Cualquiera hubiera esperado que las palabras de Petro, al menos divididas por tópicos, hubieran sido ampliamente divulgadas en los medios estatales cubanos. Si yo dirigiera el periódico Granma -que me siga librando el Dios de los Ateos- las hubiera reproducido íntegramente en primera plana, como hacían con los discursos de Fidel. Porque en verdad, Petro, ha dicho de modo descarnado y sin metáforas, la condición de este feudalismo supertecnológico que vivimos. Yo, si fuera el Jefe del Departamento Ideológico del PCC, -lo cual es y será imposible- hubiera orientado se dabatieran en cada clase de cultura política de cada centro estudiantil de este país.
"Pero, no, negativo, compañera Florecita" -como decía aquel personaje, Lindoro Incapaz. Prensa Latina, por ejemplo, ofreció una nota muy escueta sobre el discurso de Petro. El artículo, titulado "Concierto de voces en ONU por Cuba y contra el bloqueo", se centra en recopilar las muestras de apoyo a Cuba contra el bloqueo estadounidense expresadas por varios líderes durante la Asamblea. Y bajo esa premisa menciona a Petro, como de soslayo. Ese mismo enfoque editorial aplica Juventud Rebelde.
Los periódicos Trabajadores y Granma apenas lo citan en resúmenes escuetos relacionados con las sesiones de la ONU y enfatizan en, quizás, lo más controvertido de la intervención: el llamamiento a enfrentar "por las armas" a Israel, omitiendo las notas que, en el párrafo anterior, Petro se había referido a las llamadas fuerzas de paz de la ONU.
Cubadebate, por su parte, se limita a reproducir la descripción -sin análisis, ni podcast a propósito ni especiales- que hace Rusia Today del discurso del colombiano, como para poner en evidencia su orfandad de buenos analistas de hechos internacionales que padece su plataforma Ideas Multimedios.
Lo bueno, lo esperanzador, que han tenido los acontecimientos de los últimos días es que nosotros: Los Nadies a los que se refiere Eduardo Galeano, hemos visto claramente las cartas sobre la mesa de La Humanidad. A un Petro sin cortapisas, que rompe toda noción hipócrita de la diplomacia y llama asesinos a quienes lo son en vez de mandarle carticas casi suplicantes, se le intenta oponer un Agente Naranja que recuerda los peores arrebatos de Adolf Hitler desde su narcisismo, histeria y espíritu vengativo.
Pero el mundo -y en él nuestra Latinoamérica y Cuba- se ha vuelto extraño, al menos en las urdimbres digitales y mediáticas. Hay en cierta izquierda una extraña asintonía entre realidad y editorialismo que, tal parece, ha sido aprendida de la derecha.
Mucho de los integrantes criollos de lo que autodenominan "la izquierda de verdad", de los que usan como estandarte ideológico su "inclaudicable postura clasista y antimperialista a favor de los trabajadores", mientras escriben tratados sobre lo mucho que nos agreden -que es verdad que nos agreden los narcorubianos- en habitaciones climatizadas sin apagón; muchos de esos: han callado o han expresado someramente juicios más bien mojigatos sobre el discurso de Petro, cuando suelen, nos tienen acostumbrados, a poner sus juicios sobre lo humano y lo divino en materia de política internacional.
El colofón de esa extraña asintonía entre realidad y editorialismo es el podcast Chapeando bajito, que publica Cubadebate. Por la transcripción que hacen, -tengo que priorizar los megas, no los escucho- un par de referentes del periodismo estatal cubano, pretenden centrarnos en los ataques de un youtuber miamero y los llamados en las redes a lincharnos -que, por reiterativos a mi, por lo menos, me aburren- y, de paso, tratan el concierto de Silvio en la escalinata de la Universidad de La Habana, casi como un mero divertimento, "un dulce alivio a las angustias cotidianas" que nos distrae de la realidad -sutil reducción del enorme simbolismo de lo sucedido ante el Alma Mater en la situación actual de Cuba, Latinoamérica y el mundo- y no como el colosal aldabonazo, desde lo bello -como solía promulgar Alfredo Guevara- en las conciencias de cada uno de los que amamos las canciones que, desde la imagen poética y la música, nos hizo el cantautor.
Porque mientras Petro devela a rajatabla ante La Humanidad los peores males del mundo, Silvio nos devela toda la posible Humanidad del mundo con sus canciones. Dos modos complementarios de salvar la esperanza que, al parecer, nuestros ideólogos no alcanzan a comprender o, si lo hacen, por alguna razón no se atreven a enfatizarlo, ni a orientar que se enfatice en los turnos de debate y los matutinos de nuestros centros educacionales ¡Vaya usted a saber por qué no lo hacen!
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