martes, 28 de noviembre de 2023

Juicio a médicos en Bayamo. Un acercamiento desde la Comunicación Social.

 No es posible analizar, sacar conclusiones y emitir juicios razonables, incluso de buena fé, si no se tiene información objetiva. Para un observador no participante, el único modo de obtener información objetiva de una fuente involucrada en determinado proceso o hechos, es que ESA FUENTE LA OFREZCA oportunamente y con plena transparencia, ya sea por voluntad propia o porque se le conmina o exije. No hay otros modos.  

Leyendo la Nota Oficial emitida por la dirección de salud de la provincia de Granma acerca del juicio a que han sido sometidos seis médicos de un equipo de cirugía del Hospital "Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo", reafirmo que la Ley de Comunicación Social aprobada por nuestra Asamblea Nacional será letra inerte si los decisores, en el ámbito que sea, siguen aferrados a la vieja mentalidad secretista y autocensora. Porque no informar desde la institucionalidad oportunamente, dejar que el rumor y la especulación se expanda, dejar exprofeso a la opinión pública con una sola matriz informacional -la más conveniente para quienes quieren ver a Cuba desmembrada en odios y diferencias insalvables-, no contribuir a tiempo desde la comunicación institucional, no narrar los hechos con todas las aristas posibles -la de la familia del fallecido, la de los enjuiciados y sus familiares y compañeros, incluso, la de los expertos judiciales y los peritos- es estar aferrados a esa mentalidad cuya obsolescencia social tanto daño nos hace a la nación y a la comprensión mutua, y a esa tan preconizada unidad en la diversidad de la cual se hace gala tantas veces en la retórica de los congresos y las tribunas, y se desdice tantas veces en la praxis. 

Sin empatía no hay comunicación eficaz. Y para generar empatía hay que descarnarse, decirlo todo, enseñarlo todo sin concesiones a los tabúes y los miedos a enfrentar situaciones duras que nadie, en su sano juicio o con formación humanística, desea para ningun compatriota o familiar.

Hay que desterrar de la comunicación institucional toda noción conspiranoica, determinada por el síndrome de la sospecha y la mala leche, al estilo del cuento de "métete el gato por el..." y acabar de entender que la ciudadanía como colectivo humano siempre va a ser más sabia, si se le dan todos los elementos con transparencia, que cualquier estructura política, gubernamental y/o institucional. Pero para que esa sabiduría se manifieste hay que darlo todo, decirlo todo -como nos invita Guillermo Rodríguez Rivera desde el blog Segunda Cita- y darle voz a todos, también,  a los equivocados e inopios. 

En la aristas de la comunicación mediática, el comentario de la periodista Carmen León Guerra, de la emisora manzanillera Radio Granma, luego de leer la Nota Oficial de la Dirección de Salud de Granma, también evidencia esa obsolescencia conceptual -tal vez ideopolítica- que no acabamos de superar. Carmen razona correctamente que  no es posible dar una opinión objetiva si la institución involucrada en los hechos no cuenta objetivamente los hechos. 

Pero lo expresa mal: "Claro que tiene que haber ronchas, tiene que haber opiniones, toda esa barahúnda, esa diversidad de opiniones... ¿Por qué? Porque ahora es que se publica, ahora es que se aclara, ahora es que se están dando oficialmente a conocer los hechos...."


Equiparar el rumor, la "barahúnda" (ruido, desorden, confusión) con la diversidad de opiniones es un error conceptual de mi excompañera de la revista cultural "Qué Tal, Manzanillo". El rumor, el ruido, la exageración, la distorsión de la información -provocada casi siempre por el vacío de información institucional- son ciertamente manifestaciones y efectos indeseables pero no la multiplicidad ni menos la diversidad de opiniones. De hecho, lo que se ha estado generando en este caso no ha sido diversidad ni multiplicidad de opiniones sino argumentaciones -con o sin objetividad o razones, no voy a entrar a evaluar eso- de una matriz que pone al gobierno cubano como culpable de todas las carencias, materiales y éticas, que pueda existir en nuestros hospitales. Diverso hubiera sido que los periodistas granmeses hicieran lo que corresponde a un profesional de la prensa de verdad comprometido con este tiempo convulso y confuso que vive su patria. Diverso hubiera sido romper tabúes y dogmas acerca del periodismo militante -que se confunde con oficialista por todas las partes- y haber contado los hechos desde las distintas perspectivas del acusador y los acusados, y de los observadores más cercanos. 

Carmen León plantea en su comentario por Radio Granma que: "...por la ética que nos corresponde nos hemos mantenido... a la espera de esta noticia, de esta información oficial"... Tengo francamente que discrepar categóricamente. El silencio, la espera por el pronunciamiento oficial demorado es, precisamente, lo que considero poco ético para un periodista revolucionario y comprometido con Cuba -y no estoy dudando de que los periodistas en Radio Granma se sientan revolucionarios ni comprometidos con Cuba-  en la actual circunstancia. Lo ético para un periodista en la Cuba actual no es el silencio hasta que la oficialidad se pronuncie. ¡Definitivamente, no! Lo ético es sacudir esa institucionalidad aferrada a la obsolescencia comunicacional e ideológica por la cual persiste el secretismo, la tendencia a autocensurar, la extraña y fatal noción de que si la institución no dice algo, la gente hará como que no existe, o es un bulo de los enemigos, o es una exageración. Ya esos tiempos se acabaron y no sé qué más necesitan para entenderlo puesto que, hasta una ley aprobada por la asamblea, lo reconoce. 

Comprendo perfectamente que es un riesgo enorme para su zona de confort, que un periodista en Bayamo, Manzanillo o cualquier municipio de Granma, intente sacudir el oficialismo y la procrastinación comunicacional de cualquier institución. Lo comprendo porque lo sufrí y pagué las consecuencias con creces, en lo personal. Pero son los gajes del oficios, sobre todo, si uno se siente revolucionario y comprometido con Cuba.  Porque por estas tierras orientales -creo que más que por cualquier otra región- está aun muy arraigada esa fatal confusión de militancia política, militancia revolucionaria,  con complicidad con el secretismo y la procrastimación comunicacional. Lo comprendo y me puedo poner en el lugar de esos periodistas pero no por eso voy a decir que estoy de acuerdo, o que esté conforme como ciudadano con su labor como servidores públicos que son. 

Sobre los hechos en si mismos, sobre si era menester juzgarlos o no, aun no me puedo formular una opinión responsable puesto que no tengo acceso, precisamente, a un mínimo de datos diversos que me permitan contrastar fuentes y enfoques de sus implicados.  A eso agreguemos que no soy médico ni jurista. 

Pero sí he sido comunicador profesional y estudioso de los medios en Cuba. Y sí puedo asegurar que otra vez estamos perdiendo la oportunidad -aunque dolorosa, muy dolorosa- de convertir una situación compleja e indeseada en un proceso de aprendizaje gremial, social, que nos permita establecer y compartir las causas del deterioro de un pilar acerca del cual este país llegó a enorgullecerse y de ser reconocido en todo el mundo: la salud pública. 

Ya que sucedió el hecho lamentable y triste de la muerte de un joven, lo saludable como sociedad es discutir cómo este hecho es una muestra o no de lo que no nos funciona o nos funciona mediocremente en nuestros hospitales y centros asistenciales, al menos en ese hospital en concreto.

¿Hasta qué punto las carencias materiales persstente afectan el rendimiento de un profesional de la medicina? ¿Hasta qué punto vivir inmersos en esta especie de campo de batalla cotidiano, resultante del bloqueo y la mala administración, afecta el buen discernimiento de un profesional de la medicina? ¿Cuál es el límite entre la llamada 'resistencia creativa' en la atención hospitalaria y la chapucería o la violación grosera y oportunista de los protocolos?  Son esas problemáticas las que, en mi opinión, debería fomentar un periodismo profundo y revolucionario, y son esas cuestiones as que deberíamos debatir... ×

 Eso es más saludable que cualquier juicio o sentencia judicial. Discutir, debatir, entender para minimizar las posibilidades de que se den una serie de circunstancias que, sea por negligencia o no del equipo médico, quede la insatisfacción con la atención en los familiares de un fallecido. Creo que ese es el aporte ético, revolucionario, patriota que puede y debe hacer un profesional de la comunicación ya sea en los ámbitos mediáticos o institucionales, en casos como estos. 

Y ahora, legionarios, vengan a mi...

lunes, 27 de noviembre de 2023

Invierno en La Habana, incluso antes del ordenaniento.

 La llegada del frio parece crear extrañezas en La Habana. Un auto soviético se ha besado frenéticamente con un camión chino en la calle Hospital. Sus choferes, en vez de pelear como resultaría lo esperado, se ríen del disparate que ambos hicieron. 

Entre los curiosos hay un joven. Me ha seguido a pie hasta  un parque cerca de la sede de la UNEAC en 17 y H:  ¨¿Me permite cinco minutos, señor?¨.  No debe pasar de los 25 años. Se   nota roído por el tiempo.

¨Es que mire, señor, soy de Gibara, podría decirle que vine para La Habana porque quiero hacer las pruebas de actuación en el ISA, pero no es exactamente así, ese ha sido sólo el pretexto¨ 

Voy apurado.. No comprendo por qué cree que pueda interesarme su examen de conciencia. El tipo lleva una mirada sin máscara que me detiene  y me hace  prestarle atención: ¨La verdad es que vine para demostrarle a una muchacha de lo que soy capaz en términos prácticos, y que se puede soñar y tener éxito, amar sinceramente y tener un vida¨. Ya a estas alturas, me ha arrancado una sonrisa  con todo y que el mediodía vierte grises y una lluvia fina nos atrapa. 

¨Pensé que podría trabajar en cualquier cosa y pagarme mi estancia en La habana mientras me preparaba para el examen, pero no me aceptan en ningun centro estatal porque no tengo dirección oficial aquí en mi carnet de identidad, y la cosa con los particulares no está tan fácil como se ve en los noticieros¨

Ya no siento el olor de sus días sin baño, ni me fijo en un inevitable tic sobre su faz , ni en la mochila sucia colgada de sus hombros. Sólo lo escucho, tal vez porque su voz me remite a retazos de mi mismo: ¨Duermo donde me vence el sueño, a veces en casa de algun amigo, otras en la funeraria, y mientras tanto me preparo para el milagro, voy a lugares donde ensayan actores y me las arreglo para mirar, porque a las presentaciones no puedo ir con esta facha y sin dinero para pagar la entrada. Sólo eventualmente alguien me invita a una, y entonces me siento en una butaca a soñar que mi sueño es posible¨. 

Le pregunto si pertenecía a alguna agrupación teatral en Gibara y me responde que no, que lo de él es actuar de verdad, no andar por ahí haciendo musarañas según una programación y los últimos devaríos del snob y los actos político culturales: ¨No quisiera convertirme en una estatua viviente más¨ -me dice y noto que le duele algo en el estómago.

¨Sólo he actuado para ella y por ella estoy aquí, porque no quiero que me vea más siendo un técnico en comercio, ni me compre refrescos y bocaditos de puerco cada mañana, ni me mire como al derrotado de turno¨

Me cuenta que está excesivamente delgado porque come poco, y porque entrena mucho pues para  actuar debe traducir sus amores en control sobre el cuerpo y su  mente, según leyó en algun sitio. ¨Pero a veces, señor, el estómago me traiciona, y tengo que acudir a personas como usted para ver si me ayudan a elevar el azúcar en sangre, para seguir en busca de lo mío... ¿Entiende?¨. 

Y me arranca, en forma de risa, la tristeza más potente que he sentido desde que llegué a esta Habana del 2014, loca de cálidos frentes de frios y esperanzas rotas. Le invito a a comer perros calientes en una cafertería de 23. Cuando voy a pagar, me doy cuenta que el dinero no me alcanza para los dos…



sábado, 18 de noviembre de 2023

Al final de mi viaje.

 Debió de mirar de soslayo cómo me bajo del camión, y me palpo el bulto de billetes devalorizados.

"¿Me das algo para cigarros?" y su expresión fulmígena distorsiona el atardecer en Altahabana. Tendrá unos quince o dieciséis años. Es trigueña. Lleva un piercing debajo del labio y una sonrisa de falso candor. Viste el uniforme de preuniversitario. 

"No me gusta fomentar  hábitos tóxicos en niñas", le contesto lo menos amable que me sale. Quien ha sido mi compañero, un camionero de La Virgen del Camino, sigue el curso: "Yo te compro la caja completa si vienes conmigo". 

"¿Qué tan lejos me vas a llevar?"

"¿Qué tan lejos quieres ir?


Escucho a retazos el resto del "talle" mientras compro un par de cervezas. Después de todo,  un hombre las necesita al menos  antes de coger un nuevo impulso. Han sido dos mil kilómetros de carretera, noches lluviosas, vacas atravesadas, preocupación por si te roban parte de la carga, un inspector comemierda al amanecer y otro amable y profesional en Jagüey Grande, y un colega que fuimos a adelantar, que se puso a bobear y por poco nos saca a la cuneta justo a la entrada de la famosa cocodrilera de Guillermo García, unos kilómetros antes de La Demajagua.... 

Ahora estoy en uno de esos sitios donde concentran seis o siete kioscos expendedores de comidas y bebidas, al costado de un edificio residencial de doce plantas. Hay trap y reguetón en el espectro sonoro, y risas, bromas pesadas, algun efecto del manoteo -y el manoseo- entre adolescentes. De sus conversaciones sobresale, como golpe de stacatto locutivo, la interjección pinga; y de sus expresiones corporales, la satisfacción del mimo que sabe lo están observando. 

No recuerdo si alguna vez me dijeron el nombre. Supe de ella en un reunión de padres del instituto donde La Caro hizo el preuniversitario. El director regañaba a los impuntuales  y la ponía de ejemplo. Vivía a 15 kilómetros de la escuela, y jamás llegaba tarde. Ni siquiera cuando se le ponchaba la bicicleta, o amanecía con lluvia o ventisca. Cuando se habla de la muchacha, algunos miran a un hombre de unos veinte y tantos años que señala el director como la persona que la representa en la reunión: "Debe ser el hermano", pienso. "No, es el marido". Me aclara La Caro después. 

Una mañana la conocí en casa: inadvertida y humilde, repasaba las lecciones con el grupo de estudio de mi hija en dias previos a los exámenes de ingreso a la universidad. A la hora del  almuerzo La Caro me anuncia que ha invitado a su compañera. La chica se ve avergonzada. Me doy cuenta de que la bicicleta que reposa al lado de La Paloma Azul es suya: "Vaya, tú también eres bicicletera como yo", le digo para que le pase rápido el mal momento. Sólo sonríe con los ojos. 

"Pa, ella es la muchacha que el director puso de ejemplo porque nunca llega tarde a pesar de que vive en Calicito" - me dice La Caro mientras, literalmente, le da un jalón de brazos y la lleva para la cocina. 

"Tiene un niño de dos años. Lo tuvo en las vacaciones de décimo. Se las arregló para no perder el año. Su abuela se lo cuida para que siga estudiando porque el esposo trabaja la tierra", me cuenta La Caro en la noche, seguramente, porque cree que censuro la peculiar familia de una chica de dieciséis años con un hijo de un hombre de veintitantos... 

Dos o tres años antes, yo había tomado una de esas medidas preventivas drásticas que los padres aplicamos, ante el asedio -asedio no rechazado con suficiente resolución, según me pareció- que un treintañero, distribuidor de El Paquete*,  le aplicaba a La Caro. Primero hablé. Razoné. Expliqué. Luego fui a la casa del tipo y le advertí: "Si me entero -y me voy a enterar- que vuelves a hablar con mi hija, me ocupo de no dejarte un hueso sano y luego te acuso de pederastia, judicial y públicamente". 

Quizás La Caro recordaba ese episodio al insistirme: "Se ve que se aman, papá. Y él la apoya para que no deje de estudiar". También yo recuerdo el episodio, este atardecer que la trigueña del piercing se monta en el camión, y el chofer de La Virgen del Camino arranca... 

"Dale, avanza" -le digo. "Yo sigo a casa caminando. Apenas estoy a tres cuadras y de vez en cuando me gusta andar por mis propios pies". 

Él hace un gesto de resignación y ella, ya desde la cabina, me saca la lengua mientras articula sin emitir: "Te lo perdiste por maricón". 



*Contenidos bajados de Internet cuando en Cuba la conectividad era una rareza. 


miércoles, 15 de noviembre de 2023

Crónica roja del Guacanayabo


 I

Según relataría horas después, durante la reconstrucción de los hechos, ese día había despertado con deseos de matar. Se había pasado la mañana y la tarde merodeando su libertad condicional y, en la noche, decidió divertirse un poco en una fiesta pública. Había cuadrado con un socio para que lo regresara al vecindario y, sus deseos, se agudizaron por el mal humor que le causó que "el tipo me embarcara". 

Entonces vio a su víctima. Otro vecino. Es apenas un joven que no debe llegar a los veinte años. Está sobre una moto eléctrica al alcance de la compulsión homicida. No lo sabe. Aprovecha para dar su última carrera de la noche -piensa-, tampoco sabe que será la última carrera de su vida...

"No me dejes aquí a que me desangre" -suplica ingenuamente. Y el de la compulsión regresa. No ayudarle, no. A cercenarle el cuello. Un hombre que, de lejos, está trabajando la tierra, alcanza a ver la escena, agarra un machete y sale a "tratar de parar aquello". El asesino lo encara cuchillo en mano. El hombre blande el machete y le advierte: "Si te acercas por mi madre que te parto...". El que había despertado ese día con su compulsión de matar, agarra la moto eléctrica de la víctima y se va...

"Lo tenía en su camino" exclama con dolor un afamado espiritista de la ciudad. 

II

Tiene menos de 16 años y ¿quiere bailar? ¿Por qué entonces va con un arma blanca a la llamada Casa de la Moda? Todavía no trasciende qué motivaciones tendría. Las evidencias periciales contradicen a los testigos. La herida parece ser producida por un persona derecha y el victimario, al que todos señalan, parece ser zurdo. 

No obstante, ya su víctima no está más. Ni siquiera debía ser la víctima pues, dice el rumor, los conocidos del presunto asesino declaran que "no era ese el que tenía la cuenta pendiente". Se desangró esa misma noche en que ¿Querían bailar? a menos de dos cuadras del "muchacho que mataron de la moto eléctrica".

 "Dos homicidios con armas blancas en el mismo barrio, con horas de diferencia", es el comentario que me repiten amigos y conocidos en Manzanillo. Me hablan de eso incluso más que de los problemas con el acueducto, los apagones intermitentes cada tres horas, las libras de arroz que no han completado de la llamada cuota... 

III

En la esquina de mi casa no podemos maniobrar con el camión. Hay una aglomeración, autos, motos. Personas de todas las edades muestran consternación,  curiosidad, morbo. 

 "Ha muerto, mataron a...."

"Llevaba días con heridas de cuchillo en el hospital..."

"Andaba por una fiesta y un adolescente de 14 años lo apuñaló..."

La verdad es que no recuerdo a la víctima. Me dicen los socios del barrio que alguna vez jugamos juntos en las guerritas del fútbol callejero...

Epílogo: 

La reproductora de música deja escuchar los versos de la canción  Causas y Azares, de Silvio: 

"No sabí­a, mi amor,

No sabí­a

Que la luz
De esa clara mañana
Era luz de su último dí­a"

En el séptimo kilómetro de la carretera de Manzanillo a Bayamo, a la derecha, está el Centro Penitenciario. Observo las torres y las alambradas, y reflexiono  sobre la causalidad y la casualidad, y se me nota, de modo que Erasmos, el chofer, me mira de soslayo y extrañado. Es probable que la próxima carga sea desde Cautillo hacia Santa Marta, y pueda abrazar a mi amigo Armando.  Siempre fueron un misterio para mi las probabilidades aunque, desde duodécimo grado, pudiera resolverlas, al menos, matemáticamente: "¿Qué probabilidades habrían de que, en apenas tres días, me enterara de tres asesinatos de personas jóvenes por personas jóvenes, casi niños, en una ciudad de apenas cien mil habitantes? 

"Y las causas
Lo fueron cercando
Cotidianas, invisibles
Y el azar
Se le iba enredando
Poderoso, invencible..."






viernes, 10 de noviembre de 2023

Los espíritus del ICAIC y la confesión de un comunista

 Daniel Rodríguez Verdecia fue en vida un comunista de hacha y machete, a lo martillo y la hoz, que ahora llamaríamos ortodoxo. Cuando yo no llegaba a los veinte años, ya él era secretario del Partido en Manzanillo. Luego fue alcalde, y ahí coincidimos. Me habían puesto de jefe del departamento de arte de la dirección municipal de cultura y la directora estaba enfrascada en terminar una maestría. Entonces "me tocaba" a menudo  ir a reuniones presididas por Danielito, como le llamaban. 

Usaba Daniel un modo peculiar, rudo pero no carente de humor, de regañar a sus subordinados morosos o indisciplinados. Podía llegar a invocar, en medio del salón donde hay una silla refrendada a Celia Sánchez, el espíritu errante marxista  de Agustín Martín Veloz -comunista y practicante del espirismo según Kardec- o el espíritu cantor de Felícita Aleaga, afamada médium unidad del barrio San Nicolas, de Manzanillo, en cuyo Centro -especie de templo del espiritista- cuenta la leyenda que Fidel Castro vio al médico-comandante René Vallejo auspiciar un cordón con un "muerto montao". Fue Felícita la que escondió a la esposa eslava de Vallejo cuando Casillas mandó a capturarla como represalia al enterarse de que el manzanillero se había alzado con los guerrilleros. Cuentan que los guardias rurales del terruño sospechaban que la mujer podía estar escondida en el Centro pero ninguno se atrevió a profanarlo. Tal era el respeto que se le tenía a los espíritus.  

La ortodoxia de Daniel Rodríguez Verdecia se volvía más recalcitrante -desde mi punto de vista- cuando se trataba de la cultura artística y literaria. Entendía que el arte sólo debía existir institucionalizado, y que esa institución solo debía servir para reproducir ante las masas, y legitimar, la ideología de la Revolución. 

Es natural que Daniel y yo, con apenas 25 años cuando comencé a lidiar desde mi puesto con su alcaldía, tuviéramos serías diferencias. Entonces yo era mucho más irreverente que ahora pero, por alguna razón, mis dardos "envenenados" en medio de sus reuniones, nunca llegaron a ofenderle o a procurarse un antagonismo insalvable de sus conceptos con mi posturas. A lo más que aspiraba era a llamarme "El Muchacho de Cultura", quizás para minimizarme, y yo: "Alcalde" con una peculiar entonación. 

Nuestro mayor conflicto se produjo por la programación de la Banda de Conciertos de Manzanillo. Los jueves en la tarde, la centenaria agrupación manzanillera hacía sus retretas, y su sonido molestaba una sagrada reunión que Daniel presidía en la sede del Poder Popular. Entonces él, invariable, rezongaba: "Oye, Muchachito: ¿Tú no crees que esa gente pueda tocar los jueves en otro lugar? ¿Por qué no tocan dentro de La Glorieta y así no interrumpen esta reunión?" Y yo, invariable también: Porque el alcalde que mandó a construir La Glorieta se robó los fondos para la doble cúpula que evitaría que las vibraciones la derrumben. ¿Quiere ser usted el alcalde que quede para la historia como el que hizo que La Glorieta se cayera para que la banda no le molestara una reunión?""Felícita y todos sus espíritus me protejan de semejante condición", decía entre hosco y sonriente. Y terminábamos tablas. 

Pero una de esas tardes, a una vicepresidenta del Consejo de la Administración que atendía los asuntos gastronómicos, de nombre Martha Labrada, se le ocurrió que la banda debería dejar de tocar los jueves y, en vez, hacerlo los sábados en las ferias agropecuarias, recreativas y culturales (Así, con tal rimbombamcia, le llamábamos). Los músicos, y el director de la Banda, Bonet de apellido, se opusieron a la idea. Decían que los manzanilleros iban a la feria a hacer colas para comprar productos de alta demanda, a beber cerveza y a bailar con el órgano y la música grabada, que las bandas son de ferias en Europa pero no en la isla de las caderas candentes. Y menos en Manzanillo, donde cualquiera con una sartén y un cucharón, podría armar un sogón* y eliminar la Banda de Conciertos por  nockout técnico. 

Y así, durante semanas, este entonces jovenzuelo con ínfulas de dirigente cultural, estaba entre la espada del gobierno que quería banda en la feria, y la pared de los músicos que no querían. Poco a poco el resto de los ilustres miembros del consejo de dirección de Cultura, aun los más acérrimos defensores de la tradición, me fueron dejando solo ante los embates de Danielito y Marta Labrada, la vicepresidente. Completamente cercado, hice gala de todo mi poder de convencimiento y, con la decisiva complicidad del instructor de música Ignacio Riverón y de sus contactos en la fábrica de ron Pinilla, nos emborrachamos  con Bonet, Colón-el administrador de la Banda de Conciertos- y dos o tres músicos más con liderazgo en la agrupación, y los convencí de que fueran a tocar a la entrada de una especie de anfiteatro, al lado del Cabaret Costa Azul, que llamábamos El Guiñol.

Obviamente nadie atendió a la banda entre el bullicio de las colas y los equipos de audio de los alrededores. Pero Daniel, Marta y los organizadores de la feria estaban convencidos de que habían dado un gran paso en la conciliación de los intereses del pueblo trabajador y las alturas de la creación artística. 

Tres semanas después sucedió. Lázaro Expósito, primer secretario del PCC en Granma, daba su recorrido por la feria manzanillera. Una feria especial en saludo a alguna fecha, y porque Lázaro la visitaría con un grupo de artistas y escritores "nacionales" que andaban por Granma. Todo se sincronizó para que, cuando Lázaro y su séquito se acercaran, la banda estuviera tocando La Marcha del 26 de Julio, como el éxtasis de la función ideológica de la cultura artística. 

Justo enfrente, la Empresa Avícola Nacional vendía gallinas ex-ponedoras y pollitos. Desde la noche anterior, los interesados habían "organizado" la cola con tickets y todo. Las gallinas ex-ponedoras -que no cluecas- eran de altísima demanda en esa época. 

La Marcha del 26 de julio, la venta de gallinas, Expósito, Daniel, la comitiva que se acerca. Una discusión en la cola. La comitiva que llega. La Marcha del 26. Una trifulca en la cola entre dos señoras. Expósito que ve, y Daniel. Dos gallinas son usadas como floretes por las contendiente. La policía, cuyos cuarteles están a menos de una cuadra, que llega. Los ojos de las gallinas desorbitados entre estocadas y jalones de pelos... 

En la reunión de evaluación de la Feria, presidida por el indiscutido primer secretario, éste pregunta quién había sido el de cultura al que se le había ocurrido la idea de la banda en la feria. Silencio. Menos mal que hice silencio. Insiste y me mira. Y yo, silencio. Debio darse cuenta de algo cuando le sostuve la mirada. Y no insistió más... 



Años después entrevisté a Daniel Rodríguez Verdecia para un documental sobre los logros de Manzanillo que el propio Expósito me había encargado. Ya Danielito no era El Alcalde ni yo El Muchachito de Cultura. Anoche, al leer que habían decidido la subordinación del ICAIC al Ministerio de Cultura, recordé las palabras de Danielito al terminar esa entrevista:

"Nosotros somos del carajo, Giordán, del carajo. Cuando alguien, o algo, no nos conviene pero lo tenemos demasiado atravesado.... Cuando no lo podemos agarrar por 'cuestiones de principios', ni es un corrupto... Entonces lo dejamos solo, dejamos que se vaya marchitando, le quitamos el apoyo centralizado, le cerramos 'la canalita'. Es así como se destimbala a un cuadro, a una institución incluso, que se vuelve demasiado jodedora... Luego, el que viene detrás, sabe que se aclimata o se aclijode"... 

Y también recordé las imágenes  de mi última visita a la sede del ICAIC junto a un amigo cineasta. Ese día, mi amigo, me contó como Alfredo Guevara, una tarde, en un marco estrecho, había dicho exasperado: "Yo soy el único presidente sin nombramiento oficial de este país. No sé por qué ya no mandan a cerrar este edificio".

  Los pisos dislúcidos, con más oscuros que claros, como en una caricatura patética de un fotograma de Buñuel. Las paredes desteñidas al fin grises. Los pasillos deshabitados por la creación humana donde quién sabe si los espíritus de Alfredo, Titón, Santiago Álvarez, Padroncito y tantos otros, andarán errantes, impotentes, ya sin Felícita ni René Vallejo para que los invoquen desde el cordón y los cantos, aunque sea para que ayuden a salvar ese símbolo en pro de la emancipación y la auténtica rebeldía....


jueves, 9 de noviembre de 2023

Siete de Trump en Noviembre

 Hoy hace siete años -número maloliente, el siete, para algunos coterráneos- un SMS me avisó que Trump había ganado las elecciones. Viajaba en un camión de La Habana a Manzanillo cuando, todavía, costaban 10 extintos CUC y nos parecía una fortuna. 

Esa madrugada, en el teléfono, con un gordo al lado mio que dormido insistía en caer sobre mi hombro, escribí el siguiente texto: 

"En el país más soberano del mundo, estamos más pendientes de las elecciones en los Estados Unidos, que de la eficacia de la gestión del alcalde de la ciudad", me dicho El Viejo por teléfono mientras en la Mesa Redonda,  Reinaldo Taladrid reconoce que Trump puso en ridículo a las encuestadoras y los medios de prensa, incluida la propia Televisión Cubana, que daban a Hilary como la ganadora. 

¿Será que en verdad somos tan independientes?  Me pregunto camino a la wifi del Parque De Céspedes, pienso que, ni siquiera la segunda ronda de la serie nacional, abarca tantos comentarios de Cuba como de las elecciones en los Estados Unidos.  

Y pienso en el debate acerca de los símbolos y sus usos para supuestamente destruir la ideología de la Revolución desde el Imperio,  que por estos días se produce en las redes sociales y la blogosfera,  cuando, en la televisión local, anuncian la realización de un evento cultural en Manzanillo con "invitados de todo el país" pero no se mencionan sus nombres, y actividades a lo largo y ancho del municipio que aún no se saben cuáles son. Y les llaman "invitados nacionales" como si los artistas del terriño, los que comparten pan -malo, el pan- y suerte no lo fueran.

Hace apenas unas horas, miraba yo en La Habana al famoso Alí Bar, llamado ahora Benny Moré en homenaje al genial cantante, y veía la fealdad y el abandono de un lugar, ciertamente, simbólico, emblemático. O los pendones y carteles anunciando los cigarrillos Hollywood al lado de un derruido Viva la Revolución en El Cerro, y ese monumento a la incapacidad en forma de montones de basura en las esquinas de Centro Habana, ciudad maravilla. 

Esta madrugada, en el llamado "conejito de Aguada de pasajeros", una cafetería que triplica los precios de los pocos comestibles que expende a los viajeros nacionales sin que a ninguna autoridad parezca importarle, me llega el sms de Cubadebate con la victoria de Trump. 

Mañana estaré sentado en un banco del Parque de Céspedes, pensando en Pombo que está enfermo y en La Caro que está triste por eso, y en el futuro, y en lo esencial, invisible a los ojos,  como diría El Principito, tan invisible que por acá, hasta Elpidio Valdés y María Silvia, hablan de la victoria de Trump, y se pierden la luna y las estrellas de esta hermosa noche de noviembre....

Eso escribí hace siete años -el siete mágico para los numerómogos, les anuncia que un ciclo está llegando a su fin- y, si uno mira alrededor, saltan las mismas preguntas con la diferencia de ahora se formulan en un contexto de mayor precariedad y subdesarrollo. 

Ya sabemos toda la mierda que nos hicieron trumpeta y sus tromperos (algunos, ahora renegados con disfraces de socialdemócratas pero tengo buena memoria) y todo lo que ese hedónico sedimento le sirvió a bocoyoteros, mandantes, retranqueros y demagogos -ahora muchos con narrativas mutadas-  para pretender justificar nuestro inmovilismo y nuestras incoherencias. 

Quiero creer que este siete no es ni de trumpeteros ni de retrabqueros, que es el cierre de un ciclo vicioso desde la agresión foránea hasta la incompetencia propia aunque, la realidad, no me muestre muchos indicios. 

Ya me acerco a los 51 años. Uno se cansa de ser una especie de heraldo de la desesperanza. 

Quiero creer. 

¡Ayúdenme!



sábado, 4 de noviembre de 2023

La noria de la penetración cultural

 Facebook me recuerda el siguiente texto que escribí en 2015. Creo que ni siquiera visitaba Segunda Cita cuando lo publiqué. Las circunstancias han cambiado desde entonces, entre ellas, que ya apenas nos visitan cruceros con turistas, pasamos por el fatal reordenamiento de la economía y las epidemias de las medidas de Trump y la COVID. Pero hay comportamientos que refleja el texto que no han cambiado y que, incluso, se han agudizado. Ustedes sabrán distinguirlos ahora que se vuelve a hablar de penetración cultural y guerra a través de los símbolos...


Ahora parece que el problema es meramente de simbolismos, y no de esencias. 

Esta mañana (2015 pero pudiera ser 2023)  leí un comentario en el cual se advertía sobre la tardanza del gobierno cubano en autorizar la visita de ciertos cruceros turísticos. Según el subscriptor, la causa de la demora estaba en que el gobierno debía evaluar los riesgos de la guerra cultural y simbólica que nos hacen desde los centros imperialistas. 

Bien sé que la burocracia es altamente eficiente en generar chivos expiatorios, y que en Cuba tenemos todo un sistema ideo-político vinculante entre la desidia estatal y las agresiones desde el exterior, que cada año llega a su climax propagandístico alrededor de la fecha en que en la ONU se discute acerca del bloqueo. 

Sí, las afectaciones económicas propiciadas por el bloqueo estadounidense a la economía cubana, son una realidad y no las cuestiono. También sé que la ideo-política oligárquica es altamente eficaz en reinventarse fundamentaciones conceptuales a su dinámica de egoismo y expoliación contra los pobres. 

Pero no puedo dejar de pensar en nuestros girovagantes, esos arribistas que, desde sus autos pagados por el pueblo y no por la herencia de sus ancestros ricos ni su propia iniciativa capitalista, andan desde la superioridad que les da su supuesta fidelidad absoluta a la Revolución y, cuando la cosa se les pone fea, saltan el charquito y se convierten en más anti-revolucionarios que los mismísimos batistianos, o de pronto emergen como nuevos ricos, como si uno se tragara el cuento de que lograron la plata son su salario de cuadro revolucionario. 

He ahí la esencia que me pone a pensar, que me hace cuestionar el síndrome del infalible promovido por la "ideologética del invicto", del que nunca se equivocaba, por más que él mismo reconociera en múltiples entrevistas que es un ser humano como todos. 

Una cuestión, quizás la cuestión esencial, salta a la vista: el reduccionismo conceptual con el cual nos acercarmos desde el punto de vista pragmático a los símbolos, que es en un final de lo que se trata.. 

Desde Aristóteles se sabe que un símbolo o sistema de símbolo es cualquier objeto, o su representament, que en determinado contexto, y asociado ha determinada construcción cultural, adquiere relevancia social. De manera que a mi me parece una tontería reduccionista y epidérmica hablar epidérmica hablar a estas alturas del campeonato de ¨guerra de símbolos¨ o ¨enfrentamiento a símbolos de poder¨ etc. Si durante las décadas del sententa, el ochenta y el noventa en nuestras universidades y centros de formación política se hubiera estudiado -y aplicado- en serio teoría de la comunicación y semiótica, y no todo aquel manualismo tendencioso y fascistoide soviético -basado en Ortega y Gasset y Goebbels-, si los estudiosos de la comunicación y los ideólogos de este país hubieran profundizado en las Teorías Críticas y los estudios culturales, si no hubiéramos comido tanta pizca de gallo, ahora nos daríamos cuenta de que ya no se trata de meros simbolos o simbolizaciones, como herramientas de enfrentamiento idelógico, sino de que el capitalismo, los ideólogos capitalistas, mientras nosotros seguíamos bobeando con actos que hacen bostezar, ¨galas político culturales¨ llenas de errores técnicos y tonterías, matutinos y vespertinos en las escuelas como póstumo homenaje al más absurdo ¨realismo¨ soclialista, aquellos se reinventaban virtualmente haciendo uso de las artes y los audiovisuales, algo que ya desde Lotman, Fabri y Adorno se venía anunciando. 

La fuerza de un proceso de simbolización, su poder persuasivo, está en los valores asociados que éste tenga desde el punto de vista ético y estético, o sea, CULTURAL y no sólo ideo-político, lo cual hace casi un siglo lo anunció Maletzke, y solamente los directivos de la radio y la televisión en Cuba, y muchas instituciones culturales y educacionales, incluyendo quienes le dirigen desde el Partido, lo desconocen al promover bodrios que nada tienen que ver ni con las raíces culturales, ni con categorías éticas ni estéticas. 

 La relación del individuo con el uso simbólico -individuo, -no masa tonta que necesita7 ¨la papilla ideológica¨ de la cual hablaba Alfredo Guevara-, se sustenta en valores que se crean desde la educación familiar, el ejemplo de los maestros, la moral de los dirigentes, las raíces culturales y la coherencia entre el discurso y la praxis, asuntos que tenemos en profunda crisis en nuestro país. Aquellos, los imperialistas, los oligarcas, podrán ser profundamente egoístas, podrán ser asesinos de niños del tercer mundo, podrán ser supremamente ambiciosos pero son coherentes con su ideología, con la defensa a ultranza de su capital. Nosotros estamos llenos de gente que por el día dicen un discurso proletario en un acto político, y por la noche se duermen soñando con irse a pasear en un yate de lujo por el mediterráneo al compás de la música de Willy Chirino. 

El mismo tipo que a mi me cuestionaba en Radio Granma poner al aire música de Ray Fernández y Frank Delgado, dedicaba los primeros veinte minutos de cada consejillo  que dirigía, en una emisora de radio de la Revolución, a mostrar su admiración por ¨La Belleza Latina¨ o los autos más caros del mundo.