lunes, 29 de abril de 2024

La Patria para mi.

Por: Jorge Luis Veleta Mederos.

 

 A Roxana Pineda Labairo la única mujer que me ha obligado a cantar en mi repuñetera vida. 


La patria, para mí, se fabricó de pájaros, 

de incesantes mordidas en el pecho y de carísimas fiebres.

La patria me buscó desde que supe mi nombre

y pronuncié mi nombre como patria, como mujer anclada en las llovizna olorosas del trópico.

Y fui diciendo patria cada día y fui diciendo costumbre,

y fui diciendo casa y  fui diciendo amigos.


La patria me fabricó dos hijos tan hermosos que hasta duele mirarlos,

fabricó manantiales y luciérnagas y fabricó esperanzas.

 Luego me regaló una virgen amarilla, una ceiba y un son para bailar.


Por eso llevo a mi patria hundida en los riñones como si fuera piedra

y hace frio sin ella en las ciudades donde nunca he vivido;

porque la patria se fabrica de vivir el insomnio ,

pero también de muerte y nacimiento. 

Patria es una guitarra bienoliente, una  frente muy alta y algún decir adiós;

por eso es que mis amigos huyen  con la patria en el hombro.

Y vuelven. Y beben patria con café. 

Y no quieren volver a las ciudades donde nunca he vivido.


La patria para mí,  la verdadera patria, tiene los pechos grandes para todos,

nos ofrece la paz y el huracán, las invaluables tardes de diciembre y el olor a sofritos.

La verdadera patria es fiel al tacto y  tangible;  

yo no tuviera patria si escogiera donde me duele menos,

mis hijos no tendrían patria ni dolor canciones.

Y ya no tendría  ni un son para bailar.


Porque la patria, la verdadera patria para mí,

es la muchacha loca de Gibara que se llama Karina,

o una cita de amor con Celia Cruz,

o un saxofón abierto en la penumbra del Benny.


La patria para mí, la verdadera patria es el recuerdo enorme 

de que habito en el cielo dondequiera que voy.





martes, 23 de abril de 2024

𝐈𝐧𝐭𝐞𝐫𝐯𝐞𝐧𝐜𝐢ó𝐧 𝐞𝐧 𝐀𝐬𝐚𝐦𝐛𝐥𝐞𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐔𝐍𝐄𝐀𝐂 𝐝𝐞 𝐂𝐚𝐦𝐚𝐠ü𝐞𝐲 el 𝟐𝟎 𝐝𝐞 𝐚𝐛𝐫𝐢𝐥 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟒

Por: Juan Antonio García Borrero.


Debo confesar algo. Esto que he intentado resumir en un texto cuya lectura quiero que no supere los cinco minutos, podría parecer que ya ha sido dicho. Y no es un error, porque, en efecto, desde el año 2016 lo vengo reiterando en diversos foros públicos, incluyendo asambleas como estas donde están presentes altas autoridades del territorio, y directivos de la capital. Por tanto, el primer problema sobre el cual me gustaría llamar la atención es sobre la ausencia de un efecto vinculante en aquellas reflexiones que muchas veces protagonizan en determinados cónclaves la vanguardia artística y la vanguardia política. 

Pienso que en estos momentos no habría nada más importante en el orden cultural, que pensar críticamente cuál puede ser el aporte de la vanguardia artística al desarrollo de la nación, que es mucho más que la isla física, el Estado, el Partido, o los grupos que pugnan por imponer sus respectivas visiones de la realidad. 

La cultura es algo que precisamente, a diferencia de la política (que excluye), logra articular en un mismo cuerpo la gran diversidad de prácticas y acciones que se desarrollan en su seno. Si la cultura todavía sigue siendo lo primero que hay que salvar, es justo porque en ella vamos a encontrar protección todos los cubanos, vivan donde vivan, y piensen como piensen. 

Sin embargo, tengo la impresión de que, como vanguardia intelectual, no estamos todavía preparados para entender las profundas transformaciones que ya están ocurriendo a nuestro alrededor, donde no solo han surgido nuevas prácticas culturales, sino también, nuevos públicos, nuevos consumidores. ¿Podríamos seguir utilizando el mismo lenguaje de hace diez años si quisiéramos resolver los nuevos problemas que ya nos están afectando? ¿Llegará la vanguardia intelectual en Cuba a entender que hoy la producción y el consumo cultural andan por caminos bastante distanciados de esos que nosotros, los intelectuales, creíamos institucionalizados para siempre? 

Pienso que algo que deberíamos priorizar es la modernización de una política cultural que, a mi juicio, ahora mismo luce totalmente superada por la Historia. 

Tendríamos que recordar que, aunque desde el siglo XIX los Estados se han ocupado de intervenir en ciertas áreas de la cultura, y proteger o impulsar con sus disposiciones públicas determinadas actividades, no es hasta después de la Segunda Guerra Mundial que el término política cultural asume un carácter oficial a nivel internacional. 

Eso quiere decir que la política cultural no es algo que se encuentra hecho para siempre, sino que tiene una dimensión histórica, y, por tanto, necesita ser evaluada y actualizada con sistematicidad, algo que entre nosotros no se ha hecho, pues se apela a la convicciòn de que aquello que se declaró por Fidel en las “Palabras a los intelectuales” sigue funcionando para lo que sucede ahora, lo cual, por cierto, es lo más antimarxista que uno pueda imaginar. 

Desde 1959 Cuba cuenta con un sistema institucional que ha posibilitado el acceso de sus ciudadanos a lo mejor de la cultura universal. El problema que hemos tenido con el examen crítico de la política cultural, es que apenas se han tomado en cuenta las expectativas de los gobernantes, en función de un criterio reductoramente ideológico que, para colmo, recorta los pronunciamientos a los espacios vinculados al arte y la literatura.

Como consecuencia de ello, la creatividad de las personas en el día a día (la invención de lo cotidiano, diría De Certeau) se pierde por completo de vista, fomentándose la idea de una cultura que solo es concebible a nivel institucional, es decir, legitimada por la tradición y el conjunto de instituciones que ya existen. No importa que, por ejemplo, las bibliotecas tradicionales asistan a la deserción masiva de sus lectores, quienes hoy viven bajo el influjo de las nuevas estrategias de lecturas: más allá de esa biblioteca tradicional, según los defensores de ese enfoque decimonónico, lo que existiría es una devaluación de la práctica lectora.

En realidad, desde los años noventa del siglo pasado se viene hablando de la necesidad de actualizar y repensar el concepto mismo de “política cultural”. En el “Informe de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo” auspiciado por la UNESCO puede leerse lo que sigue:

“A menudo, la política cultural se limita a ser una política para las artes, haciendo hincapié exclusivamente en la búsqueda de la excelencia artística e institucional. El resultado es una forma de política “minusválida”, que desvía el debate sobre el apoyo a la diversidad, la opción y la participación ciudadana, hacia cuestiones trilladas sobre “bellas” artes frente al arte popular, estatuto profesional frente a estatuto de aficionado, o si las artesanías, el floclore y otras formas de arte popular deberían ser objeto de apoyo”.

Aunque las discusiones en torno a las políticas culturales en Cuba parezcan un asunto doméstico, en verdad estamos hablando de política exterior. En un mundo como el que actualmente habitamos, tan globalizado, tan conectado entre sí, lo que se construya como imagen cultural hacia el interior del país tendrá una repercusión inmediata en lo global. Veinte años atrás un Estado podría darse el lujo de prescindir de esos nexos, pero hoy, hacerse de la vista gorda sencillamente suena a conato de suicidio.

Lamentablemente, no hay entre nosotros todavía una conciencia real del problema. Nos sigue pareciendo que política cultural y control de los contenidos culturales que circulan dentro del país es lo mismo. Y lo que es peor, se asume que la política cultural ya está hecha, y que a diferencia de la cultura (que está en permanente construcción, y con todos los actores sociales negociando bienes simbólicos) no necesita ser renovada, discutida, repensada. Aquí vendría la pregunta del millón, desde luego: ¿quiénes, entre nosotros, estarían autorizados a enfrascarse en un debate de ese tipo?

Mi criterio es que son los creadores los que, en primer lugar, deberían fomentar discusiones de ese corte. Pero creadores en el sentido auténtico de la palabra, pues puede darse el caso de que, bajo el título de artista, y la autoridad simbólica que reporta ese rol, se defienda de modo ciego un orden de cosas que ya ha sido superado por la vida misma. Por lo que la autoridad debería provenir solo de lo epistemológico.

Debo decir que en el octavo Congreso de la UNEAC escuché criterios bien atinados que iban en esa dirección. Y del discurso de clausura de aquel evento del entonces primer Vicepresidente Miguel Díaz-Canel, subrayé pronunciamientos que, a mi juicio, indicaban de modo muy inteligente la necesidad de poner a la creatividad en función de nuestras políticas culturales, y no a la inversa. No me canso de citar esta consideración realizada en ese discurso:

“Debemos evaluar con rigor el impacto de las nuevas tecnologías en el consumo cultural, en la creación y la distribución. No puede verse ese impacto como algo negativo, sino como un reto inédito para la relación de las instituciones con los creadores, que debe reforzarse sobre reglas de juego diferentes. Tenemos que usar las nuevas tecnologías para promover lo mejor del talento con que contamos”.

Precisamente el uso creativo de las nuevas tecnologías en función de lo cultural, solo será posible con una política cultural inclusiva, que mire desde lo ciudadano (y no exclusivamente desde lo institucional, o lo que sus funcionarios deciden) las potencialidades que brindan ese conjunto de dispositivos que ya inundan nuestras vidas cotidianas de un modo informal. Y es un desafío que, en efecto, demanda nuevas miradas y nuevas lecturas.

Imagen tomada del perfil de FB del autor


jueves, 18 de abril de 2024

La prensa estatal y el ridículo de la dirigencia

 La tendencia de la prensa estatal cubana a no profundizar en las causas y condiciones internas, desde un accidente de tránsito  hasta nuestras fallas sistémicas, imbeciliza a los dirigentes del partido y el gobierno de cara a la opinión pública. 

El bulling social es una de las directrices evidentes de la inteligencia al servicio de la crápula que vive del diferendo entre Estados Unidos y Cuba, y han levantado fortunas y centrado sus carreras políticas en el odio y los extremos irreconciliables desde ambas orillas. Cierta prensa estatal, cada vez con mayor impacto, parecería bailar al son de esa matriz de descrédito al operar, cada vez con mayor frecuencia, una de las variables más contundentes: el ridículo. 

Ejemplos sobran: 

Desde aquel fragmento editado, y sacado de contexto, de Diaz-Canel diciendo que "la limonada es la base de todo" que pasó a los anales del choteo nacional, o la Mesa Redonda acerca de los avestruces y el héroe campesino Guillermo García expuesto al vacile criollo hasta el periódico Granma publicando declaraciones generales del Primer Ministro, verdades de Perogrullo que hasta un niño de preescolar conoce o intuye pero que nada aportan en concreto a la resolución de los problemas como esa de: "si no tenemos identificado cuáles son los problemas, cuáles son las distorsiones en los diferentes ámbitos, no vamos a avanzar". 

¿Han meditado el periodista, el jefe de redacción del periódico, sobre lo que están propagando, destacando, enfatizando, como esencia de una reunión con los gobernadores de las provincias del país? Está diciendo el periódico que, luego de cuatro meses de que el gobierno anunciara un proceso de rectificación de problemas y distorsiones que afectan la economía, ¡a cuatro meses! todavía los gobernadores de las provincias no tienen identificadas esas distorsiones y esos problemas. ¡No lo sabe tampoco el Primer Ministro a pesar de recorridos y más recorridos por los territorios! Entonces a cualquiera, sea simpatizante o no del gobierno, se identifique o no con la ideopolítica gubernamental, no le queda otra que preguntarse: ¿A qué rayos van a las provincias? ¿Cómo diablos anuncian un proceso de rectificación de distorsiones sin saber cuáles condiciones, en concreto,  tienen que modificar? ¿Por qué no mencionan procesos y responsables con nombres y apellidos? ¿No es esa transparencia y combatividad la que se espera de un revolucionario, un comunista?

Y uno se pregunta: ¿No es esa manera simplista, reduccionista, generalizadora, un modo de ridiculizar el abordaje que en las estructuras de gobierno se hace de los problemas nacionales?

Otro ejemplo es el de la producción nacional de la cerveza que uno de nuestros foristas mencionaba en un comentario de la entrada anterior. La funcionaria de una Organización Superior Empresarial declara con lozanía que la industria cervecera nacional lleva dos años sin recibir financiamiento para producir, que incluso sus trabajadores han tenido que realizar labores agrícolas -aunque me resulte difícil imaginar a cualquiera de los directores o subdirectores de La Bucanero, de Holguín, yendo a sembrar ajo a Gibara o Antilla- pero nosotros, pobres mortales, estamos viendo al doblar de nuestras esquinas establecimientos que expenden cervezas Bucanero y Cristal envasadas en latas o botellas. ¿De dónde salieron? ¿Fueron producidas hace dos años atrás y estaban almacenadas? 

Eso  sin contar el enfoque en el uso del término: "recibir financiamiento". ¿Cómo una fábrica con un mercado asegurado, y cautivo, donde desde hace como veinte años la demanda ha sido siempre superior a la oferta, tiene que "recibir financiamiento" para su producción? ¿Quién tiene que otorgarle ese financiamiento? ¿Cómo es posible que la propia fábrica no haya sido capaz de establecer una dinámica que le permita a ella misma financiarse? ¿Por qué el periodista no hurga en las causas y condiciones que hacen que: 

1.- Haya cerveza Bucanero y Cristal ahora mismo en los comercios privados de la calle Maceo en Regla a pesar de que una funcionaria asegura que hace dos años las fábricas no reciben financiamiento? 

2.- Por qué una empresa con un mercado cautivo y un producto altamente demandado no puede generar y disponer de su propio financiamiento?


Cualquier reunión gremial, evento científico, conferencia magistral, congreso organizado por la UPEC o la Asociación de Comunicadores Sociales, tributa a un colosal ridículo colectivo si los periodistas estatales no son capaces con sus preguntas y sugerencias de concretar, o inducir a que los dirigentes concreten, argumentan, demuestren con datos y hechos. 

 Cuando a mi me hablan de labor político-ideológica, cuando escucho que hay que actualizar el modelo de gestión de nuestra prensa estatal, pro-socialista, pienso en esa concreción y no en la evasión de las profundidades. No pienso en consignas. No pienso en fotos de un trabajo voluntario con los dirigentes vestidos con ropa de marca y sin sudar en el país que hace unos días batió su récord de máxima temperatura. No pienso en verdades de perogrullo amplificadas con frases sacadas del contexto del debate -porque quién sabe si, en realidad, los debates en esas reuniones son profundos y concretos- y reproducidas como tips para tontos de capirote... 

Cuando me hablan de trabajo político-ideológico pienso en una prensa con periodistas que sepan, o pregunten a quienes corresponda, que al doblar de su casa venden cerveza Bucanero a pesar de que les están diciendo que la fábrica lleva dos años sin poder financiar su producción. Pienso en un medio que explique la política de inversiones de los últimos quince años y demuestre por qué hay que ponerle millones y millones a inmuebles para una industria turística con una exigua tasa de ocupación o en otro que le pregunte al Presidente a qué partida del presupuesto del Estado -o sea, del dinero del pueblo- se le cargan los gastos de su esposa cuando sale al extranjero, en un país donde formalmente no existe el cargo de Primera Dama. ¿Por dónde va el proceso de instrucción contra Gil que anunció El Presidente? Por fin: ¿La fuga de gas que hizo explotar el Hotel Saratoga tuvo responsables o fue obra de Dios por inspiración del Spiritu Santos?  Y todo eso sin que ese profesional que inquiera desde los medios del pueblo, por mandato constitucional, sea considerado opositor, confundido, contrarrevolucionario o apatrida sino que se honre el ejercicio de un derecho a través de una prensa que se vende como representativa de los humildes con los humildes y para los humildes. 

¿Pienso? 





lunes, 15 de abril de 2024

El mérito parametrado I

 Tomado del FB de Rodolfo Alpízar*


Por un mensaje de Esther Suárez en Facebook me entero del fallecimiento de Ramón Calzadilla.

Silencio absoluto de los medios, ninguna institución cultural se pronunció, y de las autoridades para qué hablar. 

Ramón Calzadilla fue un gran barítono, pero cometió el pecado de emigrar a otras tierras, y fue borrado de la memoria oficial. 

Acepto que, como afirma el dicho, lo que es costumbre no extraña. Pero no entiendo ni perdono que pase lo mismo con su hermana, Julia Calzadilla.

Julia vive en Cuba, tiene a su haber dos premios Casa de las Américas, sus textos están en los cuadernos escolares, es premio de la Federación Internacional de Traductores, es una reconocida egiptóloga y es uno de los pilares de la interpretación y la traducción en Cuba, ¡una gloria de nuestra patria!

Sin embargo, parece que para quienes mueven los hilos de la cultura ella no existe. No se le otorga el premio nacional de literatura, más que merecido, y, como ciertos personajes siguen teniendo poder, no se aprueba el premio nacional de traducción, el que habría que darle en su primera edición. 

Para quienes opinen que exagero, les recuerdo que hace unos meses completó los 80 años y, salvo una escueta nota de en Facebook, se pasó por alto. Comparen con la forma como se actúa con otras personas que distan mucho de los méritos de Julia Calzadilla. 

El hermano vivía lejos, pero Julia está aquí , vive entre nosotros. Es hora de honrarla como se merece por sus aportes a la cultura (¡y a la economía!) de este país.

* El título lo puse el administrador del blog.

miércoles, 10 de abril de 2024

Congreso UJC: El eslogan no es el problema

 

Por: Darío Alejandro Escobar*.




He leído atentamente lo que se ha informado sobre el reciente congreso de la UJC y el feedback posterior. Una de las críticas que muchos de mis colegas le hacen al congreso es la desacertada selección de la identidad de marca para la campaña. Especialmente, el eslogan.

 Lo diré por lo claro.

El eslogan no me parece incorrecto. Al contrario. Las críticas que se le hacen desde el espectro de izquierda es que debiera haberse aludido a algo más colectivo. Pudiéramos concordar con esta idea, pero es que lo colectivo se construye desde la individualidad. No son excluyentes. Lo colectivo es la suma de las individualidades por un objetivo común. Y ahí es donde falla el asunto. 

El eslogan no es malo. Lo que es malo es la organización, el producto, el liderazgo. La campaña es fallida porque su mensaje, aunque cumple con los objetivos que quieren impulsar, está enviado por una marca (UJC) absolutamente desacreditada por la época y la inmensa mayoría de los jóvenes del país. Su audiencia no los valida, no los respeta. No vende. Incluso entre su personal interno sabemos que muchos aparentan formar parte para ascender en la escalera social y política del país. 

Es incongruente el mensaje de campaña con el de la organización. Y si la organización está desacreditada y no asume una comunicación de crisis y sigue fingiendo que no tiene problemas, nada la salvará. Menos una campaña para movilización que simule un nuevo amanecer.

 Yo sí creo que los jóvenes que no puedan y no quieran irse de Cuba −seamos honestos, estos últimos son pocos− deberían crear su felicidad, primero desde una individualidad responsable, pero efectiva, y después colectiva. No queda de otra si queremos sacar a este país del marasmo y la debacle, aunque sea a mediano o largo plazo. Por tanto, habría creído en el eslogan si hubiera sido un congreso profundamente autocrítico; si hubiera sido un congreso plural, si realmente hubiera sido el congreso de una organización de vanguardia real y no otro pantallazo más. 

Así el eslogan, la campaña, habrían funcionado. Pero ni el mejor estratega de marketing puede salvar una organización, un producto, un liderazgo que está tan dañado. Necesitaría hacer un rebranding** con todos los hierros y no es un trabajo de coser y cantar. Creo que los nuevos funcionarios a los que les toca dirigir la UJC deberían pensar en que ese puede ser un buen primer paso. Y no es algo que los comunistas cubanos no hayan hecho antes. Descabellado no es, pero es audaz, y de audacia no estamos sobrados. Aunque realmente, como ya sabemos, el problema no es solo de comunicación, es mucho más profundo.

* Joven periodista cubano, graduado de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.  Actualmente trabaja en la agencia Cun Cun de diseño y comunicación.

** Estrategia de marketing para renovar una marca consistente en cambiar su elementos identificadores parcial o totalmente, asociando los nuevos elementos a una nueva visión organizacional. 

sábado, 6 de abril de 2024

Aquellas croniquillas I

 Experimentos.


"Voy a vender la turbina, porque, en un final, a mi me llega el agua todos los días a la ducha", le dijo un amigo a otro hace unos diez años. El otro -precavido-, le aconsejó que no lo hiciera, que: "este país es impredecible". Como nadie experimenta por cabeza ajena, mi amigo vendió la turbina y ahora rumia sus sequías, y se lamenta.

"Somos la generación de los experimentos, Giordan", me dice un vecino de mi niñez, y me recuerda que en nosotros aplicaron por primera vez las pruebas de ingreso a la universidad, las brigadas estudiantiles de trabajo, el año de servicio militar obligatorio para los que obtuvieran carreras universitarias y los cinco puntos de criterios del profesor que equiparaban a los que sí estudiaban con los que eran "carne de reuniones, tribunas y matutinos".

"Un día amanecimos con que el futuro tendría que ser necesariamente de hombres de ciencia, y otro con que lo más importante es un boyero o un cerquero. Un día las clases eran por televisión y los maestros eran tan muchachos como los alumnos, y nuestros hijos debían estar casi todo el día en la escuela; y otro día la familia es la responsable de la proliferación de antivalores y violencia psicológica, y el sistema educacional se lava las manos", agrega mi vecino de la niñez

"Este es un pueblo extraño", me dice un chófer santiaguero que trajo a una agrupación a las Fiestas del Mar, y tuvo que hacer malabares debido a las prohibiciones de tránsito, para acercarse todo lo posible al lugar donde tenía descargar los instrumentos. "Me cuentan  que únicamente los autos del gobierno no afectan con las vibraciones de sus motores la arquitectura del centro de la ciudad", añade con la típica entonación de la tierra indómita, y se ríe con su colmillo de oro.

Las campanas de la parroquia llaman a misa por la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, e instintivamente miro hacia donde alguna vez estuvo el reloj del ayuntamiento.

 Llovizna.

Recuerdo que ya el reloj no existe, he visto hace poco sus restos herrumbrosos en una nave que usa como local de ensayo la comparsa de La Pesquera -que, extrañamente, ensaya en la Calle Ancha, en el otro extremo de la ciudad-. Y entonces me viene a la mente aquel que quiso experimentar y poner un reloj digital en el techo del restaurante Las Américas -porque teníamos que estar uniformes con el centro de la capital provincial-, y allí se quedó el adefesio de estructura de bloques por muchos años; o la costumbre impuesta por el gobierno de que los restaurantes saquen mesas y sillas para la calle –y dejen sus salones vacíos-, asen cerdos en púas, con el husmeo de los perros callejeros entre los restos de comidas como en una perfecta aldea sajona de la Edad Media, mientras cada veinte o treinta metros varios equipos de audio compiten entre sí, en pos del trofeo de cuál hace más bulla o amplifica música más pedestre, y un coche tirado por dos chivos pasea a los niños alrededor de los comensales, y del cielo no cae el maná sino los desechos industriales de los molinos de arroz porque “no queda otro remedio que almacenarlos al aire libre” según un funcionario local. 

Allí, en cada esquina del parque De Céspedes, están las bases pintadas que feamente contrastan con la pátina de las esfinges que señalan los puntos cardinales. A uno de esos “experimentadores” se le ocurrió que cubrir con vinil blanco la pátina de las cuatro bases porque “se veía más bonito”… Mudas testigos, las esfinges de los experimentos, las iniciativas, el dislate continuado…

Escrita en el 2011, cuando se discutían y aprobaban los lineamientos del presunto Nuevo Modelo Económico. 





El Hombre del Sombrero de Yarey


El Hombre, bajo el amparo de un sombrero de yarey, mira hacia la cumbre, y dice con desprecio: “Y pensar que yo cumplí por unos sacos de harina”. Lo miro, sonrío, camino. Al llegar a la siguiente cuadra, el Hombre se me adelanta un poco, y me pregunta: 

“¿Cuánto valdrán dos sacos de harina a precio de Estado?”

“No tengo idea. Supongo que un poco en el mercado empresarial y un pocotón en el mercado negro”. 

“¿Valdrán más que el agua que se está botando ahora mismo?” Y noto en su tono cierto reto. “Si yo cumplí 18 meses por dos sacos de harina, ¿cuánto deben cumplir los responsables de esa estafa de acueducto..?” Y me señala el enorme caudal que baja por las calles transversales a ¨Narciso López¨ cada vez que ponen el agua para la parte alta de la ciudad, cada cuatro o cinco días en condiciones normales.
Al llegar a la esquina de la telefónica, nos separamos. 

El ex-presidiario, como se autodenomina con extraño orgullo, sigue rumiando su berrinche con una anciana que, ayudada por un bastón, trata de sortear un charco en plena sequía....

Escrita en 2016, cuando aún el Estado seguía sin aplicar aquellos lineamientos del Nuevo Modelo Económico. Ocho años después, las aguas siguen corriendo por las calles de Manzanillo, y el precio de la harina ha aumentado casi cien veces.