En julio del año 2005, el poderoso huracán Denis dejaba 13 muertos en la provincia de Granma, miles de familias sin techos o sin casas, sólo con la ropa que llevaban puesta, suelos literalmete devastados y, sobre todo, mucha incertidumbre en una población antes excesivamente confiada en la capacidad de prevención que habíamos mostrado hasta entonces, y en los antecedentes históricos.
Otras veces he contado vivencias personales en relación con el paso de Denis por Granma. Hoy sólo lo evoco porque estoy pensando en Guantánamo, en San Antonio del Sur, en Imías y la comunicación social y política que el gobierno cubano ha definido como uno de los pilares de su gestión pero que no acaban de concretar con efectividad.
Las causas del fatal resultado del paso de Denis por Cuba -entre 16 y 18 muertos segun varias fuentes y 1400 millones de dólares en pérdidas-, según los expertos de la Defenda Civil que impartieron un taller en un Día de Preparación para la Defensa en el cual participé por mi condición de uno de los directores de programas de Radio Granma para tiempos excepcionales, fueron:
1.- No se esperaba que Denis tuviera una trayectoria que rozara el sur de Granma pues en más de 100 años ningun huracán había golpeado por ahí en el mes de julio.
2.- Se consideró poco confiable la información del radar meteorológico de Pilón por parte de autoridades granmenses, llegada al mediodía del 6 de julio, porque el equipo estaba en ese momento atrasado tecnológicamente, a pesar de que el operador alertó a sus superiores y a nosotros en los medios.
(Sobre la alerta que nos hizo a nosotros en los medios y cómo nos la jugamos alertando a Niquero, Media Luna y Pilón sin esperar la autorización del PCC de Granma, lo cuento en este enlace)
3.- Si bien la respuesta de las autoridades y el pueblo fue heroica (copio textualmente de mis apuntes de la época) fue insuficiente dada la envergadura del evento en los momentos previos al impacto.
Causas reales. Sin embargo, no se mencionó entonces, al menos en ese taller, que las máximas autoridades de Granma estaban en una asamblea del PCC, presidida por Ramón Machado Ventura, en Manzanillo, y que esa era la prioridad informativa marcada por los ideólogos para los medios lo cual nosotros, en Radio Granma, desobedecimos pero demasiado tarde.
¿Qué pasó en San Antonio del Sur e Imias hace unos días?
Inés María Chapman, viceprimera ministra del gobierno cubano, ha declarado que debido a que son dos lugares bajos rodeados de montañas, cayeron 500 milímetros de lluvia en una hora -algo que nunca había sucedido allí- y que los ríos se crecieron, subió el nivel del mar y se produjo un remanso que inundó ambos pueblos.
Veinte años después, otra vez el criterio de lo que no se esperaba, de lo que se cree que no debe suceder, y sucede. Parecería que somos incapaces de aprender de las lecciones de la Naturaleza. Quien sabe si llegará al millón de repeticiones, las veces que Rubiera y otros meteorólogos nos han dicho que un huracán no es un punto sino un sistema, que sus bandas de lluvias torrenciales asociadas pueden estar, incluso, a decenas y hasta cientos de kilómetros de su centro.
Veinte años después, otra vez un huracán sorprende a las autoridades ocupadas en otros asuntos -en esta ocasión El Gran Apagón- lo que demuestra que el sistema de gobierno en todo el territorio nacional está mal diseñado y en función de que todos sus directivos y funcionarios se concentren únicamente en lo que se está concentrando la máxima dirigencia, hasta que las mismas máximas autoridades se percatan del peligro y los mandan a prevenir cuando ya es demasiado tarde para llegar a cada ciudadano.
En Cuba, deberíamos saber tanto de huracanes como de beisbol o de las elecciones en Los Estados Unidos. Y eso solo se logra siendo tan sistemático como los programas deportivos sobre pelota, y poniéndole énfasis comunicacional a las medidas preventivas ante estos eventos tanto como cuando hay un Clásico Mundial o una contienda política en el corazón del imperio.
A ese déficit de sistematicidad, en circunstancias normales, de contenidos preventivos sobre ciclones que hay en nuestra radio y televisión, hay que sumarle -o restarle en términos de eficacia comunicacional- la percepción disparatada de muchos ideólogos -incluso directivos del ya no tan nuevo Institituto de Información y Comunicación Social- de que la llamada Comunicación 2.0 -contenidos en redes sociales, blogosfera y web- es la única eficiente y que los medios tradicionales -radio, televisión, prensa plana, carteles o relaciones interpersonales- ya no son tan efectivos. Para tal conclusión, se basan en datos internacionales. La pregunta es: ¿Son esos datos aplicables acríticamente a los hábitos de la audiencia cubana?
Oscar puso en evidencia el dislate de modo siete veces macabro y triste, como se ha visto hasta ahora. Los mismos periodistas, comunicadores de medios oficiales que en sus redes sociales y sitios webs, los mismos directivos de esos medios, fueron incapaces de plantarse ante las autoridades a todos los niveles -desde el nivel del propio Instituto de Información en relación con el Comité Central del PCC- y decirles que el proceso preventivo no se decide en estos casos en Cubadebate, el Granma, Cubasí... Ni siquiera en Canal Caribe, Telesur o Radio Rebelde -no voy a hablar de Radio Reloj que, obsoletos y enquistados, dieron vergüenza ajena paradógicamente siempre desactualizada la emisora que marcha junto al tiempo, según su lema- sino en el ámbito de la comunidad, a través de mecanismos interpersonales o directos sobre todo porque estábamos en medio de un apagón que, por consiguiente, produce una pésima conectividad.
Entonces nos encontramos ante la combinación de dos causas comunicacionales fundamentales que se repiten en Oscar y que se dieron en Denis hace veinte años, como si no hubiéramos aprendido nada:
1.- La excesiva centralización de la decisión acerca de cuándo enfatizar en la información preventiva y la socialización concreta de la alarma, o sea, decirle a la gente clara y directamente: "Eso viene para arriba de nosotros, aquí no estamos seguros, eso te puede matar a ti o a los que tú más quieres".
2.- El uso de soportes inadecuados e ineficaces para poner ese énfasis donde se puso, en vez del uso de herramientas directas en el ámbito comunitario, que son las más eficaces ante la inminencia de un evento peligroso.
Oscar nos demuestra, por enésima vez, que la comunicación preventiva se decide en la comunidad. Y que seguimos repitiendo huracán tras huracán los mismos errores.
Ahora, como ya nos tienen acostumbrados los medios y comunicadores profesionales estatales ante cada evento traumático: lo mismo que cuando la explosión del hotel Saratoga o el incendio de la base de supertanqueros de Matanzas -que ya sé no podían de ningun modo prevenirse desde la Comunicación Social, comienzan a contar lo que llamo La Epopeya del Desastre. Veremos las imágenes de los actos heroicos innegables del personal de rescate, los post clamando por ayuda a los compatriotas guantanameros, los videos de El Presidente y El Primer Ministro rodeados de gente humilde que, al menos en la apariencia, siguen confiando en ellos. Me cuentan que uno de esos humildes le ha pedido -o exigido, como le corresponde a un ciudadano- a Diaz-Canel que investigue...
Pero más allá de las responsabilidades individuales, El Presidente no tiene nada que investigar. Las responsabilidades son sistémicas y están en el mismísimo modo de ellos de gobernar y de entender la comunicación política y preventiva en cuyos procesos las islas -las individualidades y las excepciones- son ineficaces. Porque siempre hay excepciones. El periodista Vera Portales, mi equipo de entonces en Radio Granma y yo fuimos una excepción en el 2005 y no pudimos evitar el desastre. He visto ahora los intentos de Lisandra Martín y otros muchos en las redes. Pero, insisto, los procesos comunicativos no funcionan como islas.
Cuando me cuentan La Epopeya del Desastre, no puedo evitar preguntarme por qué, los mismos comunicadores profesionales que derrochan talento para contarla, no derrochan talento para prevenir y lograr que los gobernantes e ideólogos, desde el Consejo de Estado y el Comité Central hasta el Consejo Popular y la cuadra, al fin comprendan. Sé que es difícil. Yo estuve ahí. Primero me botaron y después me rendí.