sábado, 30 de agosto de 2025

Autonomía e independencia

 Por: Yolanda Molina Pérez

(Tomado de el periódico: Guerrillero)

Desde finales de la década del ‘80 del pasado siglo, con el derrumbe del campo socialista en Europa del Este, quedó claro que la especialización y el intercambio equitativo, al amparo del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), no era la solución para el desarrollo y el futuro de esta Isla del continente americano.

Cuba siguió apostando por la misma ideología, a un alto precio, con pérdida de la calidad de vida y un deterioro ético – moral, asociado a la crisis económica que propició el resurgir de prácticas y conductas que iban en detrimento de valores que, desde 1959 y hasta ese momento, se enarbolaban como victorias sociales.

La prostitución, el proxenetismo y la mendicidad se insertaron en nuestra realidad, con etapas de más o menos esplendor. También se introdujo el concepto de economía de guerra en tiempos de paz, bajo el eufemismo de “periodo especial”.

Cambios constitucionales para incorporar la inversión extranjera, la despenalización de la tenencia de divisas y la reaparición del sector no estatal fueron, entre otras, medidas adoptadas; si bien no lograron eliminar del vocabulario de los cubanos la frase “tú te acuerdas…”, en evocación a tiempos mejores, trajeron cierto alivio, o al menos,  así lo experimentó la mayoría; aunque los salarios seguían siendo insuficientes y las tiendas en divisas no constituían una solución al alcance de todos, pero se contaba con ofertas estatales en moneda nacional.

Desde ese entonces, sustituir importaciones, buscar la eficiencia empresarial y conseguir el autoabastecimiento alimentario forman parte del discurso estatal, lo que junto al desarrollo de la ciencia y la innovación deben ser pilares del desarrollo de la nación.

Lo cierto es que, a mediados de la cuarta década, tras la debacle del campo socialista, seguimos como un proyecto oral, en el que se repiten las mismas palabras, recicladas, modernizadas, con un tufillo de renovación que no remueve las esencias ni nos acerca a soluciones definitivas, autónomas y sostenibles.

Hay que darle mérito a la pandemia, la Covid-19 incidió sobre la economía mundial, y para nosotros, los efectos estuvieron acompañados del innegable recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos a Cuba.

En julio de 2024, en sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), el primer ministro Manuel Marrero Cruz reconoció que la estrategia de Gobierno para reimpulsar la economía no avanzaba al ritmo esperado y admitió “las insuficiencias propias” como la causa interna de mayor peso; asimismo, señaló que “estamos en economía de guerra”.

Tal concepto “aplica en momentos históricos…, sean o no conflictos armados, o en periodos de extrema autarquía, y que tiene por objetivo mantener el funcionamiento de las actividades económicas indispensables para un país, procurar el autoabastecimiento…”.

El racionamiento para limitar el consumo es una de las primeras medidas, pero eso ya lo teníamos adelantado desde el 19 de marzo de 1962, con la libreta de abastecimiento, -que iba a ser temporal-, pero seguimos sujetos a ella, con un decrecimiento notable en cuanto a productos, cantidad y estabilidad, parece que la bonanza se resiste a esta región insular.

También se requiere, en esos contextos, control monetario para evitar la hiperinflación y favorecer la autarquía, según expertos, es época propicia para el desarrollo de tecnologías e innovación con recursos propios y a bajo costo.

Es evidente que poco hemos avanzado en tales propósitos, razón demás, para que congresos, eventos, simposios y sucedáneos se eliminen, y de paso, los gastos que generan. La ciencia es más que intercambios teóricos  (no, no olvido las vacunas), pero se esperaría más, tras 35 años de asumir preceptos de la economía de guerra.

Lo más preocupante es que tal concepto aplica para la austeridad cotidiana de la población, y no se han eliminado gastos superfluos: una nación centrada en la sobrevivencia no ha de permitirse eventos deportivos, culturales, ferias, exposiciones, actos… y la lista podría ser mucho más extensa.

Durante la V Feria de Hostelería y Restauración, Marrero Cruz ofreció declaraciones a la prensa en las que aseguró que esos eventos son autofinanciados; pero no sucede igual con los nacionales, costeados con el presupuesto y a sabiendas de que poseemos un déficit fiscal millonario.

La transparencia económica es mucho más que un comentario o aseveración en voz autorizada, y de esa estamos necesitados los cubanos, porque tanto esfuerzo cotidiano, sacrificios, renuncias merecen, al menos, la recompensa de saber dónde, cómo y en qué se emplea el dinero de este país.

Porque si una feria internacional genera ingresos cuya cuantía no se revierta en toda la nación, pues entonces hay que valorar aspectos tan precisos como cuántos hogares se encenderán con la energía que se consumirá en ese recinto, y más allá de amortizar los gastos, valorar el impacto político sobre los cubanos que día a día se empeñan en sostener la esperanza de que saldremos adelante, lo que se hace difícil en un contexto de medidas impopulares e ineficaces tomadas fuera del momento oportuno. Y si vamos a hablar de autarquía, ¿cuánto hay de ella en la sostenibilidad diseñada a partir de los emigrados? Nada.

Apostar por la autonomía se escapa de un discurso, se necesitan estrategias sólidas y coherentes que nos conduzcan hacia ese camino, y para ello precisamos más que cierta cantidad de hectáreas de yuca, boniato o plátano. No faltan los ejemplos de materias primas nacionales existentes que se importan por una inadecuada distribución de la energía para su obtención, o porque el funcionario ministerial que viaja para concertar el contrato no lo hace de manera objetiva.

Y ahí, hay otra fuga de capital: la corrupción. Seguimos sin conocer la magnitud de los errores de directivos nacionales destituidos de sus cargos, el destino de los impuestos, cuidadosamente desglosados, y de toda actividad económica.

Porque en esta guerra silenciosa, todos estamos implicados, y hemos de saber con qué y cómo vamos a salir de ella. La confianza se construye sobre franqueza y honestidad, esas las necesitamos con creces en estos tiempos, para estar seguros de que estamos abriendo trincheras de combate y no catacumbas.

Quien te quiere, aunque no lo diga, te cuida y protege. Hoy hay muchas evidencias de desamparo en nuestra Cuba, herida, desgastada, consumida, pero viva, aunque a veces cueste encontrar los signos vitales de este organismo vivo que es la sociedad.

Desear una existencia plena no puede seguir identificándose como un signo de blandenguería, al contrario, es ahí donde están los rescoldos de una llama que necesita encenderse y propagarse.



miércoles, 27 de agosto de 2025

Un país para contar

 A alguien se le ocurrió que el horror clase C, sería el mejor remedio espiritual para la precariedad del llamado Período Especial, aquel que inició en Cuba casi junto a la última década del siglo XX. 

Tan pronto como la tecnología y la disponibilidad de combustible lo permitieron, la televisión cubana comenzó a transmitir dos películas -producidas en USA: ¿No te jode?-  para finalizar una semana e iniciar la otra. Todo el mundo le llamaba "La Película del sábado" aunque, en realidad, la segunda aparecía ya domingo. 

Todo lo que vimos acontecer madrugada tras madrugada por el Canal 6, o Cubavisión, -no estoy seguro de cuándo le cambiaron el nombre-  en las calles de Nueva York, Chicago, cualquier otra ciudad del imperio, en materia de terror, crimen,  parece haber acontecido en Cuba esta semana: asaltos bien planeados y mejor organizados casi en las mismas narices de las patrullas de carretera, el asesinato brutal de un anciano y el posterior desmembramiento  y distribución de  su cadáver, un sujeto que lanza su auto contra varias personas, la fuga de dos reclusos altamente peligrosos de un centro penitenciario en Ciego de Ávila que, no sería Alcatraz pero: ¿Cómo dos tipos tan letales que las mismas fuerzas del orden sugieren no enfrentarlos, estaban recluidos en un lugar que, al parecer, resulta fresa para el escape? Hemos visto en las redes avisos de desapariciones misteriosas de ancianos e infantes. Supe de la alarma de un equipo de custodios en Santa Lucía, un tranquilo balneario al norte de Camagúey que recuerda la Amity Island spealbergiana, cuando un joven "enquimicado" brincó la cerca delimitadora de la salina y se puso al borde de un depósito de sosa caústica. 

También hemos tenido tramas de conspiración, intriga, persecución y acoso -tipo servicios especiales de la ex-RDA según el punto de vista hollywoodense, claro- a juzgar por lo que cuenta el escritor Jorge Fernández Era, le ha sucedido a él mismo y a una activista de nombre Lara Croft, bajo la custodia de la policía y la Seguridad del Estado. 

El prestigioso cineasta cubano Fernando Pérez ha dicho en La Sobremesa de La Joven Cuba que "los jóvenes contarán el país". Admiro su optimismo y respeto su sapiencia. Pero tengo que discrepar de la conjugación de su forma verbal. 

Los jóvenes, a tiempo, ya contaron el país en aquellas muestras de creadores que el ICAIC subsumió, el MINCULT ignoró y el tristemente célebre -mutado- ICRT condenó al ostracismo. Y lo están narrando a Cuba ahora mismo, pero en las redes, determinados por una nefasta combinación entre las prioridades que les marca el algoritmo imperial -criminal, que nos bloquea, sí- y la precariedad de un énfasis ideopolítico de un PCC que sigue apostando por el consignismo, la palabra hueca, el autoritarismo en la educación -instrucción- instituida y el totalitarismo en la política. 

Por ese camino, los jóvenes del mañana ya no tendrán país que narrar. Ya ni siquiera porque la crónica roja de la semana se llene de títulos de películas clase C -que podrían ser los de cualquier nación del mundo, incluida la que nos venden como modelo de todo lo mejor o lo peor- sino porque obsecados -los unos- en el país que deberíamos ser y enfatizando -los ceros- en la absolutización del país que quisieran fuéramos quienes no nos quieren bien: ¡Vamos camino a quedarnos sin país! 

Y todo tiene una gran causa, amigos y enemigos, más allá de las redes, los algoritmos, las fallidas políticas culturales y los disparates comunicacionales: La Revolución Cubana que triunfó aquel Primero de Enero del 59 ha muerto, como suele suceder con todo en nuestras vidas. Negar  este proceso natural aferrados en una continuidad que sólo persiste en las consignas y los autoengaños presidenciales en sus visitas a los territorios de la Cuba Profunda -que allí donde hay logros también hay profundidad- lo mismo que, desde el otro extremo: preteder que nunca existió ni nos dignificó como cubanos, no hará más que enquistar su tejido necropsado en el organismo aun vivo y palpitante de la nación. Hay que extirpar sus restos putrefacto para que la mejores células puedan respirar, alimentarse, crecer en la luz de un nuevo amanecer para los cubanos, todos, aquellos que no sean irremediablemente egoístas -o estúpidos- al punto de ser apátridas.

Sólo con el nacimiento de una nueva revolución, nuestros jóvenes del futuro tendrán un país para contar.  




 

sábado, 23 de agosto de 2025

Memorias del transportista incompetente I

I

"Uno no debería dejar de hacer lo que sabe para mal hacer lo que no sabe" me dijo una vez un hombre sabio que conocí en la terminal de ómnibus de la avenida del Puerto, frente al muelle de La Coubre en La Habans. Me contó que era operativo del cementerio de Colón, que sólo trabajaba de noche un día sí y un día no pero que antes, antes de pretender que podía pensar, y decir con horandez, había sido periodista... 

Era el 2006 y yo regresaba a Manzanillo de una reunión de la Asociación Hermanos Saíz, a la cual había sido convocado por mi condición de miembro de su Consejo Nacional Ampliado -nunca estuve en el "restringido"- para resolver cierta urgencia que, en definitiva, el tiempo demostró que no lo era tal para los que, en verdad, "cortan el bacalao" en Cuba.  

Estaba en plena consagración de mi carrera como "radialista de vanguardia"  Y qué iba a ser empático, encaramado en mi atalaya de artista, con aquel anciano de cincuenta y dos años -la misma edad que tengo ahora- vestido de guayabera azul desteñida que, con su mal aliento y su sobaco peor condimentado, me espetaba si había leído a la Fallaci -que la había leído- o a Truman Capote que entonces sabía quien era por el mejor poeta de mi cuadra, Alejandro Ponce Ruiz, pero no lo había leído: ni a Truman ni a Dos Passos. 

II

"¡Coño, nos están tirando sacos pa abajo!"

"¡Para, pinga!"

"¡Coge el bate!"

"¡Se lanzó con el camión andando el muy hijo de puta!

Kilómetro ciento veinte y tantos de la Autopista Nacional de Cuba. La noche había estado tranquila. Vamos con un contenedor con casi veinticinco toneladas de harina del Mariel hasta Manzanillo donde espera, apremiante, el cliente. 

El Punto de Control policial de Pedro Pi, unos ochenta kilómetros antes, estaba oscuro. Pero un poco más alante estaba apostada una patrulla policial. Luego vimos otra después del elevado para Nueva Paz, y una tercera entre los kilómetros noventa y noventa uno. 

"Parece que hay buena custodia hoy", le digo a mi compañero. 

"Esos están para ver qué pueden raspar". 

Entre sesenta y setenta y nueve kilómetros por hora, uno piensa, no es posible se te suban a la cama del camión, rompan un sello que a veces el cliente se pasa veinte minutos tratando de quitarlo cuando llegas a destino, y un candado de esos que le llaman "anticizalla". Por eso vas tranquilo, conversando con tu compañero acerca de que este va a ser un buen viaje, rápido, con suerte mañana estaremos cargando el retorno y el sábado estaremos en La Habana, lejos de los apagones de veinte horas... Vas mirando por el espejo, claro, aunque no tengas luces detrás, porque tienes "impuesto" mirar por el retrovisor lo mismo que no mirar la palanca para cambiar de velocidad... 

Una noche tranquila.

...Por los posibles tipos de acomodo y embalaje, el peso de los bultos y la tara declarada en el manifiesto, aprecias que o bien solo se llevaron tres sacos o mal te robaron más de veinte. Mientras tu compañero da marcha atrás, tú estás sentado sobre el trozo de cama sobrante al final del camión. Alumbras con una linterna las cunetas y escudriñas a ver si logras recuperar otros sacos que aun los ladrones no hayan podido recoger. En ese momento sabes que, a pesar de la molicie veraniega, se ha desatado una tormenta cuyas bajas pasiones -y altas presiones- habían comenzado meses antes, tal vez años... 

III

"La vergüenza lleva lágrimas pero las lágrimas no son un buen resultado", me dijo aquella vez Prisciliano Guisado, en su oficina de director del IPVCE de Bayamo. Me había pasado semanas ensayando una gala artística y, en definitiva, la puesta había sido malísima: un desastre. Había sido mi responsabilidad. Había asumido el reto. Salió mal. Y lloré. Escondido, claro. Pero Prisciliano se las arregló para encontrarme y literalmente me haló por el brazo hasta su oficina: 

"¿Tú crees que eres el responsable?. No. Somos Pepín (el subdirector de internado) y yo, que permitimos asumieras una tarea para la cual aun no estás preparado". Pero yo creía que sí. Y entonces me encabronaba más. 

Cinco años después Prisciliano era el alcalde de Bayamo y se realizaba la gala inaugural del carnaval de la Ciudad Monumento. Yo era el director de la transmisión para la radio. Se le dio un problema técnico a la directora del espectáculo y hubo un bache tremendo. Los espectadores, allí, obviamente se percataron del desaguisado. Pero los miles de oyentes de Radio Bayamo, no. Nos las arreglamos -con el aporte magistral de la locutora Olguita Sanz- para que la transmisión continuara como si no hubiera pasado nada. 

Como a los tres días, en pleno carnaval, me topé con la directora -ahora no recuerdo su nombre. Yo me bajaba del auto que usábamos para las transmisiones en directo, y ella se me acerca y me abraza: "Caramba, pero si eres un muchachito. Gracias, mijo, tu transmisión me salvó la gala."

"Es que él sabe lo que es llorar"... Me viro, y veo a Prisciliano. 

IV

Lo peor de que te asalten y te roben en carretera no es que tengas que pagar la pérdida. Es la desconfianza. El tono de voz del dueño y de tu jefe -tus amigos- cuando le informas. No te dicen directamente -tal vez por respeto y aprecio- de primera y pata pero le dan vueltas al asunto hasta que, finalmente, te transmiten la sospecha. 

Sí. Es más razonable dudar de la integridad de un hombre -o de dos hombres-  que creer que alguien pueda subirse a la cama de un camión que va casi a 70 km/h, picar  un sello que a veces le cuesta hacerlo a los estibadores, romper un candado de acero y comenzar a tirar sacos de 25 kg hacia la autopista de modo que no se vea por el retrovisor.

Les dicen "los ninjas", seguramente son de algun pueblo cercano y, quienes conocen o intuyen sus actividades, los suelen admirar, como especie de Robin Hood, porque "se la juegan para subirse a un camión", y  "no le roban al viejito de la esquina, ni al sacrosanto Estado, sino al camionero que le transporta al mipimero especulador que está forrao en billetes y que nos sube hasta el cielo el precio de los huevos". 

Se cree con mayor facilidad que un hombre puede pudrirse con la vida a creer que los oficiales de una patrulla en Jagüey Grande te digan: "¿Denuncia? Si quieres gastar petróleo entra al pueblo y hazla pero ustedes son mipime, arréglense entre ustedes que esa mercancía no va a aparecer". 

No deberías tener que dejar de hacer lo que sabes para tratar de hacer lo que no sabes. Y tampoco vale la pena que te eches a llorar por los fracasos -piensas- mientras tu compañero esquiva el último montículo de basura antes de llegar al destino, en un Manzanillo de fiesta que parece olvidar sus penurias... 

Los estibadores son cristianos y oran con el dueño antes de abrir el contenedor vulnerado de harina de trigo. Yo pienso que Cristo multiplicó, segun cuentan, los panes... 



 


lunes, 18 de agosto de 2025

El fracaso agroalimentario cubano contado por el trigo

La metrópoli española nos prohibió el cultivo del trigo. Obligaban a su perlita del Caribe a  importar el cereal pero ni tanta falta hacía, la verdad. En definitiva, durante aquellos siglos de coloniaje, solo podían pagar el pan de trigo las élites españolas o criollas. Los mestizos pobres dependían exclusivamente de las viandas, el tasajo los frijoles y el maíz; y los esclavos africanos ingerían plátanos y boniatos, con suplementos a base de yuca convertida en casabe y harina de maíz. Tampoco el clima isleño era muy propicio que digamos para cultivar el trigo. No sería hasta la segunda mitad del siglo XX que un centro de investigaciones nacional lograría una variedad de trigo adecuada a las condiciones cubanas pero...

El arte culinario y la gastronomía cubanos del siglo XIX, aprendieron a no depender de la harina de trigo, privilegiaron la cocción de platos a base de arroz y frijoles, carnes y pescados acompañados de viandas y frutas que, por ese tiempo, abundaban. 

No sería hasta el siglo XX que la fabricación y consumo de pan comenzaría a generalizarse y las comidas callejeras lo integrarían a sus ofertas con la autóctona frita cubana y  en el desayuno de café con leche y pan, que se volvió típico de las familias urbanas. Siempre con harina importada. En el campo, hasta el 1959, la mayoría de la gente, pobres, se las arreglaban como podían al borde del hambre, aunque ahora nos quieran convencer de lo contrario.

 Hasta pasada la primera década del triunfo de la Revolución, seguiría siendo el arroz el cereal más consumido en la isla, y también el más producido aunque nunca lo suficiente para cubrir toda la demanda.  

En 1964, ante la urgencia del gobierno revolucionario de alimentar a todos por igual -un reto económico derivado de una política de Estado igualitarista- un centro de investigaciones agrícolas cubano, a partir de una variedad de trigo brasileña,  logra un rendimiento de cuatro toneladas por hectárea de la variedad criolla C-204. La harina de trigo, aunque usada desde principios de ese siglo -además de en el pan-  en la elaboración de dulces, frituras y fideo, no sería base de la gastronomía cubana hasta 1967-68 que, junto a la Ofensiva Revolucionaria que estatizó hasta las vendutas de guarapo y pan con frita, se comenzaron a abrir pizzerías en todos los municipios y principales barrios de La Habana, primero, y hacia la década del setenta en todo el país. Se iniciaría así la toma culinaria  de la Cuba socialista por los coditos, las bambinas y los spaguettis. Italia nos subyugaba por la boca pero no con el trigo C-204, adecuado a nuestras condiciones climáticas, ni con ningún otro de producción nacional, sino  con trigo importado de las antiguas repúblicas soviéticas, primero, y de los antiguos países socialistas, después, en los setenta y ochenta, a través del CAME


Los productores pioneros de trigo en Cuba, como algunos en los alrededores de El Cacahual -donde está la tumba de Antonio Maceo-  fueron desestimulados con todo y que lograron en sus parcelas rendimientos de 2.8 toneladas por hectárea. Fueron vencidos por  una mentalidad importadora  y monoproductiva que pretendía pagar con azúcar todas nuestras necesidades, mientras pugnaba por estatizar toda la producción agropecuaria con granjas o cooperativas controladas ideológicamente por la ANAP y económicamente por empresas pertenecientes al MINAGRI. ¿A qué podía aspirar un pionero de la producción de trigo en Cuba si grandes extensiones de árboles frutales en las llanuras del Cauto-Guacanayabo fueron arrasadas por las brigadas "Che Guevara" para sembrar caña y tratar de cumplir nuestros compromisos azucareros con el CAME? ¿O si consideraban más "factible" comprar leche en polvo en divisas que pagarle precios  onerosos a los criadores de ganado en Camagüey?

El Negro Vagué -el hombre que, siendo jefe del taller donde trabajaba mi padre en los años ochenta del pasado siglo, me enseñó a manejar cuando yo apenas tenía 12 años- me contó que él aprendió mecánica "trasteando" las excavadoras a las cuales les conectaban unas cadenas muy gruesas y, entre dos de estos equipos, arrancaban de raíz los arbusto y árboles de guayaba, limones, nísperos, incluso hasta árboles de mangos y aguacates de mediano porte, para dejar los terrenos listos para sembrar caña. 

Cuando cayó el muro de Berlín, en vez de fritura de pescado y frita cubana elaboradas con niveles bajos de harina importada, nos habíamos acostumbrado a la croqueta, las pizzas, los espaguetis, los macarrones, los panes con cualquier pasta o con lechón, también, que aún a finales de aquel siglo el cerdo era el mamífero nacional, y no una carne prohibitiva para la clase trabajadora, como ahora. 

Salvo por este, el cerdo, la matriz culinaria y gastronómica cubana se iría alejando cada vez más de lo que éramos capaces de producir en nuestros campos y nuestras industrias. Llegó la soya, que sustituiría a la harina de trigo como extensor en las elaboraciones de masas cárnicas y de lácteos hasta la segunda década del siglo XXI. La soya que tampoco se llegó a cultivar de modo extendido en Cuba, porque ya para entonces nuestros campos habían sido tomados por el marabú y la burocracia ineficiente del MINAGRI. Pero esa es otra historia. O quizás la misma.... 

La historia del fracaso estructural de la gestión agroalimentaria cubana contada por el trigo, que jamás hemos producido en Cuba, y que sigue dominando nuestra gastronomía popular. Como recordándonos la precaria mentalidad importadora impuesta por el Estado durante, años y años, que prefería pagar en dólares un kilogramo de mermelada de guayaba  para el turismo a una empresa europea que  la guayaba a un campesino cubano... 







 

viernes, 15 de agosto de 2025

El MINAGRI y otro golpe burocrático a la economía

Por: Yordanis Álvarez.


La Resolución 233 de julio de 2025 del Ministro de la Agricultura establece un procedimiento general para la producción, beneficio y comercialización del carbón vegetal con destino a la exportación. Su objetivo declarado es ordenar el proceso, recuperar mercados internacionales y restablecer parámetros de calidad. Sin embargo, un análisis integral revela múltiples problemas jurídicos, económicos y prácticos que afectan tanto a la economía nacional como a los productores directos, los carboneros.

Desde el punto de vista jurídico, la resolución adolece de graves deficiencias en su fundamentación y alcance. Aunque invoca el Artículo 145 inciso d) de la Constitución de la República de Cuba, que otorga facultades al Ministro de la Agricultura, resulta cuestionable que una norma administrativa de este nivel restrinja derechos constitucionales como la propiedad privada, específicamente el uso de divisas legalmente obtenidas por los productores. El Artículo 22 de la Constitución reconoce el derecho a la propiedad privada, pero esta resolución limita severamente su ejercicio al imponer condiciones arbitrarias sobre el uso de los dólares recibidos por los carboneros. Esto constituye una invasión de competencias, ya que una resolución ministerial no puede modificar o restringir derechos constitucionales. Además, la resolución incumple el Artículo 165 de la Constitución, que exige la publicación de normas de carácter general en la Gaceta Oficial. Al no estar publicada allí, su validez jurídica es dudosa, lo que genera inseguridad legal para los actores involucrados.


Económicamente, la resolución introduce un sistema de retención y distribución de divisas que perjudica directamente a los productores. El Anexo Único establece que solo el 54% de los ingresos en dólares llega al productor, mientras que el 46% queda en manos de las empresas exportadoras. Además, el productor no puede disponer libremente de sus divisas: no puede transferir, extraer efectivo en dólares o usarlas fuera de los fines aprobados por la resolución, siguiendo la línea de su antecesora y aún vigente la Resolución 25 de 2025 de Ministro de Economía y Planificación. Esto desincentiva la producción, ya que los carboneros, quienes asumen los mayores riesgos y esfuerzos en la cadena de valor, ven limitada su capacidad para reinvertir o mejorar sus condiciones de trabajo, calidad de vida y desarrollo familiar.

 El sistema de retención es especialmente absurdo cuando se analizan los precios de exportación detallados en el anexo. Por ejemplo, para el carbón vegetal de marabú, de cada 355 USD, el productor solo recibe 134.19 USD, mientras que la empresa exportadora retiene 114.31 USD para supuestos fines de desarrollo de la cadena. Esto refleja una distribución inequitativa que beneficia más a los intermediarios que a los productores reales

El impacto en la economía nacional es negativo. La resolución busca aumentar las exportaciones, pero su diseño centralizado y restrictivo probablemente tendrá el efecto contrario. Al limitar la autonomía de los productores y establecer barreras burocráticas, se reduce la competitividad del carbón cubano en el mercado internacional, máxime cuando la vida ha demostrado en los últimos años que el desarrollo y avance en la exportación del Carbón es precisamente gracias al emprendimiento privado con única forma para poder avanzar encadenado adecuadamente con los entes estatales.  Además, la falta de transparencia en el uso de los fondos retenidos por las empresas exportadoras, que no es tan así pues el Gobierno más allá decorar impuestos retiene buena parte de estos ingresos sin aportar absolutamente nada a la cadena de valor,  genera desconfianza y puede derivar en malas prácticas. La resolución tampoco aborda adecuadamente problemas estructurales como la deforestación, ya que aunque menciona la necesidad de plantaciones sostenibles, no establece mecanismos concretos para garantizarlas.


Para los carboneros, campesinos cubanos de a pie y pobres en su mayoría que no tienen ni idea de cómo defenderse ni cuentan con la asesoría adecuada en todos los sentidos,  la resolución representa una carga adicional. Además de cumplir con requisitos técnicos y de calidad, deben someterse a un sistema de pagos que les impide utilizar sus ingresos de manera plena. Esto contradice el espíritu del Artículo 22 constitucional y desalienta su participación en la cadena de exportación. La resolución no fue consultada previamente con los productores, lo que evidencia un enfoque verticalista y desconectado de la realidad en el campo.

Así pues la Resolución 233 de 2025 es un ejemplo de cómo las normas mal diseñadas pueden obstaculizar el desarrollo económico. Su enfoque restrictivo y centralizado limita el potencial exportador del carbón vegetal y perjudica a los productores, quienes son la base de la cadena. Para lograr los objetivos declarados en el RESUELVO TERCERO—ordenar el proceso, recuperar mercados y restablecer la calidad—sería necesario un marco jurídico que empodere a los productores, fomente la producción, garantice transparencia en el uso de divisas y promueva prácticas sostenibles. La resolución actual, en cambio, refuerza un modelo burocrático que ha demostrado ser ineficiente y contrario a los intereses de la economía nacional y sus ciudadanos.

Los que tengan dudas vengan al campo a producir carbón vegetal de verdad y salgan de sus oficinas; entonces allí sabrán si es justa o no este tipo de medidas. Corten marabú, cárguenlo,  acopienlo, pasen noches sin dormir bajo la lluvia al sereno y sin comer, sudando, sientan en sus ojos en su piel en su olor lo que significa el hollín, el humo y los mosquitos, vengan y traten de envasarlo sin sacos ni condiciones, hagan milagros para resolver el combustible para poderlo transportar luego de haberse producido, luego hagan piruetas para lograr enfrentar la burocracia y lograrlo comercializar. Entonces así cuando tengan esta experiencia dantesca de lo que significa producir verán lo justo o no que es recibir este tratamiento por parte del Gobierno Cuba. 

miércoles, 13 de agosto de 2025

¿Es un problema de las autoridades locales? II

 Hará unos veinte años o más, una noche, conversábamos en la oficina del presidente del Comité Municipal de la UNEAC de Manzanillo, el poeta e historiador Julio Sánchez Chang,  -lamentablemente ya desaparecido-, Omar Felipe Mauri, escritor y entonces presidente del Comité de la UNEAC de la extinta provincia Habana, Delio Orozco González, historiador por derecho moral de Manzanillo, y un servidor que  simultaneaba mi trabajo en Radio Granma con el de Secretario Ejecutivo de Julio. 

El tema de la conversación era el reclamo que Delio le había realizado a Fidel Castro en una carta, acerca de rectificar la subordinación administrativa de La Ciudad del Golfo a Bayamo, como capital de Granma, y la petición de multiplicar la actual provincia de manera que Manzanillo fuera la capital de su propio territorio. Aquella carta, a pesar de ser un derecho constitucional de Delio, puso al destacado intelectual en la mirilla de los ideólogos. 

Debatíamos, entre cervezas subvencionadas -menos Delio, que entonces solo probaba algun vinito- y entremeses, hasta qué punto la evidente desventaja social y urbanística de Manzanillo respecto a Bayamo, era la resultante de la decisión de 1976 de otorgarle a la cuna de Perucho y Céspedes la supremacía política y administrativa sobre todos los municipios costeros de nuestra región.

En un momento de la conversación -quizás porque el alcohol es un vaso dilatador y la sangre se irriga mejor al cerebro antes de que comience la deshidratación- se apareció en mi mente la idea de que el problema, la causa esencial, no era qué ciudad fue nombrada capital sino la excesiva centralización  y el doble verticalismo -por la rama gubernamental y política- a través del cual se ejercía -ejerce- el poder en Cuba, que frustraba cualquier iniciativa de desarrollo propio. 

Los años pasaron. Se debatieron y aprobaron los famosos lineamientos. Surgieron los proyectos de desarrollo locales.  Vino el ordenamiento y luego el reordenamiento.  Votamos una actualización de la constitución. En la Asamblea Nacional y el Consejo de Estado se habló de otorgarle mas facultades a las intendencias y asambleas municipales de gobierno. Salieron nuevas leyes y resoluciones.  Después se corrigieron las distorsiones. Se fomentaron nuevas y se volvieron a intentar corregir mientras la inflación y la desesperanza se adueña de nuestras vidas cada vez con mayor fiereza, y los corruptos viven muy felices, como en la canción del Trovador en Jefe. 

Créanme: durante los dos o tres años recientes, por razones de trabajo, he conversado con, al menos, dos docenas de intendentes de los ciento y tantos municipios de la Cuba profunda. Todos coinciden en la voluntad de cambiar, de hacer uso de las facultades que, en el papel, tienen los municipios. Son hombres y mujeres, la mayoría, sacrificados que andan solos o casi solos en autos destartalados -o prestados- allí donde otros van refrigerados y con escoltas. Tratan de que su territorio se desarrolle pero que en la realidad, la praxis, la vieja mentalidad hipercentralista y vertical se impone -junto al bloqueo, que no sería honrado soslayarlo- y apenas les permite sobrevivir junto a los suyos. Y de contra, cuando se realizan las conclusiones de la visita superior, ellos y su equipo de dirección municipal, aparecen como los mayores culpables.


 

Pongamos un ejemplo: 

La Ley de Comunicación Social otorga facultades a los directores de medios, para ofrecer servicios publicitarios a empresas y cooperativas  estatales o privadas, e ingresar plata por ese concepto. Ya lleva mas de dos años de aprobada la ley, y unos meses sus resoluciones de implementación.  Si mañana el Consejo de Dirección de Radio Granma en Manzanillo -con la anuencia y el visto bueno de la intendencia municipal, a quien se debe administrativamente- contrata la implementación de una campaña publicitaria, digamos, a la discoteca privada Sky de La Ciudad del Golfo, para usar ese dinero en comprarle a una PIME los dispositivos llamados ecoflows que les permitirían seguir transmitiendo a pesar de los apagones, voy a mi que en un par de semanas todo el mundo -incluido el intendente por autorizarlo- explotaría como un siquitraque. 

Aparecería el director de los medios en Granma a precisar que todavía la estructura provincial no ha determinado cómo realizar ese tipo de negocio. Pondría el grito en el cielo de la hoz y el martillo el vicegobernador que atiende la actividad porque "ahí hay un componente político-ideológico que debemos tener en cuenta", y tendría razón porque le llegaría la queja "del pueblo" al miembro del Buró Provincial del PCC que, a su vez, atiende al miembro del Buró Municipal que, a su vez, atiende al núcleo de jubilados de la zona aledaña al aserrío ya desconchinflado de Manzanillo que protestaría por la publicidad en la radio obrera y campesina que "Fidel nunca hubiera aceptado eso". Y ahí mismo "se jodió la perra" que es una frase que usamos los camioneros cubanos cuando, por tratar de solucionar un problema mas o menos grave en carretera, provocas uno mayor y te quedas "botao". 

Porque tenemos tan entronizada la mentalidad del hipercentralismo y la verticalidad en los llamados cuadros, dirigentes, funcionarios -y en quienes alguna vez lo fuimos- que aunque hayas tres leyes, seis decretos, diez resoluciones, veinte acuerdos del organismo superior que avalen per sé cualquier iniciativa para salir del estancamiento de tu entidad, el de "arriba" exige que le pidas autorización expresa y él mismo espera que se la den de más arriba. Y mientras tanto: el colectivo de Radio Granma, con su director "a la vanguardia" del sinhacer, sentado con silla y todo en la acera de enfrente a la emisora, esperando que termine el apagón en los estudios y que coincida con que termine en los sitios donde están los transmisores porque sus plantas de emergencia no tienen combustible y, al parecer, nadie puede ejercer la iniciativa de priorizar su habilitación. 

Entonces todo lo que en papeles y resoluciones se ha avanzado en apariencia desde aquella conversación entre traguitos y entremeses de hace casi veinte años en la oficina del Presidente de la UNEAC en Manzanillo, sigue siendo basura acumulada y sin recoger, agua sin servir... 

 (Continuará...)

domingo, 10 de agosto de 2025

¿Es un problema de las autoridades locales?

 

No es nueva la noción de algunos comunicadores -profesionales o no- de que Manzanillo es una especie de ciudad Cenicienta, o de que el gobierno local es el de peor gestión en toda Cuba. No juzgo a quienes así piensan, lo expresan y argumentan con las precariedades cotidianas que se padecen en La Ciudad del Golfo. Se suele hablar de lo que se ve, se sufre porque la Patria, como nos legó José Martí -y la propaganda estatal ha obviado a discreción- es: "aquella porción de la Humanidad que vemos más de cerca, y en la que nos tocó nacer".

Pero se cae en la trampa de una especie de territorialización de los problemas y sus causas. Se soslaya la causa mayor, el problema mayor, que sostengo está en el modelo sistémico de gestión de eso que algunos insisten en llamar Socialismo Cubano y, lo peor, como si el tal fuera un proceso consumado o pronto a concluir. 


Las fotos  que ilustran este texto no son de Manzanillo sino de La Habana. Y no de cualquier Habana, sino de La Maravilla, de La Habana Vieja en la que Eusebio, tan Leal, puso sus sueños, esfuerzos, vitalidad. 


Y vemos una bahía llena de deshechos justo entre la terminal de cruceros y la de la lanchita de Regla, esquinas desbordadas de basura por toda la calle Luz o justo a una cuadra de El Capitolio y su cúpulo la de oro recientemente carnavalizada con la espiración cohíba de unos cuantos multimillonarios. 

 

Aquí, en la capital,  también se ve el resultado de esa fatal combinación de escasez de recursos provocada por el bloqueo y la mala administración, la desidia y la corrupción empresarial -recordemos el caso reciente del combustible robado a Comunales en el mismo municipio donde radica El Consejo de Estado- más malos hábitos poblacionales heredados o adquiridos del subdesarrollo cultural y cívico persistente que padecemos.

Podría poner otros ejemplos, como el de las cunetas hartas de basura de la ciudad de Camagüey, cuyo Centro Histórico es Patrimonio de la Humanidad, parecería que a costa de que sus periferias vivan en la podredumbre. O Santa Marta, en el umbral del mismísimo Varadero, pueblo donde no sólo pulula la basura por recoger sino, además, apagones que pueden promediar durante meses de veinte a veinticuatro horas como en el peor mes de mi amado terruño. 

Entonces vuelvo a los comunicadores que presentan a Manzanillo como lo peor. Es verdad que en la Ciudad del Golfo se combinan los cinco problemas sociales más graves que se sufren en Cuba en estos momentos: la insalubridad comunal, el abasto deficiente -ausente durante meses-  de agua potable en una vasta zona de su territorio, los apagones, la inflación que afecta las necesidades humanas más vitales y la inseguridad ciudadana. Pero igual se combinan, estos y otros, en toda Cuba. Entonces habría que entender que cuando se concentra "el fuego de la crítica" en las autoridades locales de Manzanillo -o de cualquier otro municipio- se cae en la trampa ideologética y estatista de la "territorialización" de los problemas la cual  pretende dispensar a los principales responsables del modelo de gestión sociopolítico que, en las condiciones impuestas por el bloqueo, nos han traído a la actual policrisis....

(CONTINUARÁ...)