Mi filo

 Vulnerable es el sujeto o la cosa que no tiene defensa o que sus defensas son insuficientes para matenerse seguros, íntegros física y/o espiritualmente, o vitales cuando corresponda. Si una mujer o un hombre trabajaron toda su vida y cuando llegaron al momento en que la sociedad debe retribuirle su aporte -digo la sociedad, no el Estado, el Estado solo distribuye en nuestro caso lo que constitucionalmente es patrimonio de todos- ésta no les puede propiciar vivir con un mínimo de dignidad entonces el sistema de relaciones predominante en esa sociedad, sencilla y llanamente, ha resultado fallido para ese hombre o esa mujer, cualquiera que haya sido el propósito de ese sistema y las intenciones proclamadas de su liderazgo político. Reconocerlo públicamente, para corregir las disfunciones, no es solo un acto de honradez personal y política, sino⁷ una urgente necesidad para intentar retablecer la confianza entre nosotros mismos y ensayar un pacto social acorde a las circunstancias actuales. 

El principio del asistencialismo tal como lo hemos conocido en Cuba -con  el gobierno como especie de padrazo protector del marginado y expiador de las desigualdades (Jesús), el PCC como dividad suprema (Yeahvé) a cambio de lealtad acrítica, y la burocracia político-ideológica (Espíritu Santo) como guía  indiscutible e infalible- ha caído en una crisis determinante e irreversible en nuestro país. Tal debe ser comprendido no sólo por la clase dirigente -esos que nos tratan, desde el estrado o la tribuna, como "nuestro pueblo"- sino además, y sobre todo, por nosotros, los ciudadanos. Esa noción de que la tríada, al obsoleto estilo del "Socialismo Real", pueder ser favorecedora para recuperar los valores fundacionales de la Revolución Cubana es, a mi modo de ver, el principal obstáculo cultural -entendida La Cultura en su concepto general- que nos impide salir del círculo vicioso conformado por una gestión económica deficiente -en las condiciones impuestas por el bloqueo- y la acumulación de pobreza y desigualdades resultantes de la agresión foránea y nuestros fallos sistémicos propios. 

Los líderes chinos lo entendieron a tiempo y lograron reconstruir un nuevo pacto social que les permitió desarrollarse y combatir la pobreza extrema con un criterio no asistencialista, más bien participativo y desarrollador de las potencialidades enraizadas en cada comunidad.  No quiere decir ni que aquello sea una panacea con todos los problemas resueltos ni que haya que calcarles. Quiere decir que, si un ejemplo habría que seguir de su clase dirigente, es el de haber comprendido a tiempo sus fallas sistémicas y haber encontrado su camino. Nuestra tríada ha sido incapaz de ser coherentes y encontrar un método propio eficaz. Habrá quiénes se sientan ofendidos, insultados por esta conclusión mía, pero es la lectura que hago de mi realidad y no puedo decir otra cosa basado en conveniencias personales ni en falsas lealtades. 

Esa lógica falaz de culpar a la entropía -aquí sinónimo de distorsión-  porque el sistema se comporte del modo menos esperado, y de no aceptar explícitamente dislates, dilaciones y equivocaciones concretas; esa lógica cuyo fin parece ser la exposición cíclica de chivos expiatorios que solapen los problemas estructurales, nos estanca tanto como el bloqueo, la burocracia y la mala administración. 

Se equivoca el que honradamente piensa y expresa que la desigualdad actual es el resultado de las ambiciones personales de algunos -unos cuántos-  en los ámbitos de las nuevas -nuevas para Cuba- formas de propiedad, gestión y relaciones de producción. Y el que lo repite como misión militante, sin convicción o sin permitirse autocuestionamientos, no sólo se equivoca más sino, además, se autoengaña y demerita su proyección como ente pensante.

Comprendo también que no se vislumbran alternativas loables. Jugar al "futbol destructivo" -salvo balbuceantes propuestas políticas incipientes siempre bajo el asedio de los extremos- ha sido la apuesta de quienes adversan la tríada ya sea desde la convicción honorable o desde el repugnante merceranismo ideopolítico. No procuran que la tríada evolucione hacia un funcionamiento acorde a las condiciones propias de un proceso que se acerca a sus siete décadas y, por ende, necesita actualizarse y renovarse sistémicamente, sino que pretenden demolerlo todo sin detenerse a pensar que, en las condiciones de un pais asediado, vilipendiado cada segundo en los medios hegemónicos y sus acólitos en las redes, no es posible una implosión descontrolada  sin que se  produzca el desmembraniento de la nación. 

Es por ello que no nos queda otra opción que entender nuestras disfunciones y aceptar los daños generacionales que esas disfunciones han producido, y producen, al perpetuarse sin resolución exitosa. Tendríamos que ser empáticos con las heridas personales, familiares y sociales dejadas por tantos años en crisis. Comprendernos y asumirnos, no como la sociedad que nos inculcaron podríamos llegar a ser -quizás la sociedad que alguien soñó para nosotros-; comprendernos y asumirnos como lo que nos han dejado ser y hemos podido ser.  Y abandonar el "futbol destructivo" en el cual se hace lo que sea -incluso hasta jugar sucio- por tal de que el otro no anote, para pasar  al "fútbol creativo" en el cual el liderazgo se base no en la expectativa, ni menos al apego a normas impuestas por entes aparentemente superiores, y en cambio sí el liderazgo que se sustente en el ejemplo y los resultados esperados, la eficacia demostrada, la transparencia, la empatía, la probidad, el cumplimiento estricto de los deberes.  

Todo lo demás, creo, es la ya tan familiar confusión de caracoles con babosas.