarle a los humanos lo que son capaces de hacer, ellos, los delfines en su entorno natural. 

"Para un pescador de atún cualquier pez grande es la presa pero un delfín siempre es el amigo, no un mero pez". Me dice aquella tarde frente a una botella de ron Pinilla, en su antigua casa en Manzanillo: 

"No me puedo pasar un día sin ver el mar".

"¿Y cuál ha sido tu mar más aterrador?"

"El de frente a Cabo Verde. Había mal tiempo y se nos rompió el timón. Aquella madrugada vi  a dos guapos, un negro de Matanzas y un blanco de La Habana Vieja que el día antes si no intervenimos se matan a arponazos, arrollidarse y suplicarle a estampas de la virgencita que los amparara y que, si no, le ayudara en Cuba a sus familias".

"Y tú: ¿sentiste miedo?"

"No recuerdo ahora si sentí miedo. O cómo era el miedo que sentí. Sí recuerdo que mentalmente comencé a repasar cómo debería actuar y dirigir si el capitán daba la orden de evacuación. Y la cara del telegrafista que no hablaba, pero a ratos iba al puente y me miraba como preguntando: '¿Mandamos un S.O.S?'".

"Al amanecer la tormenta había amainado pero el mar estaba tan crispado aun que la mayoría  no pudo desayunar por los mareos y, los que lo hicieron, lo devolvían.  Pedí me subieran al puente el desayuno y  lo vomité apenas lo tragué. Molesto pedí un segundo desayuno y también lo expulsé. Era joven y orgulloso. No podía permitir que la tripulación dijera que el primero estaba mareado. Un tercer desayuno y....


III

El maestro de pesca es japonés. Un tripulante del sol naciente nunca descansa durante la jornada. No "coge un diez" para fumar un cigarro. No bromea ni suele aceptar bromas. Raramente habla mientras trabaja a no ser para coordinar la labor. Al finalizar, a un tripulante japonés nadie tiene que decirle que deje acomodados todos los avíos, o que lave la cubierta hasta quedar olorosa y brillante.

En cambio, entre los cubanos, el impulso cerril de las primeras cuatro o cinco horas de trabajo para terminar la tarea lo antes posible, va cediendo paso al bullicio, la desconcentración, la chivadera. El maestro de pesca japonés no admite eso. No va con su idiosincracia. Y exige que la oficialidad  imponga disciplina. 

"Entre varias decenas de hombres duros de distintos caracteres y formaciones: ¿Cómo hacía un joven oficial para que lo respetaran?". 

"Guardar la distancia, ser organizado, trabajar tanto como el que más, ayudar en cubierta con las tareas manuales siempre que se pudiera, prevenir la explosión y estar dispuesto a afrontar físicamente al que sea, si no quedara otro remedio. Pero lo más importante: demostrar que conoces tu labor. Cada grado de oficial tiene sus atribuciones. Y cuando eres el primero tienes a toda la cubierta, y a toda la faena, bajo tu responsabilidad. Una vez me tocó una tripulación de gente muy experimentada, lobos de mar, vaya, tipos ranqueados en la flota. Fue creo mi segunda o tercera temporada de primero. Yo notaba que, ni el capitán siquiera, tenía mucha confianza en mi pero lo resolví..." 

"¿Cómo lo resolviste?"

"Lo resolví con un cepillo. 

"¿Le mandaste a uno un cepillo por la cabeza?"

"¡No!" -y rie por mi ignorancia- "Un cepillo es una maniobra de saludo que hacen dos barcos de una misma flota cuando se encuentran en alta mar. Se trata de tomar el timón y, mientras el otro barco está al pairo o avanza muy lento, acercar el de uno hasta pasar en paralelo.  Mientras más cerca lleguen a estar uno del otro, mayor es la algarabía. Es una maniobra peligrosa que los capitanes no permiten a cualquiera. Yo había navegado con el otro capitán y me tenía estima, y debió convencer al mío porque, al grito de: '¡Cepillo, primero!' de la tripulación, me dijo: 'Primerito, coja el timón y hágalos felices, si puede!' Como treinta años después, siendo ya profesor del Instituto Marítimo Pesquero de Manzanillo, me encontré  con un tripulante del otro barco que me contó que el primer oficial de ellos susurró asustado: '¡Nos va a dar ese cabrón, nos va a dar!' Y su capitán: 'Tranquilo, primerito, no sea pendejo". Y no les di. Les pasé casi rozándole la banda, y hasta se pudieron chocar las manos..."


VI

A veces cree que lo ha soñado, que no fue verdad, que aquel castero inmenso nunca existió. 

Sienten el tirón: "Grande, grande" dice excitado en su idioma el maestro japonés y va a buscar otro arpón. Un rato antes, el castero detectó la presa, un atún cautivo por el anzuelo amarrado al palangre que arrastra un barco cubano, y quedó él mismo enganchado de un modo que nunca podría escapar.  La pelea es dura pero, a diferencia de El Viejo de Hemingway, aquí se trata de un atunero bien equipado, y su tripulación,  contra un pez al que luego le encuentran en su interior el atún tragado completo. Es un casteror que resulta ser enorme: 

"Pesó un poco más de 800 kg. Lo anoté en una libretica que conservé. Años después de dejar de navegar, la repasé y me preguntaba: '¿Será verdad o habré exagerado?' Pero hace unos días leí un artículo en la prensa, y vi la foto de otro similar capturado hace poco en el Atlántico". 

IV

Ahora vive en El Vedado de La Habana adonde se mudó de Manzanillo por lo mismo que dejó de navegar luego de 12 campañas: estar cerca de su única hija y, desde hace 11 años, de su único nieto. Me explica que un barco de nuestra flota era como un pequeño país bien dirigido y administrado. Hay una cuota de diversos alimentos, agua potable y aseo por cada navegante que se lleva en un libro y que un oficial va rebajando diariamente. Puedes hacer combinaciones y trueques internos si tienes un buen cocinero a bordo. Echarle menos azúcar al café y menos leche al café con leche, hacer un poco más pequeño el pan, y un día en vez de huevo servir pescado, y con los ingredientes sobrantes elaborar dulces finos, por ejemplo. 

Hay una cantidad de avíos para una temporada y un margen de deterioro. La competencia del capitán de un barco atunero no se mide solo por el cumplimiento del plan sino además por el estado técnico en que llegue el barco a puerto luego de la temporada, y que no haya gastado más boyas, ni perdido mas arpones o cuerdas, que las normadas.

"Pero también teníamos los absurdos de nuestra manera muy cubana de entender una empresa estatal" -me cuenta- "Lo nuestro era el atún, que se cotizaba bastante bien en el mercado, pero cuando tiras el palangre es inevitable que captures otras especies que, si bien no se incluían en los contratos empresariales con nuestros clientes, otros clientes querían comprarnos en efectivo, a veces hasta a precios casi minoristas. Entonces la orientación era echar al mar esas otras especies muertas. No nos las dejaban vender. Les decíamos a los funcionarios que nos las dejaran vender al llegar a Las Palmas, donde estaba nuestra base, que casi nunca la pesca de atún, aunque se sobrecumpliera el plan, ocupaba todas las bodegas del barco, y que el dinero podía servir para el barco mismo, para comprar películas, para comprar revistas, alguna bebida, material gastable. O que buscaran un modo de ingresar ese dinero a la empresa e invertirlo en mejorar la vida de los tripulantes. Pero nada. Había normas que cumplir. Era todo por la canalita, al modo soviético. Y punto. En cambio los japoneses, los españoles, los portugueses, lo aprovechaban todo, todo lo que sacaban del mar. Nosotros oficialmente no. Siempre era que  nos la jugábamos a expensas del seguroso que, creíamos, había uno o dos encubiertos en cada tripulación. Porque si te agarraban en una vuelta de esas, te sancionaban, y podías no navegar más".



Epílogo

"¡Baaaarco de frente, y grande con cojoooones! ¡Y no se quita!"

El joven primer oficial que ahora es viejo frente a mi, salta del cuarto de derrota y corre hasta el puente mientras grita: "¡Gira a estribIor, con el eléctrico, ya!" Aquel barco tiene dos mandos de timones: uno grande hidráulico que gobierna gradualmente, y otro pequeño, eléctrico y por pasos, para maniobras bruscas.

Apenas evaden a un enorme petrolero de la British Petrolium que siguió su rumbo como si nada. Cuando pasa el susto, exclama: 

"Coño, compay,  tu siempre con tu jodedera y tu hablar enredado. Yo creía que me estabas diciendo pargo, y me estabas diciendo barco... ¡Me cago en diez!".

A veces cree que lo ha soñado. Aquel joven primer oficial que ahora es viejo frente a mi se llama Juan Hilario Iglesias González. Nació en Guisa hace un montón de años. Desde que los escuchó por primera vez, por un radiecito portátil en su beca, se volvió fans de Los Beatles, de Silvio Rodríguez...  

En la familia le llaman Lalo. La Caro y yo siempre le llamamos: El Capitán. El Capitán es uno de esos tipos que sabe cuando hay que cambiar el rumbo, y lo cambia...



domingo, 21 de mayo de 2023

Vuelva pronto para conversar

 Por: Sender Escobar. 

Me levanto y salgo a la terraza. Acaricio a mi gata Mona Lisa y el primer pensamiento de esta mañana es: "tengo que llamar a Antón". Casi de inmediato me llega la noticia: "murió Antón Arrufat".

Pasan unos minutos hasta que comienzo a procesarlo todo. En calma envío audios y de la misma manera lloro. Comienzo a recordar la lectura de "Virgilio Piñera. Entre él y yo". Libro por el cual decidí contactarle y conocer en persona ese hombre mayor que se convertiría en mi amigo. 


Cada visita a su casa era la promesa de una conversación que Antón, como anfitrión señorial, disfrutaba. Tal vez por su humor sarcástico o por su tono de voz, a cada tanto mi estruendosa carcajada llenaba la sala de su casa. Una vez se giró para Dainelys a preguntarle "¿Y por qué se ríe tanto?" Aparentando desconocer la causa de mi risa. 

Uno siente orgullo de los amigos que tiene. Presume de su amistad y con Antón no fue menos. Manifestado quedó cuando unas semanas después del 11 de julio un número desconocido llamó a mi celular. Era de parte de Antón, pues estaba preocupado por mí. Ese tipo de gestos te hacen  conmoverte hasta el infinito. De igual modo pasaba tiempo sin llamarlo o ir a verlo y cuando mi voz se cruzaba con la de él por el teléfono, Antón soltaba contra mí una de sus humorísticas amenazas:

- Ah, Alejandro, estaba a punto de tacharlo de mi lista de amigos.

Me quedó una visita pendiente a su casa de Prado. Cuando un amigo se va, igual que la canción de Alberto Cortez, uno siente que faltaron muchas cosas por decirse. Aunque al menos yo me quedo con la satisfacción de conocerlo y disfrutar de su única y llamativa personalidad.

Partió Antón Arrufat: un hombre preclaro, sufrido, pero siempre coherente con su obra y lo que vivió en carne propia en el sótano de una biblioteca en los años que fue víctima de todas las incomprensiones y odios. 

Escribo desde el dolor para procesar mejor las cosas y aplacar la rabia de las despedidas que uno jamás quiere dar.

Antón mencionaba a la muerte como una broma. No le temía. Tal vez el primer pensamiento que tuve en el día, con su nombre en mi mente, fue otra de sus bromas para saber, de inmediato, que ya no estaría. Me queda la satisfacción de haber continuado en su lista de amigos. De que me haya mirado más de una vez extrañado por el ruido de mi carcajada y de siempre al término de cada visita me dijera: 

- Vuelva pronto para conversar.

Gracias Antón por dejarme conocerte.




viernes, 19 de mayo de 2023

Acerca de la luz

 Hace unos días leí que en unas cuantas estaciones se podrá conocer, a fe de ciencia, el lugar donde nos detuvimos a contemplar nuestra propia rosa. Dicen que por las trazas de nuestro ADN que vamos esparciendo al Medio Ambiente segun nuestro tiempo vital. 

Ya no sólo serán las huellas de nuestros accesos a la urdimbre digital ni los pulsos binarios de nuestras creencias, dogmas, sueños, virtudes, mezquindades, aciertos y estupideces sino que aparecerá -ya está apareciendo- una especie de genética forense medioambiental que podrá decir: "En este banco del parque de G, alguna vez se sentó Giordan a mirar el video de la canción Farolero de Buena Fe". Y si a alguna eminencia -verde, roja o gris, "de cualquier color"- se le ocurre cruzar ese dato con el historial de mis cookies (fragmentillo delatadores) entonces podrá llegar a la conclusión de que hoy 19 de mayo, un Giordan cualquiera pensaba en José Martí, en la descomunal profundidad de su aseveración: "Ser cultos es el único modo de ser libres", ser libres de la esclavitud mental que entraña la algoritmización de nuestras vidas, de pretender que se pueda uno detener a contemplar la rosa propia sin que el estafador de sueños se lo impida en nombre de la nobleza del reparador, sin que lo secuestre el impostor del sol. 

Nadie mrjor que José Martí usó la luz como criterio y símbolo del amor. Más nunca nos estafó. Ni aun cuando eventualmente fue agraviado por quienes amaba y respetaba, ni así  José Martí se permitió la simulación o la oscuridad. Nadie mejor que él supo no confundir el artificio con el fulgor del helio. Por eso cuando el rictus ante la bala hizo que levantara su cara, el sol lo buscó. 

Es probable que algun dia la genética forense, allí en Dos Rios, lo descubra esparcido por las palmas y los cocoteros el ADN del amor así como podrán comprobar que hoy 19 de mayo, un Giordan ahí pensaba en Martí y sus huellas en una nación mientras veía el último video de sus hermanos de la Buena Fé, convencido de que sólo se vence al odio -cualquier odio- , con más belleza y amor...



sábado, 13 de mayo de 2023

En vigilia con mamá

También "yo tengo un sueño"

Sueño no más llantos de madres: ni una sola lágrima provocada por fundamentalismos ideologías, religiones, fronteras, odios. ¡Ya sé que es ambicioso, mi sueño!

Que aquel primer grito de bebé nunca llegue  convertirse con la vida en discurso histérico, aferramientos al poder, falta de sentido común, exclusiones, azuzamientos,  persecuciones, injusticias, amañamientos. Que no se nos trastoque el calostro en ambiciones, avaricias, afanes desmedidos por llevar mucha tienda so pena de quedarnos sin alma. 

También tengo un sueño: justicia sin venganza, igualdad sin represión de lo diverso, libertad sin provocaciones, expresión sin manipulación. Libertad responsable.  

Y sueño más: que las Abuelas de la Plaza de Mayo encontraron a todos sus nietos. Y sueño más: que nunca los perdieron, ni perdió  a sus hijos ninguna otra madre del mundo, ni sufrió la desaparición o el encarcelamiento de sus chicos por causa de ninguna dictadura, relajadura o dictablanda. Nunca más. 

Nunca más una bomba mutile a un niño. Nunca más un mercenario dispare a una niña. Nunca más mamá mire al horizonte y se pregunte en qué punto de la selva yace el polvo del hijo al que una vez le cantó para que durmiera. Nunca más un loco disparó dentro de una escuela, ni escondió la llave del asilo de niñas para que fueran devoradas por fuego. Nunca más la ausencia de 43 de Ayotzinapa. Nunca más. 

Nunca más nadie preso por desesperarse y proferir insultos , o por gritar lo que siente. Ya sé que es ambicioso mi sueño.

Sueño que las distancias solo existen para sentir la alegría de ir al encuentro. Que las olas son amigas que unen las nostalgias de todos los hijos y las hijas, las nietas y los nietos, con todas las madres cubanas, estén donde estén, por los motivos que sean. Que el mar ha vuelto a ser estela  que siempre regresa al beso de mamá.

Y que Papo y Mía han venido a la Cuba imperfecta y golpeada donde nos hemos amado su abuela y yo, y La Caro los secunde con un ramo de rosas amarillas... Y tener el valor  suficiente para  que, cuando mi madre aparezca y nos mire, podamos volver a compartir un trago de Pinilla y me pueda decir: "Al fin te has vuelto un hombre de bien, hijo, peleando por tus sueños aunque no se te hayan dado!" Porque ya sé que es ambicioso soñar con tanto amor. ¡Y hasta peligroso durante esta aciaga vigilia!



Nota:

Cuando escribí el primer borrador de esta crónica aún no había conocido a segudociteras que han sido para mi como madre o hermanas-madres. A ellas mis abrazos.

viernes, 12 de mayo de 2023

Tragonía

 Por: Jorge Braulio Rodríguez.

(Enviado especial de Otra Cita a tierras alameñas y sus cola-andantes)


1

ACERCA DE LOS TRAGONES

Pueblo mítico que habita en una isla llamada Tragonía. Es muy curioso que el nombre del país explicite el mayor vicio de sus oriundos.

***

Los tragones no deben confundirse con los lestrigones.* Aunque comparten con éstos su carácter mítico, no son gigantes: más bien achaparrados y regordetes. Otra diferencia es que no practican la antropofagia, sino el canibalismo.

***

La sociedad tragona está dividida en cuatro estamentos: digerientes, digeribles, digeridos e indigeribles.

***

El sueño más ambicioso de un tragón, digerible o digerido, es acumular estragos suficientes para convertirse, por sus méritos, en digeriente. Los indigeribles tienen otras preocupaciones.

***

Otra curiosidad. Como parte del rito de iniciación, los adolescentes aprenden el método de digestión por objetivos y control de esfínteres.

***

Flor nacional: Estragón. (Artemisia dracunculus).

Un fragmento del Salmo Nacional tragonés reza:

"Picante y amargo,

como el estragón...".

2

DIGERIENTES

En Tragonía, la digestión de los digerientes es un asunto de máxima prioridad. Mientras más digieren, mayores son los auxilios que reciben para que su digestión fluya en correspondencia con las necesidades del sistema digestivo a escala social.

La digestión de los digerientes forma parte esencial del Plan de Digestabilidad Aliviatoria.

 

3

REFRANES DE TRAGONÍA

"Tragar puede cualquiera; nutrirse, sólo quien tenga un aparato en plena disposición digestiva".

"Buen tragador, mediocre digestor".

"Digeriente indigerible".

"No se puede digerir el porvenir".

***

UNA DIVISA DE LOS INDIGERIBLES

"Algo hemos hecho bien si nos mastican, pero no nos tragan".

 

4

AY, TRAGONÍA

Poco a poquito, la isla de Tragonía se empequeñece. Todos lo saben: digerientes, digeribles y digeridos afirman que la merma territorial es tan mínima, que no vale la pena preocuparse. Los indigeribles, que lo exageran todo, dicen que es el mayor desastre de esta constelación.

Unos, que la culpa es del alevoso mar que la relame para desmenuzarla; otros, que ella es de esas islas que se comen a sí mismas y no admiten convidados de piedra en su banquete.

Sea lo que sea, la isla de Tragonía, poquito a poco, se empequeñece.


 

*Lestrigones: Gigantes antropófagos que vivían en Lestrigonia, país visitado por Odiseo.

martes, 9 de mayo de 2023

Crónica robada al Rey de las Crónicas

Hace unos días vi las fotos de unos recortes del periódico Juventud Rebelde con una crónica sobre Silvio de Enrique Núñez Rodríguez. Me puse a buscarla en formato digital pero no la encontré. Así que les dejo las fotos con los recortes y ojalá puedan leer a quien es mi cronista preferido de entre los más grandes que ha tenido este país desde Bartolomé de las Casas.

Y ojalán puedan leer a Enrique sobre Silvio precisamente hoy que Segunda Cita cumple 13 años y Otra Cita  no se rindió aprendiendo a gatear. 






lunes, 8 de mayo de 2023

Poemas al Son y a los Soneros

LOS SONEROS.

de Fina García-Marruz a Nicolás Guillén.


(Tomado de la página de Facebook de José María Vitier García-Marruz)


Al final, 
después de todas las palabras, 
después del “acto”, 
el discurso, la flor
ajada de la trova, 
llegaron los seis soneros negros
de completo negro el flus, llegaron
como seis sepultureros en fila,
hasta ocupar sus puestos, 
como si fueran a buscar
en el último cuarto del fondo
al muerto.
 
Y, resucitador, 
Rompió el son: el espacio
Latió de nuevo en plena gloria,
Las semillas bailaron, el hirsuto
tripaje de los cueros amaneció cantando,
el güiro seco construía
los huesecillos de otro oído
para escuchar la clave de granadillo,
para burlarse del solemne responso
de la botija, para detener la corrupción,
para escuchar los tumbos del solo mar
de la hermosura,
la vibración de plata,
el ser, el son,
burlador de la muerte. 
 
Entonces fue
que el más viejo
de los soneros se adelantó
rompiendo el coro, 
con entrecortado ademán,
como quien espanta un bicho
del cuerpo: no era bailar
aquello: no fluía a compás. La mano alzando, 
a contrapelo del tiempo,
ritualizaba los gestos
del amor: refunfuñaba algo
a la vida escapando,
desobediente del celo,
como abuelo que diera pescozones
al nieto distraído: a la mujer
algo advertía –cuidado! – al majadero
fluir, mas no del todo
se molestaba, como el que trata
con alguien más pequeño, a veces
rompía a reír su gesto de asustar
con el coco, acunando de nuevo
el estribillo, el balanceo materno
del refrán: “Le cayó carcoma
al pavorreal”.
 
Complacientes
la vida y la muerte se miraban
como dos viejas damas al espejo
cuando llegaron los soneros,
cuando llegaron los verdaderos
enterradores, cuando llegaron,
cuando llegó la oscura
exigencia ancestral del corazón, 
cuando llegó lo que vuelve
rompiendo el cuero,
sin entender la compostura
-“le cayó carcoma 
al pavorreal- cuando llegaron
con guapería de congo viejo, 
espantando al miedo
con risa de rejuego solemne, los caballeros
de la gloria, cuando llegaron
-oh Son, oh Ser!- los Seis Soneros!

(Tomado del libro Visitaciones, La Habana, Ediciones Unión, 1970)


SOY EL SON DE LA MONTAÑA.

Por: Wilvia Verdecia y Pachy Naranjo Verdecia.

(Grabación realizada en México de una actuación de la Orquesta Original de Manzanillo)



sábado, 6 de mayo de 2023

Solidaridad omnipresente

 I

Son las cinco de la mañana de un día, a dos años del fatídico de la Covid. Pedaleo. Llevo en el  pecho a Adriana, una niña de once años que sus padres abandonaron al nacer, y desde entonces ha sido paciente  del Hospital Pediátrico de Manzanillo. Sé de ella por Cándido Fabré, el cantautor, y por Filiberto, entonces chofer de la emisora, que a cada rato  van visitarla. La recuerdo al pasar sobre La Paloma Azul por la intersección entre las calles Maceo y la avenida Camilo Cienfuegos  rumbo a Cabo Cruz, y al ver a un médico y dos enfermeras que caminan, seguramente, hacia el hospital. 

 No conozco a Adriana personalmente. Tiene madres multiplicadas en las enfermeras de la sala de terapia que la miman y cuidan como a una hija, tiene padres muchos en cada médico que la atiende y tías en cada doctora, tios en el personal de mantenimiento y los guardias, cariño de las auxiliares. ¡Qué grande es la familia de Adriana!



II

"Mal rayo me parta", es lo que uno se dice si  se te poncha la bici a 7 km de la casa, pleno mediodía, cuando ya te arden los ojos por el sol y el sudor. Te duelen las nalgas, las piernas, la espalda y la cervical. 

"Hermano, ¿Por aquí habrá un ponchero?"

Le pregunto a un joven que espera un transporte bajo la caseta de una parada del bus en un lugar llamado El Congo, entre Los Letreros y San Francisco

"Ponchero, no. Pero en la casa verde, al lado del consultorio, hay una bomba de aire". 

Y allá voy. Una casita humilde. De cubierta de abesto cemento, de esas que se irían a bolina si batiera un huracán. Al ver que el gusano (válvula) de mi rueda no se entendía con la manguera de la bomba, de la era soviética (mi gusano es de los duros, diseñado por los americanos,según me explica, y yo pensando en la polisemia y ciertos blogueros), el dueño va hasta su propia bicicleta, le saca el gusano a la goma delantera, y me dice: 

"Vamos a ponerle este. Luego mi hijo le quita el muelle al tuyo, que es lo que lo hace duro, y se lo ponemos a mi bicicleta". 

Y al minuto la goma se hincha.

El de la bomba se fija en que me llevo la mano al bolsillo:

"De eso nada, compay. Yo lo veo pasar a usted por aquí a millón. Y ya me dijo que hoy ha recorrido casi 100 km. Se ve que se está preparando para algo duro". 

Lo hubiera abrazado si no fuera por la COVID. 

III

Y el Dios de los Ateos me castiga. No me parte un rayo a mi. Le parte dos a la llanta trasera y la tuerce, parece que por coger un bachecito  con poco aire pues lo ha ido perdiendo por alguna fisura. Estoy justo frente a la entrada de San Francisco, como a 6 km de casa. Decido caminar. 

Al terminar de subir la loma de El Merendero, mi reserva de agua está caliente. El sol me está derrotando. Entonces lo veo. Lleva sobre sus hombros  dos sacos que contienen trozos de madera. Un anciano de apenas 1 metro 55 cms de estatura:

"¿Te ponchaste, mijo?"

" Y se me torció la llanta".

Caminamos juntos. Yo con La Paloma Azul a cuestas. Él con la vida:

"Me eché 21 zafras y me jubilaron con 300 pesos, mira tú. Entonces vine para allí, al doblar para Guasimal, con mi mujer a la que ya le han dado dos isquemias. Levanté una casita con mis manos. E hice un pozo buscando agua para sembrar unos 17 cordeles.  Pero huesos fue lo que encontré. Cantidad de huesos. Se lo dije a los jefes de por aquí y mandaron a unos tipos que dijeron podría ser un enterramiento aborigen pues por ahí mismo pasaba el camino real cuando no existía esta carretera"

"¿Y de verdad eran de aborígenes?"

"¡Vaya usted a saber!. Nunca más volvieron por aquí. Y yo cogí to la huesera, y la volví a enterrar en otro lao. Porque tenía que arar y sembrar, porque hay que vivir. Y mucho trabajo pasé pa que me pusieran agua. Y la corriente la cogí de un almacén. Vino uno y me quiso poner mil 200 pesos de multa, pero le dije que lo pensara bien, que yo tengo una lengua larguísima y que iba a contar to el peloteo, y entonces na má me puso 60 y a los dias me pusieron la corriente".

Y así caminamos juntos como 3 km hasta la entrada de Guasimal. 

"Mire, esa casita que se ve allá. Ahí tiene su casa.  Cuando ande por aquí llegue, que un poco de berenjena y cariño se va a llevar, porque mis 17 cordeles algo dan. El médico que me operó de la hernia me dijo que tenía que reposar seis meses. Ta loco ". 

Tiene 74 años. Mide 1 metro 55 centímetros. 

"Los trozos de madera son para sacarle los clavos y ayudar a construirle algo a una vecina". 

Ni he sentido el tramo con su compañía. Y ahora yo, tan blandito, me quejo del sol y mis calambres, y mis dolores, que nunca han producido ni una berenjena para brindarle a aquel que camina con uno...



IV

Justo cuando de regreso corono la loma  antes de llegar al lugar donde he visto caminar a un médico y dos enfermeras, me llega la noticia. Adriana, la niña de la familia más grande, ya no sonríe más. Su cuerpo quebró, se quedó como huella de ternura. Los patólogos buscan ahora la causa específica de su viaje al recuerdo. Yo sé que no fue por falta de amor y cuidados.

Aquel día  en el hospital pediátrico "Hermanos Cordovés",  de Manzanillo, la lluvia de los ojos  ha caído mucho antes de que llegara el huracán Irma.

Epílogo

No suelo creer en Dios. Me han dicho que sus designios son inescrutables. Tal vez por eso, Adriana, ya no está...

Hubiera querido regalarles una crónica a ella y a sus padres, madres, tías y tios del hospital pediátrico de Manzanillo... Al amigo que evita me quede sin aire, al anciano que lleva una vida a cuestas. Pero amenaza ciclón, Corea del Norte hace pruebas nucleares, se habla de las elecciones en Cuba, Trump quiere un muro que lo separe de Méjico, llega La Covid y mata,  y Maduro madura, la coyuntura, los pretextos propios y ajenos... 

En fin, por temor a que mañana el viaje de Adriana pase inadvertido entre tanta gente preocupada, se los he contado hoy...

Ojalá todos en esta humanidad, sigamos ese hilo, que conduce al sol...

miércoles, 3 de mayo de 2023

Tres poemas de Juan Gelman

Sentimientos


como un grito finito como un pedazo escaso

como un vuelo de piedra de luz encadenada 

desato mis caballos y anudo mi paciencia 

las voces de la noche levantan sus dos voces

las ramas de la noche levantan sus dos voces 

y miro el cielo abierto girar en su estupor 

en su furor sereno devienen más desastres 

y se desencadenan las bestias del amor 

y cantan y no cocen maquiavélicos sastres 

que unieron sin hilván tu corazón y el mío 

y ligaron sus suertes con bárbaras dulzuras 

sin decir que hace miedo hace hambre hace frío

y eso corrompe y mata las dulces ligaduras 

esos bárbaros sastres atan las destrucciones 

y rezan a escondidas a los pies de Satán 

y revientan de un golpe los dulces corazones 

y se beben la sangre y se ríen y se van 

esos demonios negros como tu amor y el mío 

con sus pústulas tiernas y su pura indecencia 

desato mis caballos levantan sus dos sones 

y miro el cielo abierto tu corazón y el mío 

sin decir que hace miedo atan sus destrucciones 

y revientan de un golpe hace hambre hace frío



Himno de la victoria

(en ciertas circunstancias)


en madrugada en pleno su esplendor 

quién sino yo como ginebras destruyendo a sus víctimas amadas

para dar luz a la indecisa claridad de sus mesas

quién sino yo con papelitos lujosas descripciones hechas para callar

o la palabra mesa las mentiras

los metros de mentiras para vestir los codos del borracho

los sastres están tristes pero se cose y canta 

se miente en cantidad hermanos míos resulta bella la fealdad

amorosas las pústulas gran dignidad la infamia 

al pájaro al cantor al distraído le han crecido reptiles 

con asombro contempla su gran barbaridad 

hurrah por fin ninguno es inocente

caballeros brindemos 

las vírgenes no virgan 

los obispos no obispan los funcionarios no funcionan 

todo lo que se pudre en ternura dará 

miro mi corazón hinchado de desgracias 

tanto lugar como tendría para las bellas aventuras


Arte Poética

Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío,

como un amo implacable

me obliga a trabajar de día, de noche,

con dolor, con amor,

bajo la lluvia, en la catástrofe,

cuando se abren los brazos de la ternura o del alma,

cuando la enfermedad hunde las manos.


A este oficio me obligan los dolores ajenos,

las lágrimas, los pañuelos saludadores,

las promesas en medio del otoño o del fuego,

los besos del encuentro, los besos del adiós,

todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre.


Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos,

rostros oscuros los escriben como tirar contra la muerte.