No es nueva la noción de algunos comunicadores -profesionales o no- de que Manzanillo es una especie de ciudad Cenicienta, o de que el gobierno local es el de peor gestión en toda Cuba. No juzgo a quienes así piensan, lo expresan y argumentan con las precariedades cotidianas que se padecen en La Ciudad del Golfo. Se suele hablar de lo que se ve, se sufre porque la Patria, como nos legó José Martí -y la propaganda estatal ha obviado a discreción- es: "aquella porción de la Humanidad que vemos más de cerca, y en la que nos tocó nacer".
Pero se cae en la trampa de una especie de territorialización de los problemas y sus causas. Se soslaya la causa mayor, el problema mayor, que sostengo está en el modelo sistémico de gestión de eso que algunos insisten en llamar Socialismo Cubano y, lo peor, como si el tal fuera un proceso consumado o pronto a concluir.
Las fotos que ilustran este texto no son de Manzanillo sino de La Habana. Y no de cualquier Habana, sino de La Maravilla, de La Habana Vieja en la que Eusebio, tan Leal, puso sus sueños, esfuerzos, vitalidad.
Y vemos una bahía llena de deshechos justo entre la terminal de cruceros y la de la lanchita de Regla, esquinas desbordadas de basura por toda la calle Luz o justo a una cuadra de El Capitolio y su cúpulo la de oro recientemente carnavalizada con la espiración cohíba de unos cuantos multimillonarios.
Aquí, en la capital, también se ve el resultado de esa fatal combinación de escasez de recursos provocada por el bloqueo y la mala administración, la desidia y la corrupción empresarial -recordemos el caso reciente del combustible robado a Comunales en el mismo municipio donde radica El Consejo de Estado- más malos hábitos poblacionales heredados o adquiridos del subdesarrollo cultural y cívico persistente que padecemos.
Podría poner otros ejemplos, como el de las cunetas hartas de basura de la ciudad de Camagüey, cuyo Centro Histórico es Patrimonio de la Humanidad, parecería que a costa de que sus periferias vivan en la podredumbre. O Santa Marta, en el umbral del mismísimo Varadero, pueblo donde no sólo pulula la basura por recoger sino, además, apagones que pueden promediar durante meses de veinte a veinticuatro horas como en el peor mes de mi amado terruño.
Entonces vuelvo a los comunicadores que presentan a Manzanillo como lo peor. Es verdad que en la Ciudad del Golfo se combinan los cinco problemas sociales más graves que se sufren en Cuba en estos momentos: la insalubridad comunal, el abasto deficiente -ausente durante meses- de agua potable en una vasta zona de su territorio, los apagones, la inflación que afecta las necesidades humanas más vitales y la inseguridad ciudadana. Pero igual se combinan, estos y otros, en toda Cuba. Entonces habría que entender que cuando se concentra "el fuego de la crítica" en las autoridades locales de Manzanillo -o de cualquier otro municipio- se cae en la trampa ideologética y estatista de la "territorialización" de los problemas la cual pretende dispensar a los principales responsables del modelo de gestión sociopolítico que, en las condiciones impuestas por el bloqueo, nos han traído a la actual policrisis....
(CONTINUARÁ...)