I
“¿...ese comemierda qué está ha...?”
¡El impacto!
¡Los gritos!
¡El desespero!
“¡Luisito, háblame, háblame compadre!”, grita con la cara ensangrentada el chofer acompañante del ómnibus extra Santiago-Habana..
Un instante antes, cerca de las 5 de la mañana, dormitaba la mayoría de los pasajeros.
“Esa es la hora en la que todo el mundo suele echar un pestañazo”, me contó una vez Guevara, el legendario conductor de la guagua de La Original de Manzanillo. "Y ese tramo de Jatibonico a Taguasco, engaña. Es recto y está bastante bueno pero es carretera, no autopista, y al amanecer aparecen las arañitas, los tractores y las bicicletas...". Me contó una vez Moralito, un vecino chofer de Ómnibus Escolares ya fallecido a causa de la Covid, con el que solía conversar mucho.
“Caballero, ayúdenme sacar a Luisito de ahí, hay que sacarlo”
La colisión despierta abruptamente a la mayoría de los pasajeros. Los del fondo del ómnibus se sobresaltan por el golpe, la sacudida, el viraje, los gritos. Algunos equipajes ligeros, puestos en el anaquel sobre la hilera de los asientos, caen hacia el lateral volcado sobre la cuneta y entorpecen la salida apresurada de los pasajeros. Los sanos, tratan de ayudar a los lesionados. No se puede abandonar el ómnibus por la puerta destrozada por el impacto contra un árbol, y comienzan a saltar del vehículo por las ventanillas que ahora son el techo... Se apresuran. Una voz advierte que el ómnibus podría incendiarse. Una mujer pregunta por su bolso y un hombre la sacude, y le conmina: “Olvídate de eso ahora y acaba de salir, chica”. En medio de la oscuridad, un médico intensivista de vacaciones trata de asistir como puede a algunos lesionados, otros buscan cobertura telefónica para llamar por auxilio o tranquilizar a sus familiares. “Chocamos, Titi, chocamos, pero estoy bien, a mi no me pasó nada... ¿Tú me oyes, Titi? ¿Tú me oyes?”
El tránsito se ha detenido en la carretera central de Cuba, cerca de Jatibonico. La gente de otros vehículos acude a ayudar en lo que pueda... En medio del tumulto, hay uno o dos que "cazan" para ver si se les "pega" alguna de las pertenencias de los pasajeros que se han salido del portaequipajes.
“Luisi, mi hermano, háblame, Luisito coño”, ya no grita el chofer con la cara ensangrentada, casi susurra vencido por el silencio de muerte de Luisito.
Unos instantes antes del impacto contra la guagua de Ómnibus Nacionales, Luisito y su chofer acompañante habían estado conversando acerca del día que les esperaba una vez que llegaran a La Habana...
"Acuérdate que tenemos que 'tallar' con la chamaca del GPS, que le hundiste la chancleta en la autopista de Santiago y estuvimos parados como 20 minutos esperando por el encargo de El Cristo" -le dice a Luisito su compañero. Se refiere a "convencer" de que ponga una traza "limpia" a la muchacha del departamento de control de tráfico donde se descargan los registros del GPS de cada ómnibus, para que los encargados puedan analizar si algun conductor se detuvo más tiempo que el normal o excedió los límites dd 80 km/h en carretera y 90 km/h en la autopista.
"Sí, tranquilo, con esa chama no hay lío. Es vecinita mía. Además, tú sabes que nosotros no acostumbramos a violar nada. Un día es un día... ¿Coño, ese comemierda qué está ha...?"
II
"Coño, Cascaret: ¿Otra vez me vas a hacer salir con la dirección tembelequeando y dando tirones, asere?"
"Mijo, es que no puedo esperar mas para conseguir esas cajas. En cuanto matemos esta jugada metemos el camión pal taller. Palabra".
"El lío es que nos vaya a coger un inspector y llamen a un caballito pa que me quite la circulación. A tres kilómetros se nota que la dirección tiene problemas y tenemos que coger la central..."
"Tranquilo, que a la hora que vamos no hay inspectores. Y no vamos a salir de la provincia. A los de aquí, los conozco a casi todos de cuando trabajé en transporte. Y usted es un "timón" como su abuelo..."
Al chofer del camión le llaman con el diminutivo del nombre de su abuelo, un mecánino y conductor muy respetado en la zona que, al retirarse, se las ingenió para que su nieto más joven heredara el camión y su empleo en una empresa del Ministerio de la Agricultura.
Esta madrugada lo acompaña Cascaret, el comprador. Van hasta la cabecera municipal de Jatibonico a realizar una gestión por la que "el jefe ya dio cuatro piñazos en la mesa". Al tomar la carretera central, se han detenido y permitido que monte una docena de estudiantes de un politécnico o un preuniversitario, por los uniformes, que se ponen contentos. Están fugados y van a llegar antes de la diana y el conteo.
El joven camionero maneja a unos 50 km/h. Le preocupan los tirones hacia la izquierda que le da la dirección y un fenómeno que técnicamente se llama mimbreo pero que su abuelo le llama tembeleque. Cada vez que tiene que hacer un cambio, siente una sensación agradable al rozar la piel del brazo de la chica que ha subido a la cabina y se sienta entre el comprador y él, y a ella parece no importarle.
"Este tramo está bueno. Ni baches hay", comenta el comprador justo cuando el conductor le pide el cambio de luces a un vehículo grande que viene en dirección contraria. Entonces aparece el hueco que hace tres días no estaba ahí y el joven chofer gira un poco a la izquierda para esquivarlo. Cree que le dará tiempo a entrar antes de que...
III
El amanecer de ese día del 2019, está marcado por el dolor y la conmoción en varias familias cubanas, sus amigos y vecinos. La esposa de Luisito se entera por una llamada del jefe de la base, cuando llevaba a su nieta para la escuela en una ruta 222.
"A la más chiquita de los Bastarrachea la sacaron ya muerta de la cabina del camión, pobrecita" -es el primer comentario de una bodeguera en Taguasco.
"El pobre Panchocito, el nieto de Panchón, tan serio ese muchacho. Dicen que la culpa fue de él, que invadió el carril de la guagua. ¿Se quedaría dormido?" -Se lamenta el jefe que había dado cuatro piñazos en la mesa.
La noticia del accidente se ha diseminado. Los medios de la provincia enfatizan en la actuación oportuna del Sistema Único de Urgencia Médica. El titular de Cubadebate y la página de facebook de Cubasí destacan que las principales autoridades políticas y gubernamentales de Santi Spíritus inmediatamente se personaron en los hospitales donde atienden a los lesionados, y dan apoyo psicológico a los familiares de las víctimas. Que se informarán las causas del lamentable accidente. Pero nunca llegan a informarse ni se conocen los responsables directos o indirectos.
Cuando el sol comienza a calentar, los peritos se retiran con sus fotos, mediciones y muestras. Llegan las grúas. La carretera central queda abierta al tráfico otra vez. La mayoría de la gente vuelve a sus labores cotidianas pero, para algunos, la vida se habrá vuelto tristeza para siempre...
Epílogo.
Antes se llamaba Camilo, tenía esposa, una hija, un hogar, un trabajo, una vida. Todo eso lo perdió luego de que un accidente del tránsito en el kilómetro 525 de la carretera central de Cuba, en territorio de Camagüey, le arrancara a su esposa, allí mismo, y a su hija unos días después en una sala de hospital.
Cuentan que al principio Camilo iba con flores todos los días al lugar del siniestro hasta que decidió quedarse a vivir a la intemperie, únicamente acompañado por su perrita fiel, con la esperanza de que los choferes al pasar y verlo, y algunos que se detuvieran, conocieran su historia e interiorizaran la importancia de ser precavidos y la responsabilidad por la vida de quienes trasladan y de sus familiares.
He conocido testimonios de varios choferes que aseguran cada vez que el Angel de la Carretera, como le llaman, tiene noticias de un accidente, se sienta sobre una piedra a llorar, y que la perrita aúlla, y que el dolor se irradia a muchos kilómetros a la redonda...
El primer borrador de este reportaje que acaban de leer, lo escribí en 2019 luego de ver las ambulancias pasar y escuchar los comentarios de los primeros en llegar mientras esperábamos que restablecieran el tránsito, y viera los restos de un accidente entre un camión y un ómnibus Yutong cerca de Jatibonico. Soy consciente de que es una postverdad. Por ahí andará las estadísticas acerca de cuántas veces han sucedido en la realidad postverdades como estas en las carreteras cubanas, y sus causas que casi nunca nos llegan a contar...