A los padres, y a los míos.

 La verdad es que no soy uno de esos silviófilos que pueda decir haya escuchado todo, ni tanto de lo más promovido ni menos de lo recóndito, de las canciones del poeta. A cada rato descubro que me he estado perdiendo alguna vibrafonía, y creo es mejor así. 

Hay secuencias cerradas, inertes, de auroras y ocasos en que uno cree todo se va a desmoronar. Como no puedes ir a casa con los tuyos el Día de los Padres,  planeas ir en bici hasta casa de un amigo pero te retiene el trabajo -no el que disfrutas-, el otro, el que si dejas de hacer no tienes cómo alimentar a los tuyos el mes entrante. Ese que, dicen, aliena. Te comienzas a encariñar con un perro callejero -como antes con un gato que nunca más volvió- y llegas y el vecino te dice que el animalito murió esta tarde, quizás, de viejo. Ya tenía nombre y todo: ¡Canelo! (Que no se lo puse yo sino un email)

Hay secuencias cerradas, inertes, de auroras y ocasos. Entonces estás instalando una PC -para buscar una plata extra, digamos- y descubres que, efectivamente, has sido un silviófilo incompleto, que has sido un pésimo fans pues del disco Expedición solo conocías Totí. Y te sorprende Fronteras. Se la mandas a tu hija, y te responde: 

"Pa, siempre me haces lo mismo. Yo quiero regalarte a tí. Y tú me regalas a mi".

Quédense todos con el regalo, queridos amigos y enemigos, incluso los anónimos.  Al ponerme de frente a tanta verdad terca y recia cantada con sublimación,  ojalá sientan como yo: amanece otra vez....

¡Feliz día de los padres!

Fronteras.

Por: Silvio Rodríguez Domínguez. 

No cuento más que fronteras
hacia cualquier dirección.
Mi estrella fue de tercera,
no mi sol.

Mi cuerpo choca con leyes
para cambiar de lugar.
Mi sueño, rey entre reyes,
echa a andar.

Cuento larga lista de todavías,
marginado de un mundo que hago y no vivo.
Cada confín es un agravio a mi sudor,
mi verso, mi sangre.

Fronteras de tierra,
fronteras de mares,
fronteras de arena,
fronteras de aire,
fronteras de sexo,
fronteras raciales,
fronteras de sueños
y de realidades.

Fronteras notorias,
fronteras quemantes,
fronteras famosas,
fronteras de hambre,
fronteras de oprobio,
fronteras legales,
fronteras de odio,
fronteras infames.

Mi país es pobre, mi piel mejunje,
mi gobierno proscrito, mis huestes utópicas.
Soy candidato al inventario de la omisión,
por no ser globable.

Fronteras que rigen
los sumos lugares,
fronteras tangibles
y siempre intocables.
Lo mismo perpetuas
que provisionales,
me envuelven fronteras
por todas mis partes.

(2000)