viernes, 5 de julio de 2024

Javier, feliz a tope.

 El pasado sábado Javier* llegó a casa un poco más feliz que lo normal. 

Desde hacía semanas estaba recibiendo los indicios: mas reuniones que las habituales, sugerencias de que las cosas mejorarían para los inspectores integrales, talleres con la participación de los principales dirigentes del territorio y, por último, la confirmación: ¡Van a topar los precios de productos de primera necesidad!. 

El extra de felicidad de Javier no es porque crea que su salario le alcanzará con los topes anunciados. A decir verdad, él nunca ha vivido de su mensualidad como funcionario público...

"Mi mayor virtud es reconocer cuando tengo que moverme de una esquina a la otra. Por eso jamás pudieron atraparme vendiendo dólares en la calle hasta que se me encarnó aquel jefe de sector, que no sabe el favor que me hizo..." Sí, porque  su éxito comenzó una tarde, allá en su natal Manzanillo -también pudo ser Pilón,  Nuevitas o Santa Clara- en que el teniente de la PNR le dio un ultimatum: "O te apuntas en el curso de superación para jóvenes desocupados, o te la aplicamos por actividad económica ilícita". Y se apuntó. 

Tres años después Javier integraba el ejército de trabajadores sociales -médicos del alma, les llamaron- que controlaba no se cometieran ilegalidades en las gasolineras. Al principio la desconfianza era mutua entre los pisteros, y Javier y su compañero de batería. Luego resultó que uno de los jefes de turno del ServiCupet era tio de una novia del compañero de Javier, coincidieron en una fiesta familiar: "Entramos en guara: ¿Tú me entiendes? Había que demostrar que uno es un hombre". 

A diferencia de otros jóvenes, Javier había aprendido que, cuando estás en la cuerda floja, no es bueno especular -aquí especular significa exhibirte haciendo lo que otros no pueden- y comenzó a ahorrar la platica que le entraba "por la izquierda". 

 Hasta que llegó el asunto de los cambios de electrodomésticos altos consumidores de electricidad por otros de menor consumo. La idea sería destruir los equipos suplantados y convertirlos en chatarra. 

Precisamente por  sus precedentes de joven serio -además de hombre, como él mismo me confesó-, que había aceptado la militancia y responsabilidades en su Comité de Base de la UJC, que participaba en todo acto y tribuna a los cuales fuera convocado aunque amaneciera "controlando" algun servicentro, Javier estuvo entre los escogidos que debían velar porque cada equipo alto consumidor llegara a los centros de reciclaje. 

Ya para entonces Javier tenía suficiente liderazgo en el territorio para, con tres o cuatro más como él, organizar una eficiente red de abastecimiento de electrodomésticos -obsoletos desde la perspectiva del llamado Programa de Ahorro Energético-  muy necesarios y demandados por cientos, hasta miles, de familias que en su natal Camagüey -también pudo ser Holguín, Baracoa, Placetas, Jatibonico- nunca, con su salario y sin familia en la yuma, hubieran podido comprar una lavadora o un refrigerador a los precios de CIMEX.  

Esa fue una etapa hermosa para Javier. Se había casado con una muchacha que, apenas graduada de medicina, la enviaron de misión a Venezuela. Entonces ya él podía sacar parte de su platica obtenida "por la izquierda" y comprarse una casa todavía de modo ilegal, traer a su mamá del barrio insalubre donde vivía, e invertir en un negocito -sin dar la cara, claro- en los albores del famoso "paquete semanal"**. Nadie le iba a cuestionar nada pues su esposa estaba de misión.

No es que no tuviera sus sobresaltos. Como ya dijo, a él siempre lo ha salvado su instinto para reconocer cuándo tiene que moverse. Aquello de venderle viejos refrigeradores y lavadoras a técnicos clandestinos que los reparaban y revendían tarde o temprano iba a explotar. Cuando su instinto -y un vecino "favorecido" cercano a un oficial del DTI- le avisaron, Javier hizo uso de un derecho que la Revolución le había otorgado a trabajadores sociales -médicos del alma, le llamábamos- plenamente integrados como él: seis meses de licencia para terminar su carrera universitaria. 

Al graduarse de licenciado en economía, -casi todos sus compañeros optaron por psicología pedagógica o estudios socioculturales pero lo de Javier siempre fueron los números- por  su trayectoria y haberse destacado en las auditorías que le tocaron como estudiante, lo pusieron al frente de un equipo de auditores de una empresa. 

"Ese fue un error.  Ahí no había búsqueda. La jefa de auditores, era de mármol esa tipa. Al cabo de un par de años, un amigo de su juventud temprana le preguntó si quería integrar un nuevo cuerpo de inspectores integrales que se estaba formando..." 

Ya Javier -también puede llamarse Pedro, Pablo, Leonardo, Alejandro, Miguel- no es un jovencito. Va camino a los cincuenta años. Cada nueva crisis, para él, ha sido una bendición. Cada bandazo, una fiesta. Cada tope de precios, cada nueva prohibición, para Javier redundó en más plata por la izquierda. 

"Oye, Javier, te jodiste por ahora, pospusieron lo del tope de precios". 

"¿Que yo me jodí? No chives, compay, jodido estás tú que quieres echar legalmente pa alante tu empresita. Eso no se puede hacer en este país, guajiro..." 

Y se va riendo. Feliz. Porque en un país que siempre está en crisis, Javier no puede ser otra cosa que un sujeto feliz... A tope.


*Seguramente ya sabes que Javier no existe como tal. O sí existe, puede ser cualquiera.

**El paquete semanal era un compendio de materiales audiovisuales e informáticos que cada semana circulaba por todo el país cuando la Internet era para privilegiados. No era legal pero jamas nadie fue a un proceso por eso. Dicen que quienes lo manejaban era.... 


martes, 2 de julio de 2024

Dos poemas de Eliseo Diego

Dianelis Zaldívar es una abogada, doctora en ciencias jurídicas y docente santiaguera que conocí personalmente en el Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo de Cárdenas durante un evento teórico sobre Derechos Humanos. El muro de facebook de Dianelis es un verdadero oásis entre tanta tontería, estupidez -incluyendo las eventuales mías- que por allí pululan. Si quieren leer la más hermosa poesía, vayan al muro de facebook de Dianelis Zaldívar. Cada mañana, es de las primeras cosas que  hago. Hoy compartió estos dos poemas de Eliseo Diego...


 Canción para todas las que eres


No solo el hoy fragante de tus ojos amo

sino a la niña oculta que allá dentro

mira la vastedad del mundo con redondo azoro,

y amo a la extraña gris que me recuerda

en un rincón del tiempo que el invierno ampara.

La multitud de ti, la fuga de tus horas,

amo tus mil imágenes en vuelo

como un bando de pájaros salvajes.

No solo tu domingo breve de delicias

sino también un viernes trágico, quien sabe,

y un sábado de triunfos y de glorias

que no veré yo nunca, pero alabo.

Niña y muchacha y joven ya mujer, tú todas,

colman mi corazón, y en paz las amo.


Venid, amigos, a la fiesta mia.


Venid, amigos, a la fiesta mía,

a donde el campo grava el sol de rojo,

campo mi sangre en que mi vida acojo,

árbol mi sangre en que se encarna el día.

 

Pues mi casa renace en alegría

y el diario pan su eterno sol ofrece,

criaturas de mi sueño que os merece,

venid, amigos, a la fiesta mía.

 

Veréis que entera os doy la antigua tarde,

el camino y el árbol, la palabra

querida que dijimos ya muy tarde.

 

Pues cuando el pecho mi vigilia abra,

vendréis donde mi pan, donde mi vino arde,

al abrigado amor de mi palabra.



104 años del entrañable Eliseo Diego. Poeta entero y total. De las cumbres de la poesía cubana que el tiempo solo hace agrandar. 

Para mí el mayor de los homenajes es cuando al publicar uno de sus poemas alguien que dice: Eliseo!, como si no hiciera falta decir nada más; sin que haga falta decir nada más, porque diciendo su nombre se ha dicho todo. 


Feliz cumpleaños en la eternidad, querido poeta. 🌹

Dianelis Zaldívar