La metrópoli española nos prohibió el cultivo del trigo. Obligaban a su perlita del Caribe a importar el cereal pero ni tanta falta hacía, la verdad. En definitiva, durante aquellos siglos de coloniaje, solo podían pagar el pan de trigo las élites españolas o criollas. Los mestizos pobres dependían exclusivamente de las viandas, el tasajo los frijoles y el maíz; y los esclavos africanos ingerían plátanos y boniatos, con suplementos a base de yuca convertida en casabe y harina de maíz. Tampoco el clima isleño era muy propicio que digamos para cultivar el trigo. No sería hasta la segunda mitad del siglo XX que un centro de investigaciones nacional lograría una variedad de trigo adecuada a las condiciones cubanas pero...
El arte culinario y la gastronomía cubanos del siglo XIX, aprendieron a no depender de la harina de trigo, privilegiaron la cocción de platos a base de arroz y frijoles, carnes y pescados acompañados de viandas y frutas que, por ese tiempo, abundaban.
No sería hasta el siglo XX que la fabricación y consumo de pan comenzaría a generalizarse y las comidas callejeras lo integrarían a sus ofertas con la autóctona frita cubana y en el desayuno de café con leche y pan, que se volvió típico de las familias urbanas. Siempre con harina importada. En el campo, hasta el 1959, la mayoría de la gente, pobres, se las arreglaban como podían al borde del hambre, aunque ahora nos quieran convencer de lo contrario.
Hasta pasada la primera década del triunfo de la Revolución, seguiría siendo el arroz el cereal más consumido en la isla, y también el más producido aunque nunca lo suficiente para cubrir toda la demanda.
En 1964, ante la urgencia del gobierno revolucionario de alimentar a todos por igual -un reto económico derivado de una política de Estado igualitarista- un centro de investigaciones agrícolas cubano, a partir de una variedad de trigo brasileña, logra un rendimiento de cuatro toneladas por hectárea de la variedad criolla C-204. La harina de trigo, aunque usada desde principios de ese siglo -además de en el pan- en la elaboración de dulces, frituras y fideo, no sería base de la gastronomía cubana hasta 1967-68 que, junto a la Ofensiva Revolucionaria que estatizó hasta las vendutas de guarapo y pan con frita, se comenzaron a abrir pizzerías en todos los municipios y principales barrios de La Habana, primero, y hacia la década del setenta en todo el país. Se iniciaría así la toma culinaria de la Cuba socialista por los coditos, las bambinas y los spaguettis. Italia nos subyugaba por la boca pero no con el trigo C-204, adecuado a nuestras condiciones climáticas, ni con ningún otro de producción nacional, sino con trigo importado de las antiguas repúblicas soviéticas, primero, y de los antiguos países socialistas, después, en los setenta y ochenta, a través del CAME.
Los productores pioneros de trigo en Cuba, como algunos en los alrededores de El Cacahual -donde está la tumba de Antonio Maceo- fueron desestimulados con todo y que lograron en sus parcelas rendimientos de 2.8 toneladas por hectárea. Fueron vencidos por una mentalidad importadora y monoproductiva que pretendía pagar con azúcar todas nuestras necesidades, mientras pugnaba por estatizar toda la producción agropecuaria con granjas o cooperativas controladas ideológicamente por la ANAP y económicamente por empresas pertenecientes al MINAGRI. ¿A qué podía aspirar un pionero de la producción de trigo en Cuba si grandes extensiones de árboles frutales en las llanuras del Cauto-Guacanayabo fueron arrasadas por las brigadas "Che Guevara" para sembrar caña y tratar de cumplir nuestros compromisos azucareros con el CAME? ¿O si consideraban más "factible" comprar leche en polvo en divisas que pagarle precios onerosos a los criadores de ganado en Camagüey?
El Negro Vagué -el hombre que, siendo jefe del taller donde trabajaba mi padre en los años ochenta del pasado siglo, me enseñó a manejar cuando yo apenas tenía 12 años- me contó que él aprendió mecánica "trasteando" las excavadoras a las cuales les conectaban unas cadenas muy gruesas y, entre dos de estos equipos, arrancaban de raíz los arbusto y árboles de guayaba, limones, nísperos, incluso hasta árboles de mangos y aguacates de mediano porte, para dejar los terrenos listos para sembrar caña.
Cuando cayó el muro de Berlín, en vez de fritura de pescado y frita cubana elaboradas con niveles bajos de harina importada, nos habíamos acostumbrado a la croqueta, las pizzas, los espaguetis, los macarrones, los panes con cualquier pasta o con lechón, también, que aún a finales de aquel siglo el cerdo era el mamífero nacional, y no una carne prohibitiva para la clase trabajadora, como ahora.
Salvo por este, el cerdo, la matriz culinaria y gastronómica cubana se iría alejando cada vez más de lo que éramos capaces de producir en nuestros campos y nuestras industrias. Llegó la soya, que sustituiría a la harina de trigo como extensor en las elaboraciones de masas cárnicas y de lácteos hasta la segunda década del siglo XXI. La soya que tampoco se llegó a cultivar de modo extendido en Cuba, porque ya para entonces nuestros campos habían sido tomados por el marabú y la burocracia ineficiente del MINAGRI. Pero esa es otra historia. O quizás la misma....
La historia del fracaso estructural de la gestión agroalimentaria cubana contada por el trigo, que jamás hemos producido en Cuba, y que sigue dominando nuestra gastronomía popular. Como recordándonos la precaria mentalidad importadora impuesta por el Estado durante, años y años, que prefería pagar en dólares un kilogramo de mermelada de guayaba para el turismo a una empresa europea que la guayaba a un campesino cubano...
Desde hace dos dias no hay harina de trigo para la panaderia de este reparto Camilo Cienfuegos en Habana del Este; solo pan carisimo de particulares.R3.
ResponderEliminarBuenas tardes...es como es y más nada.
ResponderEliminarCómo yo cobro mi salario en tarjeta magnética y obviamente no puedo sacar apenas nada en efectivo, acostumbraba de cuando en vez a tomarme un café o un bocadillo en algunas cafeterías de nuestros casi vacíos hoteles.. recién fui a repetir la costumbre y me encontré con la grata noticia de que ahora esos consumos se pagan en usd efectivo o con la susodicha Clásica o con cualquier tarjeta "internacional"..cómo mismo llegué..me levanté y le di las gracias a la amable dependiente, no sin antes preguntar: Y entonces? Su respuesta fue lapidaria: como vez, el lugar apenas tiene un par de clientes, todos los huéspedes del Hotel están para la calle y aquí ya no consumen casi nada.
Entonces yo me pregunto si ya regresamos a la época en qué ni en mi propio país, no puedo consumir en un hotel con la moneda que me pagan mi trabajo!!!
Nada, Cosas veredes Sancho!! Un pasito pa alante y cinco pa atrás..
Faltan causas en el analisis del empobrecimiento del desarrollo agricola en Cuba. Estoy obligado a referirme a tres: la no existencia de un mercado cambiario monetario real con los efectos de desestimulacion asociados, la no existencia de estimulos economicos y practicos, hasta coyunturales, para el aseguramiento e inversion en esa actividad y la increiblemente escasa inversion estatal en la actividad agroalimentaria.
ResponderEliminarClaro, Pablo. Pienso que las tres causas que mencionas, tienen su origen también en la mentalidad importadora.
EliminarEsta es la crónica del fracaso con la harina…si cada producto o renglón pudiera hablar también tendrían mucho que contar…y así en cada esfera, tarea o actividad…
ResponderEliminarSerá que desde el Olimpo no se alcanza a ver el fracaso??