I
"Tengo tres problemas graves en mi vida" -dice El Hombre del Berliet: "Soy diabético, hipertenso y militante del partido, y cuenta que el funcionario lo miró entre sorprendido y molesto, con expresión de ¿Cómo se atreve a decir que ser militante es un problema?
El Hombre del Berliet, y otros rastreros, conversan una madrugada en la explanada alrededor de una estación de servicios de La Habana. Esperan con la incertidumbre acerca de si llegará o no la paila con el combustible. Es de Matanzas, el del Berliet, y lo han mandado a habilitar a La Habana con unas piezas de concreto para luego llevar un pesadísimo equipo para el movimiento de tierra... A Cienfuegos.
"Nos mandan a echar combustible cien kilómetros más atrás pero solo autorizan 200 litros. Así que sí calculas, estamos en las mismas que si hubiéramos ido directamente de Matanzas a Cienfuegos".
Una grúa -la que debe bajar su carga- viaja también. ¿No es mejor alquilar una grúa en el lugar donde deben bajar y subir la carga? Pregunto pensando en el gasto de combustible de la grúa, y me responde, El Hombre del Berliet:
"La lógica te indica que debe ser mejor pero: ¿Quién sabe? Bastante tengo yo con mis tres problemas: diabético, hipertenso y militante".
Bajo la lluvia, como a las diez de la noche, adelantamos al Hombre del Berliet y, justo a la entrada de Jagüey Grande, al de la grúa.
II
Vamos con 23 toneladas sobre la cama. El motor del chinito Howo 290 parece no sentirlas demasiado. Ruge uniforme y silba su turbo para hacernos avanzar entre 80 y 90 km/h. No puede ir más rápido. El sistema de control de flota, que los choferes llaman GPS, te "chivatea" si te pasas de ese límite. Es, además, un abuso para el rodamiento, la suspensión y amortiguación del equipo. No hay un solo tramo excento de baches en la Autopista Nacional. Y es también un peligro.
En el kilómetro 277 vemos la señal de un bastón lumínico rojo. Hay un grupo de policías y se ve una rastra Mercedes Benz, con el rótulo de una cervecera, sobre el separador central de la autopista.
"Buenas noches. ¿Traen fosforera o una manguera?".
"Manguera traemos en la caja de herramientas. Pero no fosforera. Ninguno fumamos" -responde uno de los dos choferes con los que voy a Holguín y a Bayamo, desde donde tenemos que realizar un maratón para llevar materiales de la construcción hasta el poblado La Demajagua. Allí realizamos obras de urbanización, la mypime a la cual pertenezco.
Me bajo y pregunto qué pasó. Una joven perito del MININT, de rostro notablemente hermoso, me responde que la rastra golpeó una vaca y la mató. A unos metros de la cuña Mercedes Benz, efectivamente, hay una suculenta vaca negra tendida.
"¿Y para qué necesitan fosforera y manguera?"
"Tenemos que quemarla" - me responde la muchacha.
"¿Quemarla? ¿Por qué no la llevan para un hospital o un centro de estudios interno y la hacen comida para enfermos o becarios?
"La orden que tenemos es quemar por completo el ganado mayor que muera como resultado de un accidente".
"¿Quién dio esa orden?
"No sé. Supongo que el Ministro. Una orden como esa no la da cualquiera".
Diez minutos después dejamos atrás el accidente, al chofer, todavía con el susto en la cara, que saca un poco del escaso petróleo de su tanque para quemar la escasa vaca convertida por la irresponsabilidad de una ganadero y un trastazo en carne de res que no comerá ningún enfermo ni ningún niño en un círculo infantil ni ningún becario ni ningún anciano beneficiado por el sistema de atención a la familia porque alguien dio una orden que:
"Ay, mijo, nosotros tampoco entendemos" -Me dice la perito de belleza extraordinaria al despedirnos.
En el kilómetro 307 volvemos a encontrarnos con vacas, vivas, pastando en los bordes de la autopistas. Tranquilas. Seguras de que si provocan un accidente con personas muertas y daños materiales, tendrán la honrosa sepultura de los persas, y nadie las comerá...
III
Las calles del centro de Las Tunas están limpias y muy bien pavimentadas. Para un turista, sobre un ómnibus Transtur o Vía Azul, Las Tunas será una ciudad limpia, moderna, bien cuidada. Para el rastrero, no. Para el camionero Las Tunas es la ciudad con la peor avenida circunvalante del mundo. Llena de baches, con tramos sin pavimentar y pésima señalización.
Desde que tengo uso de razón -y ya tengo cincuenta años- por esa avenida circunvalante están obligados a transitar camiones y rastras porque los tuneros quieren cuidar su centro, tenerlo hermoso y reluciente para los viajeros. No importa que eventualmente un camión pierda la suspensión o se le parta una hoja de muelle por aquella circunvalante que está peor, incluso, que la de Camagüey por la cual hay que ir vigilando la carga pues te la roban sin que detengas el camión... Pero eso es otra crónica.
IV
Entre Macuto y Los Cayos, en el municipio de Yara, por la carretera Bayamo-Manzanillo, hay una prohibición de velocidad. No puedes pasar de 40 km/h. Ninguno de mis choferes la entiende. La carretera en ese tramo está muchísimo mejor que la Autopista Nacional o la Central, no hay poblaciones en los alrededores, las curvas no son pronunciadas pero ahí está la señal y hay que respetarla....
Unos kilómetros adelante, entre Cayo Redondo y Las Novillos, nos sorprende una columna de niños y niñas que caminan, acompañados por sus maestros, sobre la carretera. No sobre la cuneta sino, literalmente, sobre la carretera. Van en el mismo sentido del tránsito y no de frente, como aconseja la prudencia cuando no te queda otro remedio que caminar encima del pavimento; si un auto pierde los frenos por detrás de ellos, no lo verán. Ninguna señal, ni auto policial los acompaña para advertir a los choferes del peligro: "No pasará nada", seguramente piensan sus maestros y las autoridades, quizás muy ocupados en hacer cumplir la orden para el destino de la vaca que provoca un accidente....
Van, los niños y las niñas, hasta algun a riachuelo a echarle flores a Camilo Cienfuegos.