sábado, 11 de mayo de 2024
martes, 7 de mayo de 2024
La espiral de la disfunción.
"Ojalá nunca tengas la mala suerte de que un Pocket Card (dispositivo terminal portatil de cobro) de carga de FINCIMEX falle y te vacíe el saldo de la tarjeta prepago del combustible", me había advertido el jefe de operaciones de una empresa homóloga a la mía. Se trata de uno de esos accidentes que uno creería que nunca le va a pasar -como que se te quede trabada la tarjeta magnética en un cajero automático a las 12 de la noche o que ETECSA o la UNE te corten el servicio por un error... De ellos- pero que, cuando te pasan, te confirman lo mal configurados que están los servicios esenciales en este país, y la poca importancia real que le da el gobierno a resolver esos problemas, si nos atenemos a la incapacidad de ser efectivos en su resolución.
El procedimiento parece sencillo: abres una cuenta empresarial de prepago en FINCIMEX, le pones una cantidad de dinero, solicitas una o varias tarjetas magnéticas y le adjudicas un determinado saldo con el cual podrás pagar el combustible en cualquier servicentro del país. Sin lío... ¡Pues no! ¡Con lío! Con lío cuando un día el dispositivo del servicentro, por un problema de soporte de CUPET, falla y te "chupa" el saldo. Entonces el jefe de turno te debe de dar una carta que certifique el fallo -lo cual ya puede ser el primer problema si el tipo no está de humor, o no tiene impresora-, luego debes ir a FINCIMEX -no importa si el inmueble está a 40 kilómetros de donde te "chuparon" el saldo-, hacer una cola que puede durar todo el día -ya la de esta vivencia lleva tres horas y media- y, si no te pones pesado y no le falta algún requisito a la carta, FINCIMEX se toma su tiempo a discrecionalidad para rectificar el error. Tu tiempo como cliente y el costo de resolver un problema que ni tú ni tu empresa provocaron, del cual son víctimas, no le importa al gobierno ni al ministerio ni a ninguno de los que se dicen servidores públicos, ni mucho menos a los funcionarios y expertos del banco que deberían ocuparse de que no sucedieran tales dislates. Y la evidencia de que no les importa es que una y otra vez se repiten errores como ese, y no pasa nada.
Lo peor, y más irónico, es cuando el pocket que te roba el saldo es cualquiera de los existentes en la mismísima estación de carga de FINCIMEX. O sea, no es el problema de un cliente -CUPET, cuando el error se produce en un servicentro- sino el de una estructura del mismo Banco Financiero del CIMEX. Su pocket te chupa el saldo y, la misma entidad a la que pertenece ese pocket, te obliga a hacer una cola que no avanza, a perder lo menos un día de trabajo para rectificar la barahúnda que ellos mismos armaron por no detectar a tiempo un equipo defectuoso.
Podrá reunirse un millón de veces el Consejo de Ministros, podrá El Presidente del país lograr los contratos más ventajosos lo mismo con los rusos que con los Caballeros Yedi, podrán -en el más fantasioso de los casos- los americanos quitar el bloqueo y darnos la condición de nación económicamente más favorecidas... Que si uno tiene que pasarse un día entero en una cola para que un banco como FINCIMEX rectifique un mal funcionamiento de ellos mismos, que le causa a tu empresa prejuicios serios como cliente suyo, este país jamás va a salir del subdesarrollo y la precariedad. Y este modelo socioeconómico seguirá cayendo en una espiral indefendible de disfuncionalidad.
Mientras haya entidades como FINCIMEX -esenciales para el normal desenvolvimiento económico de la nación- puestas, por obra y gracia de la nomenclatura político-administrativa, por encima de cualquier escrutinio ciudadano y funcionen como monopolios sin competencia ni alternativa, este país seguirá en espiral descendente hacia la bancarrota aun cuando la hostilidad externa desaparezca por completo.
Porque es el secuestro del tiempo de la ciudadanía -dígase el pueblo, si se quiere-, debido a la brutal ineficacia de estos monopolios como FINCIMEX o ETECSA, por poner otro ejemplo, el impedimento mayor para nuestro desarrollo. Y uno de los argumentos más convincentes y prácticos de que nuestro sistema, en el cual un monopolios estatal rige las actividades que se creen o en verdad son fundamentales, no funciona: es obsoleto.
Luego de perdida la batalla económica, la acumulación sostenida, multiplicada, masiva e indetenible de malestares como éste, está haciendo que el proyecto denominado Revolución Cubana esté perdiendo la batalla ideopolítica.
(Dicho así, sin lubricantes, soy consciente de que la oración atraerá a los legionarios de las descalificaciones, las falacias, asalariados o amateurs, de la nomenclatura).
Pero: ¿Qué superioridad sobre el capitalismo hay en la ineficiencia, la precariedad de los servicios convertida ya en un problema antropológico y la justificación de esos males desde una prensa que hace cada vez menos periodismo y más propaganda politiquera?
Ningun propósito noble puede sustentarse sobre la incapacidad de funcionar correctamente, el dolo, la procrastinación, en sectores tan importantes como las finanzas, las energías, la industria pesada...
El encono, no de un pueblo sino de una estructura burocrática que parece funcionar solo para si misma, cuyo cometido cada vez más se aleja de su razón esencial, aquella proclamada "Revolución con los humildes, por los humildes y para los humildes". El encono basado en formas más o menos sutiles de manipulación o represión, no nos va a sacar del atolladero. El encono no como determinación de lucha por lo que se ama o por lo que se cree, ni por el camino de la coherencia con lo proclamado, sino como aferramiento de los mismos a las mismas obsolescencias, los mismos ensayos que una y otra vez conducen al fracaso. El encono como la incapacidad de cambiar a tiempo y resolver, o por lo menos ponerse en el camino de solventar, los problemas más graves por los que atravesamos. El encono se está revelando como la principal causa de nuestras desgracias. Y ese encono no le toca ni a Putin ni a Biden rectificarlo y encausarlo por el camino del progreso...
viernes, 3 de mayo de 2024
Bayamo: paradojas y contrastes
En Bayamo, cuna de la nacionalidad cubana, hay un restaurante que ostenta cierto lujo. Sus emprendedores hacen alarde de postmodernidad. Para leer la carta menú captas un código QR de lo más chulo, y accedes a un sitio web que te desglosa los platos, con imágenes y otras especificidades de los mismos. Llego la única noche -de las ocho que estuve últimamente- en que hay apagón en el centro histórico urbano bayamés. Como tienen planta eléctrica, pueden continuar prestando servicios. Son los únicos por los alrededores. Y los más caros.
He estado todo el día, y parte de la noche, en un barrio llamado El Almirante, luchando con un camión roto a unos 7 kms del restaurante.
No tengo opción. Entro. Una bealdad, sumamente amable, me entrega el dispositivo con el código QR. Reviso el menú. Como había sospechado, los platos principales cuestan más de mil CUP. Estoy decidiendo entre pagarlo o dormir con el hambre acumulada tras una jornada de intenso trabajo y tensiones cuando ¡albricias! aparece un plato que vale 750 CUP que puedo costear con mis viáticos.
Me relajo y me pongo a observar la ambientación del salón mientras otra mesera -también sumamente hermosa- sale con mi pedido a lo que supongo la cocina. Hay fotografías de trovadores, entre ellas, de Sindo Garay, el legendario juglar que vivió y fue sepultado en esta ciudad. También hay imágenes de lugares emblemáticos por su carga de historia. Pienso que los dueños, o gerentes, deben ser amantes o conocedores del simbolismo abrazado a la otrora villa de San Salvador.
Entonces conecto con el ambiente sonoro: los regaños a un niñito travieso que insiste en correr por el salón, una familia que comparte anécdotas, la balada, de uno de esos artistas españoles, o latinos, que supongo por mi edad soy incapaz de distinguir uno de otro... Es agradable, la balada. La letra no dice nada distintivo o que me haga pensar pero: ¡¿Quién rayos va a un restaurante a pensar!?
Para quien no se involucre, la vida en el barrio El Almirante parece transcurrir con aquella placidez que se sugería con las láminas del libro de historia de primaria, aquel por el cual estudiamos mi generación, donde veíamos a los taínos confeccionar el casabe, celebrar areíto y cazar con tranquilidad paradisíaca. Aun recuerdo aquella lámina con una familia de aborígenes, cada cual en lo suyo, alrededor de un bohío, como si el imaginario cronista los hubiera captado antes de que Diego Velázquez y Pánfilo de Narvaez llegarán a fastidiarles la felicidad.
Pero los pobladores del suburbio bayamés viven muy distantes de la tranquilidad. Su problema mayor es el abasto de agua, con todo y que en sus predios se encuentran las estaciones de bombeo de las cuales depende la ciudad, y su mayor empeño es el desarrollo por iniciativa privada de producciones artesanales de alfarería. Sus hornos pudieran considerarse de museo pues son similares a los usados por nuestros antepasados hace un milenio.
A la falta de agua potable se le suma la sequía en la zona, persistente esta primavera, que, combinada con las calles y trillos sin pavimentar, hacen que el polvo sea dueño y señor del ambiente, el sol castigue y mortifiquen los insectos llegados de quien sabe donde.
Aquí se vive sin bulla. Sin esos alardes sonoros propios de las grandes urbanizaciones como Centro Habana o el Versalles de Santiago de Cuba. Al compás de las aves, la leña en los hornos crepita subrepticia y coce la tierra que se convertirá en casas, inmuebles para negocios, escuelas en cualquier lugar adonde sus gestores de venta lleguen con los ladrillos y mosaicos. Sólo se escucha la radio -Radio Bayamo, preferiblemente y alguna vez escuché a Rebelde-, y la música de alguna bocina portátil con fusiones y reguetones. O el audio -cada vez más habitual y descarado- de algun YouTuber de Miami profiriendo que si dictadura o libertad...
Algunos reflexionamos dentro de la soledad espiritual de un salón de restaurante ambientado, como debería ser en una ciudad llamada cuna de la nacionalidad: quién sabe si las paredes pintadas con esmero, ambientadas con gusto identitario, del restaurante de relativo lujo donde ahora mastico y trago el plato menos caro que encontré...
Levanto la vista para pedir la cuenta. Conecto con la realidad de la hermosa figura de la mesera y vuelvo al entorno con todos los sentidos. Entonces escucho los primeros acordes de Ojalá, la archifamosa canción de Silvio, y, justo cuando voy a celebrar la coherencia, una mano pulsa un botón, o un íncono, y la salta sin dejar que llegue el segundo verso. "¿Por qué la saltan? Está muy mal que la salten en un lugar donde la foto de Sindo Garay casi franquea la entrada", le digo a la mesera. Ella no entiende. Me entrega la nota con su mirada constante, su sonrisa perfecta, mirada y sonrisa que allí mismo se revelan falsas, importadas, y que me perseguirán los siguientes días en los diversos lugares del Centro Histórico Urbano del Bayamo paradójico y contrastante donde, bajo el ceño de Sindo sumido en su rincón, alguien también salta El Breve espacio en que no estás, la canción de Pablo preferida por mi madre, para poner la enésima versión de Despacito.
...Quien sabe si estas paredes, y todas las paredes de la Cuna de la Nacionalidad, han sido forjadas desde hace siglos en hornos como los que he visto en la tarde en El Almirante, por similares manos laboriosas criadas por madrazas como la abuela que acoge a los chóferes durante los días de odisea técnica, y cada mediodía nos conmina a compartir el almuerzo de su familia, con una apasionada solidaridad propia de tiempos y valores que uno creía perdidos en este país.
En El Almirante se comparte sin ambagues ni poses, como el acto más natural del universo, aunque sospecho que ninguno de ellos -ni menos la abuela solidaria- llegará por si misma a comer ni siquiera el plato más barato en este restaurante de relativo lujo mientras arrulla La Tarde aprendida de sus propios abuelos, sin saber, seguramente, que esa foto que le mira es la del hombre autoalfabetizado que escribió uno de los más bellos homenajes que se le hiciera jamás a la mujer bayamesa y que yo no escuché jamás en nueve días, en ninguno de los sitios por los que anduve...
lunes, 29 de abril de 2024
La Patria para mi.
Por: Jorge Luis Veleta Mederos.
A Roxana Pineda Labairo la única mujer que me ha obligado a cantar en mi repuñetera vida.
La patria, para mí, se fabricó de pájaros,
de incesantes mordidas en el pecho y de carísimas fiebres.
La patria me buscó desde que supe mi nombre
y pronuncié mi nombre como patria, como mujer anclada en las llovizna olorosas del trópico.
Y fui diciendo patria cada día y fui diciendo costumbre,
y fui diciendo casa y fui diciendo amigos.
La patria me fabricó dos hijos tan hermosos que hasta duele mirarlos,
fabricó manantiales y luciérnagas y fabricó esperanzas.
Luego me regaló una virgen amarilla, una ceiba y un son para bailar.
Por eso llevo a mi patria hundida en los riñones como si fuera piedra
y hace frio sin ella en las ciudades donde nunca he vivido;
porque la patria se fabrica de vivir el insomnio ,
pero también de muerte y nacimiento.
Patria es una guitarra bienoliente, una frente muy alta y algún decir adiós;
por eso es que mis amigos huyen con la patria en el hombro.
Y vuelven. Y beben patria con café.
Y no quieren volver a las ciudades donde nunca he vivido.
La patria para mí, la verdadera patria, tiene los pechos grandes para todos,
nos ofrece la paz y el huracán, las invaluables tardes de diciembre y el olor a sofritos.
La verdadera patria es fiel al tacto y tangible;
yo no tuviera patria si escogiera donde me duele menos,
mis hijos no tendrían patria ni dolor canciones.
Y ya no tendría ni un son para bailar.
Porque la patria, la verdadera patria para mí,
es la muchacha loca de Gibara que se llama Karina,
o una cita de amor con Celia Cruz,
o un saxofón abierto en la penumbra del Benny.
La patria para mí, la verdadera patria es el recuerdo enorme
de que habito en el cielo dondequiera que voy.
martes, 23 de abril de 2024
𝐈𝐧𝐭𝐞𝐫𝐯𝐞𝐧𝐜𝐢ó𝐧 𝐞𝐧 𝐀𝐬𝐚𝐦𝐛𝐥𝐞𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐔𝐍𝐄𝐀𝐂 𝐝𝐞 𝐂𝐚𝐦𝐚𝐠ü𝐞𝐲 el 𝟐𝟎 𝐝𝐞 𝐚𝐛𝐫𝐢𝐥 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟒
Por: Juan Antonio García Borrero.
Debo confesar algo. Esto que he intentado resumir en un texto cuya lectura quiero que no supere los cinco minutos, podría parecer que ya ha sido dicho. Y no es un error, porque, en efecto, desde el año 2016 lo vengo reiterando en diversos foros públicos, incluyendo asambleas como estas donde están presentes altas autoridades del territorio, y directivos de la capital. Por tanto, el primer problema sobre el cual me gustaría llamar la atención es sobre la ausencia de un efecto vinculante en aquellas reflexiones que muchas veces protagonizan en determinados cónclaves la vanguardia artística y la vanguardia política.
Pienso que en estos momentos no habría nada más importante en el orden cultural, que pensar críticamente cuál puede ser el aporte de la vanguardia artística al desarrollo de la nación, que es mucho más que la isla física, el Estado, el Partido, o los grupos que pugnan por imponer sus respectivas visiones de la realidad.
La cultura es algo que precisamente, a diferencia de la política (que excluye), logra articular en un mismo cuerpo la gran diversidad de prácticas y acciones que se desarrollan en su seno. Si la cultura todavía sigue siendo lo primero que hay que salvar, es justo porque en ella vamos a encontrar protección todos los cubanos, vivan donde vivan, y piensen como piensen.
Sin embargo, tengo la impresión de que, como vanguardia intelectual, no estamos todavía preparados para entender las profundas transformaciones que ya están ocurriendo a nuestro alrededor, donde no solo han surgido nuevas prácticas culturales, sino también, nuevos públicos, nuevos consumidores. ¿Podríamos seguir utilizando el mismo lenguaje de hace diez años si quisiéramos resolver los nuevos problemas que ya nos están afectando? ¿Llegará la vanguardia intelectual en Cuba a entender que hoy la producción y el consumo cultural andan por caminos bastante distanciados de esos que nosotros, los intelectuales, creíamos institucionalizados para siempre?
Pienso que algo que deberíamos priorizar es la modernización de una política cultural que, a mi juicio, ahora mismo luce totalmente superada por la Historia.
Tendríamos que recordar que, aunque desde el siglo XIX los Estados se han ocupado de intervenir en ciertas áreas de la cultura, y proteger o impulsar con sus disposiciones públicas determinadas actividades, no es hasta después de la Segunda Guerra Mundial que el término política cultural asume un carácter oficial a nivel internacional.
Eso quiere decir que la política cultural no es algo que se encuentra hecho para siempre, sino que tiene una dimensión histórica, y, por tanto, necesita ser evaluada y actualizada con sistematicidad, algo que entre nosotros no se ha hecho, pues se apela a la convicciòn de que aquello que se declaró por Fidel en las “Palabras a los intelectuales” sigue funcionando para lo que sucede ahora, lo cual, por cierto, es lo más antimarxista que uno pueda imaginar.
Desde 1959 Cuba cuenta con un sistema institucional que ha posibilitado el acceso de sus ciudadanos a lo mejor de la cultura universal. El problema que hemos tenido con el examen crítico de la política cultural, es que apenas se han tomado en cuenta las expectativas de los gobernantes, en función de un criterio reductoramente ideológico que, para colmo, recorta los pronunciamientos a los espacios vinculados al arte y la literatura.
Como consecuencia de ello, la creatividad de las personas en el día a día (la invención de lo cotidiano, diría De Certeau) se pierde por completo de vista, fomentándose la idea de una cultura que solo es concebible a nivel institucional, es decir, legitimada por la tradición y el conjunto de instituciones que ya existen. No importa que, por ejemplo, las bibliotecas tradicionales asistan a la deserción masiva de sus lectores, quienes hoy viven bajo el influjo de las nuevas estrategias de lecturas: más allá de esa biblioteca tradicional, según los defensores de ese enfoque decimonónico, lo que existiría es una devaluación de la práctica lectora.
En realidad, desde los años noventa del siglo pasado se viene hablando de la necesidad de actualizar y repensar el concepto mismo de “política cultural”. En el “Informe de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo” auspiciado por la UNESCO puede leerse lo que sigue:
“A menudo, la política cultural se limita a ser una política para las artes, haciendo hincapié exclusivamente en la búsqueda de la excelencia artística e institucional. El resultado es una forma de política “minusválida”, que desvía el debate sobre el apoyo a la diversidad, la opción y la participación ciudadana, hacia cuestiones trilladas sobre “bellas” artes frente al arte popular, estatuto profesional frente a estatuto de aficionado, o si las artesanías, el floclore y otras formas de arte popular deberían ser objeto de apoyo”.
Aunque las discusiones en torno a las políticas culturales en Cuba parezcan un asunto doméstico, en verdad estamos hablando de política exterior. En un mundo como el que actualmente habitamos, tan globalizado, tan conectado entre sí, lo que se construya como imagen cultural hacia el interior del país tendrá una repercusión inmediata en lo global. Veinte años atrás un Estado podría darse el lujo de prescindir de esos nexos, pero hoy, hacerse de la vista gorda sencillamente suena a conato de suicidio.
Lamentablemente, no hay entre nosotros todavía una conciencia real del problema. Nos sigue pareciendo que política cultural y control de los contenidos culturales que circulan dentro del país es lo mismo. Y lo que es peor, se asume que la política cultural ya está hecha, y que a diferencia de la cultura (que está en permanente construcción, y con todos los actores sociales negociando bienes simbólicos) no necesita ser renovada, discutida, repensada. Aquí vendría la pregunta del millón, desde luego: ¿quiénes, entre nosotros, estarían autorizados a enfrascarse en un debate de ese tipo?
Mi criterio es que son los creadores los que, en primer lugar, deberían fomentar discusiones de ese corte. Pero creadores en el sentido auténtico de la palabra, pues puede darse el caso de que, bajo el título de artista, y la autoridad simbólica que reporta ese rol, se defienda de modo ciego un orden de cosas que ya ha sido superado por la vida misma. Por lo que la autoridad debería provenir solo de lo epistemológico.
Debo decir que en el octavo Congreso de la UNEAC escuché criterios bien atinados que iban en esa dirección. Y del discurso de clausura de aquel evento del entonces primer Vicepresidente Miguel Díaz-Canel, subrayé pronunciamientos que, a mi juicio, indicaban de modo muy inteligente la necesidad de poner a la creatividad en función de nuestras políticas culturales, y no a la inversa. No me canso de citar esta consideración realizada en ese discurso:
“Debemos evaluar con rigor el impacto de las nuevas tecnologías en el consumo cultural, en la creación y la distribución. No puede verse ese impacto como algo negativo, sino como un reto inédito para la relación de las instituciones con los creadores, que debe reforzarse sobre reglas de juego diferentes. Tenemos que usar las nuevas tecnologías para promover lo mejor del talento con que contamos”.
Precisamente el uso creativo de las nuevas tecnologías en función de lo cultural, solo será posible con una política cultural inclusiva, que mire desde lo ciudadano (y no exclusivamente desde lo institucional, o lo que sus funcionarios deciden) las potencialidades que brindan ese conjunto de dispositivos que ya inundan nuestras vidas cotidianas de un modo informal. Y es un desafío que, en efecto, demanda nuevas miradas y nuevas lecturas.
Imagen tomada del perfil de FB del autor |
jueves, 18 de abril de 2024
La prensa estatal y el ridículo de la dirigencia
La tendencia de la prensa estatal cubana a no profundizar en las causas y condiciones internas, desde un accidente de tránsito hasta nuestras fallas sistémicas, imbeciliza a los dirigentes del partido y el gobierno de cara a la opinión pública.
El bulling social es una de las directrices evidentes de la inteligencia al servicio de la crápula que vive del diferendo entre Estados Unidos y Cuba, y han levantado fortunas y centrado sus carreras políticas en el odio y los extremos irreconciliables desde ambas orillas. Cierta prensa estatal, cada vez con mayor impacto, parecería bailar al son de esa matriz de descrédito al operar, cada vez con mayor frecuencia, una de las variables más contundentes: el ridículo.
Ejemplos sobran:
Desde aquel fragmento editado, y sacado de contexto, de Diaz-Canel diciendo que "la limonada es la base de todo" que pasó a los anales del choteo nacional, o la Mesa Redonda acerca de los avestruces y el héroe campesino Guillermo García expuesto al vacile criollo hasta el periódico Granma publicando declaraciones generales del Primer Ministro, verdades de Perogrullo que hasta un niño de preescolar conoce o intuye pero que nada aportan en concreto a la resolución de los problemas como esa de: "si no tenemos identificado cuáles son los problemas, cuáles son las distorsiones en los diferentes ámbitos, no vamos a avanzar".
¿Han meditado el periodista, el jefe de redacción del periódico, sobre lo que están propagando, destacando, enfatizando, como esencia de una reunión con los gobernadores de las provincias del país? Está diciendo el periódico que, luego de cuatro meses de que el gobierno anunciara un proceso de rectificación de problemas y distorsiones que afectan la economía, ¡a cuatro meses! todavía los gobernadores de las provincias no tienen identificadas esas distorsiones y esos problemas. ¡No lo sabe tampoco el Primer Ministro a pesar de recorridos y más recorridos por los territorios! Entonces a cualquiera, sea simpatizante o no del gobierno, se identifique o no con la ideopolítica gubernamental, no le queda otra que preguntarse: ¿A qué rayos van a las provincias? ¿Cómo diablos anuncian un proceso de rectificación de distorsiones sin saber cuáles condiciones, en concreto, tienen que modificar? ¿Por qué no mencionan procesos y responsables con nombres y apellidos? ¿No es esa transparencia y combatividad la que se espera de un revolucionario, un comunista?
Y uno se pregunta: ¿No es esa manera simplista, reduccionista, generalizadora, un modo de ridiculizar el abordaje que en las estructuras de gobierno se hace de los problemas nacionales?
Otro ejemplo es el de la producción nacional de la cerveza que uno de nuestros foristas mencionaba en un comentario de la entrada anterior. La funcionaria de una Organización Superior Empresarial declara con lozanía que la industria cervecera nacional lleva dos años sin recibir financiamiento para producir, que incluso sus trabajadores han tenido que realizar labores agrícolas -aunque me resulte difícil imaginar a cualquiera de los directores o subdirectores de La Bucanero, de Holguín, yendo a sembrar ajo a Gibara o Antilla- pero nosotros, pobres mortales, estamos viendo al doblar de nuestras esquinas establecimientos que expenden cervezas Bucanero y Cristal envasadas en latas o botellas. ¿De dónde salieron? ¿Fueron producidas hace dos años atrás y estaban almacenadas?
Eso sin contar el enfoque en el uso del término: "recibir financiamiento". ¿Cómo una fábrica con un mercado asegurado, y cautivo, donde desde hace como veinte años la demanda ha sido siempre superior a la oferta, tiene que "recibir financiamiento" para su producción? ¿Quién tiene que otorgarle ese financiamiento? ¿Cómo es posible que la propia fábrica no haya sido capaz de establecer una dinámica que le permita a ella misma financiarse? ¿Por qué el periodista no hurga en las causas y condiciones que hacen que:
1.- Haya cerveza Bucanero y Cristal ahora mismo en los comercios privados de la calle Maceo en Regla a pesar de que una funcionaria asegura que hace dos años las fábricas no reciben financiamiento?
2.- Por qué una empresa con un mercado cautivo y un producto altamente demandado no puede generar y disponer de su propio financiamiento?
Cualquier reunión gremial, evento científico, conferencia magistral, congreso organizado por la UPEC o la Asociación de Comunicadores Sociales, tributa a un colosal ridículo colectivo si los periodistas estatales no son capaces con sus preguntas y sugerencias de concretar, o inducir a que los dirigentes concreten, argumentan, demuestren con datos y hechos.
Cuando a mi me hablan de labor político-ideológica, cuando escucho que hay que actualizar el modelo de gestión de nuestra prensa estatal, pro-socialista, pienso en esa concreción y no en la evasión de las profundidades. No pienso en consignas. No pienso en fotos de un trabajo voluntario con los dirigentes vestidos con ropa de marca y sin sudar en el país que hace unos días batió su récord de máxima temperatura. No pienso en verdades de perogrullo amplificadas con frases sacadas del contexto del debate -porque quién sabe si, en realidad, los debates en esas reuniones son profundos y concretos- y reproducidas como tips para tontos de capirote...
Cuando me hablan de trabajo político-ideológico pienso en una prensa con periodistas que sepan, o pregunten a quienes corresponda, que al doblar de su casa venden cerveza Bucanero a pesar de que les están diciendo que la fábrica lleva dos años sin poder financiar su producción. Pienso en un medio que explique la política de inversiones de los últimos quince años y demuestre por qué hay que ponerle millones y millones a inmuebles para una industria turística con una exigua tasa de ocupación o en otro que le pregunte al Presidente a qué partida del presupuesto del Estado -o sea, del dinero del pueblo- se le cargan los gastos de su esposa cuando sale al extranjero, en un país donde formalmente no existe el cargo de Primera Dama. ¿Por dónde va el proceso de instrucción contra Gil que anunció El Presidente? Por fin: ¿La fuga de gas que hizo explotar el Hotel Saratoga tuvo responsables o fue obra de Dios por inspiración del Spiritu Santos? Y todo eso sin que ese profesional que inquiera desde los medios del pueblo, por mandato constitucional, sea considerado opositor, confundido, contrarrevolucionario o apatrida sino que se honre el ejercicio de un derecho a través de una prensa que se vende como representativa de los humildes con los humildes y para los humildes.
¿Pienso?
lunes, 15 de abril de 2024
El mérito parametrado I
Tomado del FB de Rodolfo Alpízar*
Por un mensaje de Esther Suárez en Facebook me entero del fallecimiento de Ramón Calzadilla.
Silencio absoluto de los medios, ninguna institución cultural se pronunció, y de las autoridades para qué hablar.
Ramón Calzadilla fue un gran barítono, pero cometió el pecado de emigrar a otras tierras, y fue borrado de la memoria oficial.
Acepto que, como afirma el dicho, lo que es costumbre no extraña. Pero no entiendo ni perdono que pase lo mismo con su hermana, Julia Calzadilla.
Julia vive en Cuba, tiene a su haber dos premios Casa de las Américas, sus textos están en los cuadernos escolares, es premio de la Federación Internacional de Traductores, es una reconocida egiptóloga y es uno de los pilares de la interpretación y la traducción en Cuba, ¡una gloria de nuestra patria!
Sin embargo, parece que para quienes mueven los hilos de la cultura ella no existe. No se le otorga el premio nacional de literatura, más que merecido, y, como ciertos personajes siguen teniendo poder, no se aprueba el premio nacional de traducción, el que habría que darle en su primera edición.
Para quienes opinen que exagero, les recuerdo que hace unos meses completó los 80 años y, salvo una escueta nota de en Facebook, se pasó por alto. Comparen con la forma como se actúa con otras personas que distan mucho de los méritos de Julia Calzadilla.
El hermano vivía lejos, pero Julia está aquí , vive entre nosotros. Es hora de honrarla como se merece por sus aportes a la cultura (¡y a la economía!) de este país.
* El título lo puse el administrador del blog.
miércoles, 10 de abril de 2024
Congreso UJC: El eslogan no es el problema
Por: Darío Alejandro Escobar*.
* Joven periodista cubano, graduado de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Actualmente trabaja en la agencia Cun Cun de diseño y comunicación.
** Estrategia de marketing para renovar una marca consistente en cambiar su elementos identificadores parcial o totalmente, asociando los nuevos elementos a una nueva visión organizacional.
sábado, 6 de abril de 2024
Aquellas croniquillas I
Experimentos.
"Voy a vender la turbina, porque, en un final, a mi me llega el agua todos los días a la ducha", le dijo un amigo a otro hace unos diez años. El otro -precavido-, le aconsejó que no lo hiciera, que: "este país es impredecible". Como nadie experimenta por cabeza ajena, mi amigo vendió la turbina y ahora rumia sus sequías, y se lamenta.
"Somos la generación de los experimentos, Giordan", me dice un vecino de mi niñez, y me recuerda que en nosotros aplicaron por primera vez las pruebas de ingreso a la universidad, las brigadas estudiantiles de trabajo, el año de servicio militar obligatorio para los que obtuvieran carreras universitarias y los cinco puntos de criterios del profesor que equiparaban a los que sí estudiaban con los que eran "carne de reuniones, tribunas y matutinos".
"Un día amanecimos con que el futuro tendría que ser necesariamente de hombres de ciencia, y otro con que lo más importante es un boyero o un cerquero. Un día las clases eran por televisión y los maestros eran tan muchachos como los alumnos, y nuestros hijos debían estar casi todo el día en la escuela; y otro día la familia es la responsable de la proliferación de antivalores y violencia psicológica, y el sistema educacional se lava las manos", agrega mi vecino de la niñez
"Este es un pueblo extraño", me dice un chófer santiaguero que trajo a una agrupación a las Fiestas del Mar, y tuvo que hacer malabares debido a las prohibiciones de tránsito, para acercarse todo lo posible al lugar donde tenía descargar los instrumentos. "Me cuentan que únicamente los autos del gobierno no afectan con las vibraciones de sus motores la arquitectura del centro de la ciudad", añade con la típica entonación de la tierra indómita, y se ríe con su colmillo de oro.
Las campanas de la parroquia llaman a misa por la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, e instintivamente miro hacia donde alguna vez estuvo el reloj del ayuntamiento.
Llovizna.
Recuerdo que ya el reloj no existe, he visto hace poco sus restos herrumbrosos en una nave que usa como local de ensayo la comparsa de La Pesquera -que, extrañamente, ensaya en la Calle Ancha, en el otro extremo de la ciudad-. Y entonces me viene a la mente aquel que quiso experimentar y poner un reloj digital en el techo del restaurante Las Américas -porque teníamos que estar uniformes con el centro de la capital provincial-, y allí se quedó el adefesio de estructura de bloques por muchos años; o la costumbre impuesta por el gobierno de que los restaurantes saquen mesas y sillas para la calle –y dejen sus salones vacíos-, asen cerdos en púas, con el husmeo de los perros callejeros entre los restos de comidas como en una perfecta aldea sajona de la Edad Media, mientras cada veinte o treinta metros varios equipos de audio compiten entre sí, en pos del trofeo de cuál hace más bulla o amplifica música más pedestre, y un coche tirado por dos chivos pasea a los niños alrededor de los comensales, y del cielo no cae el maná sino los desechos industriales de los molinos de arroz porque “no queda otro remedio que almacenarlos al aire libre” según un funcionario local.
Allí, en cada esquina del parque De Céspedes, están las bases pintadas que feamente contrastan con la pátina de las esfinges que señalan los puntos cardinales. A uno de esos “experimentadores” se le ocurrió que cubrir con vinil blanco la pátina de las cuatro bases porque “se veía más bonito”… Mudas testigos, las esfinges de los experimentos, las iniciativas, el dislate continuado…
Escrita en el 2011, cuando se discutían y aprobaban los lineamientos del presunto Nuevo Modelo Económico.
domingo, 31 de marzo de 2024
Inteligencia Artificial: segundo acercamiento.
Una rueda sin contención por una pendiente negativa puede conducir al siniestro. Para evitarlo, la necesidad debió imponer la invención de mecanismos de frenado a la par del desarrollo de vehículos capaces de trasladarse sobre ruedas. Cuando han fallado esos mecanismos, ha sido altísima la probabilidad del desastre.
El uso pacífico de la energía nuclear, sin práxis ni ingenierías seguras, es altamente peligroso. Se demostró en Chernobyl. Y si se dan condiciones extremas, singularidades, con las cuales, ni siquiera con el funcionamiento óptimo de los sistemas de seguridad, se puede evitar el daño entonces tenemos a Fukushima. La Naturaleza, eventualmente, transgrede cualquier precaución y previsión. No acabamos de aprender la lección.
Son los riesgos civilizatorios, dirían los defensores a ultranza de la tecnología: "nadie deja de beber agua de un vaso por la posibilidad entre millones de atragantarse". Y es verdad: el principio de que el desarrollo tecnológico no es ni bueno ni malo en sí mismo sino por el uso que se haga de los artificios, y la relación costo-benedicio, es también ciencia establecida. No es lo mismo la dinamita para derrumbar muros y crear vías de comunicación que para masacrar humanos.
Sólo que en el caso de la llamada Inteligencia Artificial, el debate debería -me parece- centrarse en si estamos lo suficientemente informados los comunes de esta Tierra para evaluar la magnitud del salto tecnológico, sus implicaciones y, en consecuencia, la magnitud del riesgo en las condiciones histórico concretas de este siglo XXI. Intentémoslo.
Como bien se dice, el control sobre las tecnologías de punta lo tienen "un puñado" de empresas. Los que manejan los hilos de esas empresas conforman una oligarquía que, cada vez más, concentran en sí mismos mayor poder económico y discrecionalidad que los recursos y posibilidades de decenas de países juntos. Un poder económico y una discrecionalidad que han adquirido, en grado determinante, porque sus invenciones, artificios, son usados primeramente por los militares y son ensayados en guerras devastadoras para las personas comunes que, bajo el sesgo de la democracia, creemos que decidimos alguna cosa cuando el representante de alguno de nuestros Estados vota a favor o en contra en la ONU cuando, en realidad, sólo conformamos los comunes el coro binario. Esa condición no parece que vaya a cambiar en los próximos veinte años por muy optimistas que seamos.
¿Cuántos de los que, con la exposición de nobles propósitos, ponderan el uso de la IA en sentido progre, o en el sentido de la libertad y la soberanía de los pueblos, conocen en profundidad, tanto como sus propios desarrolladores, la IA? ¿Cuánto de los que en los fórun de las izquierdas plantean que el problema no es la IA en si misma -como, efectivamente, no lo es sino su uso- tienen el más mínimo control o capacidad de decidir sobre el uso proactivo y favorable a la igualdad de oportunidades de la herramienta, más allá de lo que cualquiera con acceso a Internet y un dispositivo pudiera aprovecharla como usuario final? Entonces esas son las condiciones histórico-concretas que vivimos en el siglo XXI: un mundo donde unos pocos tienen la capacidad real de decidir el destino de la masa de comunes en desventaja por mucho coro que hagamos.
Y bajo esas condiciones, activistas tratan de conceptualizar y evaluar, desde el sentido común, algo sobre lo cual no conocen lo suficiente y no tienen el más mínimo control ni determinación. Lo mismo sucedió cuando hace veinte años comenzaron las redes sociales. La presión del activismo de izquierda era porque se abrieran los códigos y se "democratizaran" las plataformas. Otros defendían la multilateralidad digital y que los polos de poder -Rusia, China... en oposición a Estados Unidos y Europa, por ejemplos- pudieran desarrollar redes de modo equilibrado. Veinte años después descubrimos que los algoritmos y sus impactos -vengan del lateral que sea- van en función del consumo, el poder hiperconcentrado, la hegemonía cultural de los poderes y la competencia económica. Entonces ahora nos pasamos alegremente de ponderar las redes a tratar de estigmatizarlas mientras vemos una esperanza en la llamada IA.
Pero una buena parte de la comunidad científica e ingeniera, una buena parte de los desarrolladores reales de esa tecnología, de los que de verdad la conocen y manipulan -entre los que se encuentran, no sé si para orgullo de la ingeniería cubana, mis amigos Pável y Carlos, graduados en universidades cubanas-, están alertando sobre los peligros de que se nos vaya de las manos y se convierta en un desmadre. Eso, creo firmemente, deberíamos atenderlo a tiempo como mismo debimos atender a tiempo los riesgo de alterar el equilibrio ecológico y de atentar contra la diversidad biosistémica.
Cualquier programador senior en el mundo sabe que es real la posibilidad de autoreprogramarse de esos artilugios, más allá de la voluntad humana, y que la probabilidad de que un sistema de máquinas tome el control de procesos críticos y vitales para un conglomerado humano, o La Humanidad toda, no es ciencia ficción en marzo del 2024. Que los ingenieros senior y de diseño lo reconozcan públicamente o no, por falta de compromiso social o porque respondan a políticas corporativas, es harina de otro costal. De hecho, lo único que evita actualmente que una máquina se autorreprograme a partir de su interacción con el medio externo -el medio externo, advierto el detallito, somos nosotros- no es que no exista el software que le permita hacerlo sino que aun no se ha desarrollado lo suficiente el hardware que lo soporte dado el grado de procesamiento que se necesita. A algunos ingenieros en el mundo, parece constarle, que esos hardwares ya se desarrollan aceleradamente no porque lo lean en un sitio de Internet sino porque es la labor que realizan para vivir, pagar sus billes, financiar las carreras de sus hijos y viajar a sus países subdesarrollados de origen, muchos de ellos.
La ingeniería de hardwares capaces de soportar la autorreprogramación y la autorreconfiguración sistémica de las máquinas es la prioridad de las empresas más poderosas y exitosas de la rama en el mundo: chinas, gringas, rusas, europeas... Tales artilugios permitirían realizar a velocidades inauditas, inimaginables, tareas supercomplejas como la validación de un medicamento mediante la simulación virtual de ensayos clínicos, por ejemplo, que optimizaría decisivamente el desarrollo de medicamentos, o la secuenciación de códigos genéticos en la búsqueda de determinados efectos, que podrían conducir a la curación de enfermedades ahora degenerativas. ¡Y eso sería magnífico para La Humanidad toda si no viviéramos en un mundo profundamente injusto y desequilibrado, en el cual todavía persisten, en algunas de sus regiones más pobladas, enfermedades transmisibles curables desde hace más de un siglo!
No digo que la intención de los poderosos sea que las máquinas tomen el control -serían suicididas-, su intención es la misma desde que existimos como linaje: la seguridad de su grupo de pertenencia sobre la base del control sobre el otro -no del entendimiento mutuo- y la supremacía. La misma búsqueda de la seguridad y supremacía que provoca las guerras como la ruso-ucraniana, las masacres como las de Gaza, las invasiones... Con el uso destructivo de la tecnología que alguna vez estuvo en el estadío que ahora está la llamada I.A.
Como quiera que la I.A. es un hecho -un hecho que trasciende por mucho Chatpt y sus afines que son sólo la puntita del iceberg- habrá que convivir con esta, su uso final por los comunes, como mismo hemos convivido con las redes sociales... ¿Qué hacer entonces ante los peligros de que, quienes la controlan, la usen irresponsablemente y ellos mismos pierdan el control y nos lleven al desmadre?
¿Qué hubiera sido del mundo si aquella noche del 26 de septiembre de 1983, durante el equinoccio de otoño, una máquina programada según la lógica y los algoritmos de la I.A. hubiera interpretado las señales equívocas de los sensores y hubiera tomado la decisión en vez de Stanilavs Petrov?
El problema de las máquinas, para los humanos, precisamente es, creo yo, que ni sienten, ni perciben, ni sus decisiones están contaminadas por las motivaciones...
(Continuará...)
jueves, 28 de marzo de 2024
Inteligencia Artificial: primer acercamiento de un diletante.
Lo que comenzó siendo lucha instintiva por la supervivencia, con el tiempo y la evolución, se ha convertido en el rol de la inteligencia humana: la resolución de problemas y la eliminación de barreras en aras de la satisfacción del deseo, la satisfacción de la tendencia o necesidad de algo, alguien, o determinado status quo, para obtener placer y/o realización personal: eso que llamamos bienestar.
Buda reconoció en el intento de satisfacción del deseo –o sea, la búsqueda del placer y/o la realización-, la causa de lo que lo que Satré denominó en el siglo XX la angustia existencial del Ser Humano. En el budismo –doctrina filosófica transformada en religión-, el nirvana es el camino a la iluminación bajo los mandatos de una auto-disciplina inhibidora del deseo que aísla al individuo de cualquier condicionamiento externo y lo lleva a un estado de inmovilismo psicosocial pues restringe la realización personal al equilibrio interior de la mente, desdeña la interacción con otros seres humanos.
Parece ser el budismo un intento de resolver la contradicción filosófica entre el ser individual y el ser social, el ser en sí mismo en autoequilibrio y el ser condicionado por influencias externas que lo conducen al hedonismo.
En aposición –y con el mismo fin-, en la Edad Media los sistemas filosóficos occidentales apostaron por la idealización, la exacerbación de un determinante supremo -Dios- un vínculo incuestionable con ese determianante -Jesús- y un inductor omnímodo y ubicuo del comportamiento -el espíritu santo. De tal modo, todo aquello que la moralidad predominante -que es la moralidad de la clase social predominante- prohibía, era argumentado por la curia con la Palabra de Dios. El resultado de eso fue un Ser Humano no sin deseos, no en equilibrio interior como aspira el budismo, sino un Ser Humano lleno de tabúes y autorrepresiones, muy susceptible a ser condicionado por la masa por una herencia de temor y obediencia.
Los sistemas mágicos-religiosos africanos, -tan “ramplonizados” por los medios eurocéntricos-, establecen prohibiciones y tabúes resultantes de la ideación imaginal generadora de un “mundo otro” compuesto por divinidades, y su interrelación con la ideación racional a través de la cual las tribus africanas transformaban la Naturaleza a su favor con la caza y la recolección agrícola. Vivían en una especie de equilibrio dinámico que las metrópolis europeas violentaron como mismo hicieron contra los amerindios.
Lo mismo que la religión, el resto de las dimensiones de la cultura, entiéndase: el arte, la tecnología, la ciencia… una vez surgida La Humanidad, condicionan las relaciones sociales a través de la facilitación de los procesos comunicativos. Cualquier liturgia es, a la vez, fenómeno de interacción en el ámbito simbólico, acto comunicativo, lo mismo que toda obra artística e, incluso, los descubrimientos científicos, la propagación pedagógica de saberes y sus aplicaciones tecnológicas en tanto su potencial referativo.
Los sistemas lingüísticos son la manifestación más acabada de la inteligencia humana. No me refiero únicamente a los expresivos que conforman las lenguas o idiomas sino, además, a los que permiten interpretar la realidad y exponerla matemáticamente, y actuar como modificadores sobre esa realidad, por ejemplo, el lenguaje binario, las expresiones algebraicas, las representaciones geométricas, los algoritmos probabilísticos, la programación.
La especialización y el propio desarrollo cultural han propiciado la interpretación fragmentada de un paradigma único que, desde sus orígenes, conforma estructuras inseparables en la naturaleza. Los dimes y diretes académicos en el largo y tortuoso camino de la investigación, han encabalgado en clasificaciones epistemológicas el estudio del Lenguaje Humano que no es más que la transgresión hacia lo social de la inteligencia. Además de que, para el manipulador dominante, es mejor desmembrar lo más posible el modo en que se trata de interpretar la realidad porque así es mejor sesgarla.
Pero si toda harina posee las mismas cualidades esenciales, aquella envasada en costal húmedo servirá mejor para ciertos manjares a diferencia de la envasada en costal seco. Si erróneo ha sido el propósito de desmenuzar el estudio de la comunicación en fracciones capitalizadas desde la semiótica, la psicología, la antropología… alejados de la necesaria perspectiva estructuralista, catastrófico ha resultado el precepto político de convertir la búsqueda de la satisfacción del deseo, de la satisfacción de las necesidades individuales y sociales -inherentes a la condición humana- en esperpento ideo-clasista, en el fomento de un individuo "mínimamente suyo", como Ser Social "pretendible" para la construcción de una presunta sociedad mejor. Y ese indivíduo mínimamente suyo, según el cantar de Silvio Rodríguez, ha sido el sujeto sacrificado por la utopía -el autoengaño- de una sociedad como debería ser -según la interpretación de los que ostentan el poder- y no como en realidad somos.
Es cierto: el propio hecho de que hayamos sobrevivido hasta hoy, nosotros, esta inobjetable Humanidad de nuestros días, demuestra lo absurdo de la aspiración de convertir la aptitud comunicativa, la riqueza cultural gracias a ella emanada, en instrumentos de sujeción con la exterminación espiritual de quienes articulen ideaciones diversas o contrarias.
Sin embargo, el siglo XXI parece ponernos ante la certeza de una desmesurada eclosión cultural -con énfasis en la dimensión tecnológica-, y la paradoja de un abismo nunca antes visto entre poseedores y desposeídos, manipuladores y manipulados, que lo hace a uno dudar, preguntarse hasta cuándo podremos tensar la cuerda entre nuestra natural tendencia a la dominación y nuestra vocación de no ser dominados, sin autoexterminarnos.
Y en medio de todo eso, aparece la Inteligencia Artificial como una megaherramienta que permitirá -ya permite- optimizar descomunalmente el rol de la inteligencia humana, y presentarnos perspectiva de lo real, de lo que somos realmente como linaje, que, probablemente, nunca hemos sospechado. ¿Adónde nos conduciremos cuando, probablemente, la Inteligencia Artificial nos ponga de cara a la lógica de que no somos lo que hemos creído, que nuestro lugar en el Universo no es el que nos hemos creído?
(Continuará)
jueves, 21 de marzo de 2024
Escándalo en la penumbra
Se besan justo al acuando el sol y la luna se saludan. De lejos parecen dos cuerpos más, dos cuerpos cualesquiera próximos al desacato y el escándalo. De lejos no se escucha el palpitar de uno ni puede olerse las feromonas del otro. No se sabe si son dos muchachos desafiantes, o un muchacho y una muchacha sin pudores, o dos muchachas escapadas de si mismas.
En la esquina anterior, el Hombre de Tez Cana ha dejado las miradas divertidas y juveniles de dos combatientes que cuidan la garita de la unidad de guardafronteras, y fisgonean.
El atardecer es tiempo de sombras, de confusiones. El Hombre de Tez Cana camina al encuentro de la pareja: “¡Cuánta indecencia!” masculla. Podría simplemente no mirar, procurarse la largada como cada vez que estuvo de frente a la oportunidad. La vista se le aferra a la imagen de si mismo sesenta años antes cuando no había muro frente al mar, y aquellas feromonas protestaban por todo su cuerpo, rebeldes feromonas que no entendían asuntos de decencia y buen comportamiento, libertarias palpitaciones imposibles de coartar que lo pusieron al borde de la expiación. La vio encubierta tras el velo que dejan la luna y el sol al saludarse, y desde entonces se ha negado a perpetuar esa imagen que ahora reconoce mientras camina hacia el muro, con su tez cana, sus recuerdos y su sólido civismo.
La pareja comparte pieles y versos, dedos conquistadores de honduras y promontorios, y suspiros y la humedad propia con la humedad del mar. El Hombre de Tez Cana pasa justo enfrente de la pareja y susurra: “Mira eso: la juventud está perdida”; sin que los amantes, inmersos en sus afanes y goces, le hicieran el más mínimo caso. Enseguida se fija en El Policía que camina apurado y sudoroso, ajeno por completo al entorno, a unos veinte metros del lugar.
Se apura a pesar de sus años, alcanza al policía y le dice algo que el uniformado no comprende, o simula no comprender.
El sol y la luna se han despedido.
La pareja ha finalizado su excursión a cuevas y promontorios.
El policía toma un vaso de agua sentado en la sala de su casa mientras observa a su mujer en bata de dormir.
Los jóvenes combatientes de guardafronteras se retiran cada uno a su propia ducha y se demoran más de lo habitual.
Sólo el Hombre de Tez Cana respira compulsión y duda: “No sienten respeto por nada ni por nadie”, repite y repite mientras saca una vieja pluma y se dispone a escribir una nueva nota a las autoridades para denunciar la desfachatez.
Cuatro o cinco calles más adelante, La Mujer de Tez Cana sigue preguntándose por qué, aquel atardecer del 21 de marzo, hace más de sesenta años, justo cuando el sol y la luna se saludaban frente al mar... El Hombre de Tez Cana no se atrevió a besarla…
Foto tomada por Osbel Silva. |
lunes, 18 de marzo de 2024
Llueve ¿Otra vez? y una canción de Silvio
Por: Armando Fernández.
(Ese mismo Armando)
Llovió.
Aún llueve.
Primero tímidamente como quien tantea. Luego algo más decidida, la lluvia, no un torrente sino pausada, totalmente en calma, "a plomada", como decían los abuelos. Vertical.
¿Astronómicamente? Aún es una lluvia de invierno. Por el calor, el modo, ya es primaveral. De todas formas al invierno sólo le quedan 27 horas.
Las primeras gotas aplastaron el polvo, lo dominaron. Luego de saturado, el suelo comenzó a correr por las cicatrices de la calle en forma de húmedas hebras hasta la depresión más cercana que llamamos bache.
El bache mayor está frente a mi casa. No me causa orgullo sino preocupación pero es mío, no puedo negarlo. Soy el único que intento rellenarlo. Los responsables de solucionarlo tienen demasiados baches para ocuparse de este.
Pues los baches después de llenos se van interconectado unos con otros a través de finos riachuelos. Los de la vertiente derecha de mi calle, forman una cuenca más corta pero de pendiente más pronunciada. Por eso llegan sus aguas primeras al bache de Armando y, como monopolio al fin, se mueven a su antojo las gotas acostadas: turbias arremolinadas y espumosas.
Luego llegan de la vertiente izquierda. Aunque su pendiente es menor, su cuenca y caudal es mayor y de aguas más limpias. Cuando estas llegan al bache de Armando empujan, dominan a las primeras, las hacen retroceder y, a la vez, se eleva el nivel de la humedad hasta que llega al césped que rodea la calle, y se desparrama.
Césped que cuidan el vecino y Armando, y lo embellecen con plantas ornamentales. No comunales, no vialidad, no gobierno, que sólo cada tres o cuatro meses visitan los ampiroles de la basura. Armando y vecinos mantienen el entorno.
Escampó y poco refrescó después de dos horas de lluvia. Son las 20 horas de un día con 5 de servicio eléctrico. Ahora no hay.
Espero en el portal y recuerdo que un día, en la primavera de 1780, en la aduana de Edimburgo, Adam Smith me dijo: "Armando: no es de la benevolencia del carnicero, cervecero o panadero de donde obtendremos nuestra cena, sino de su preocupación por sus propios intereses. Pero no lo sigas a pie de letra, adécualo a tu entorno".
Nunca he probado sustituir carnicero, cervecero o panadero, por gobernador, intendente y primer secretario. Una noche con luces lo haré. Y volveré a leerme "La riqueza de otras naciones".
Esta es mi opinión.
Ayer hubo protestas en Santiago y Bayamo, según he podido confirmar a través de conversaciones con fuentes testimoniantes. Presumiblemente también las habría en otros lugares y es muy probable que continúen hoy.
Protestar es un derecho constitucional y no debería ser reprimido bajo ningun concepto. Aprecio que el comunicado en X del Presidente haya mencionado las palabras DIÁLOGO y PAZ. Sobre ambos términos, DIÁLOGO y PAZ, El Presidente tiene la responsabilidad, en primerísimo lugar más que nadie, de CONCRETARLOS en todos los ámbitos del país donde la gente cansada decida lanzarse a las calles.
Tampoco deberían los mandantes de la comunicación política caer en la trampa de sólo enfatizar en las causas externas de la enorme crisis actual. Una Mesa Redonda para recordarnos el memorando Mallory, o para argumentarnos el Bloqueo, o las agresiones de los Estados Unidos, no es lo que nuestra gente necesita en estos momentos, lo cual no significa que haya que desconocer esa hostilidad. Pero no puede ser que sean tan torpes los ideólogos y comunicadores políticos que no se den cuenta que el pueblo necesita reencontrarse con la esperanza: el pueblo que no los quiere, y también el pueblo que los quiere necesita reencontrarse con la esperanza. Quienes le devuelvan una porción de esperanza a esta nación, serán los verdaderos líderes...
La única RESPUESTA RÁPIDA que necesitamos en Cuba se denomina: ¡SOLUCIONES! o, por lo menos, ¡ALIVIOS! a nuestras penurias.
Cualquier otra "respuesta rápida" sólo conducirá al desmembramiento nacional. Espero que El Presidente, y sus adversarios que hablan de diálogo pero sueñan con el enfrentamiento y la violencia, lo sepan. Ambos.
domingo, 17 de marzo de 2024
Silvio fotógrafo y una puesta de sol captada por Armando
Silvio fotógrafo de Niurka y Malva, minutos antes del inicio del concierto de ambas en la Sala Cervantes, frente al Prado Habanero.
Y una puesta de sol captada por Armando en la Playa de Varadero, desde Santa Marta, para que siempre haya luz a pesar del apagón...
viernes, 15 de marzo de 2024
Niurka y Malva en concierto
Por: Niurka González Núñez.
Enviado por Mirtha Núñez.
Cuando hablamos de Barroco en la música, pensamos en Alemania e Italia. Nombres como Bach y Händel, de un lado, y del otro Vivaldi o Monteverdi, forman parte de nuestra cultura musical. En el día de hoy hemos optado por abrir este concierto con una sonata del barroco francés, escrita por Michel Blavet, afamado flautista que perteneció al círculo de músicos de la corte de Luis XV. Con esta “Obertura a la francesa”, con refinamiento y elegancia, comenzamos nuestro programa.
Aprovechamos la ocasión para varios festejos: en el segmento que continúa celebramos al maestro Leo Brouwer en su cumpleaños 85.
La Sonata de primavera fue escrita en 2020, dedicada a una servidora. El Equinoccio de Primavera (1er movimiento) nos introduce en un lenguaje en el que el compositor evoca a la naturaleza y sus procesos, en una obra de gran profundidad. A modo de interludio, sigue el Preludio epigramático Nº 1, que Leo regaló a Malva por su 15 cumpleaños. De esta forma nos trasladamos al Amazonas y al Orinoco, al infinito caudal de Nuestra América, con el estreno mundial del primer movimiento de Danza de las Aguas, otrora Mitología de las Aguas, en su versión para flauta y piano, dedicada especialmente a Malva y a mí.
Estamos también conmemorando 100 años de la muerte de Gabriel Fauré. Su Pieza de Concurso fue escrita como un ejercicio de lectura a primera vista, para el concurso de flauta del conservatorio de París. La Sicilienne es una de las partes más conocidas de Pelléas y Mélisande, y su Fantasía Op. 79, dedicada a Paul Taffanel, combina con elegancia y maestría la dulzura y el virtuosismo del instrumento de viento más cercano a la voz humana.
Fauré conoció la obra de Schumann por su maestro Camille Saint-Saëns; se dice que apreciaba su música para piano más que ninguna otra, así que hemos querido intercalar estas Romanzas de Schumann, originalmente escritas para oboe o violín. Fauré fue un gran maestro. Nombres como Ravel, Koechlin, Enescu, las hermanas Boulanger, entre otros, pasaron por su clase.
Por último, dedicamos todo este concierto a otro gran Maestro cubano, formador de grandes músicos: Feliz cumpleaños 80 a nuestro querido Frank Fernández; gracias por la música y por el magisterio de toda una vida.
Programa
Sonata 4 op.2 “La Lumagne” en sol menor, de Michel Blavet (1700-1768)
Adagio
Allemande (Allegro Moderato)
Sicilienne (Lent)
Presto
Le Lutin (Allegro Vivace)
Homenaje a Brouwer por su 85 cumpleaños
Primer movimiento de la Sonata de la Sonata de Primavera para flauta sola Leo Brouwer (1939-)
Preludio epigramático I ** Leo Brouwer (1939- )
Moderato Cantabile
Primer movimiento de Danza de las aguas para flauta y piano
Amazonas y Orinoco **
Entre Schumann y Fauré
Romanzas op. 94 Robert Schumann (1810-1856)
Romanza I Nicht schnell (Moderato)
Morceau de Concours Gabriel Fauré (1845-1924)
Romanza II Einfach, inning Robert Schumann (1810-1856)
Sicilienne from Pelléas et Melisande Gabriel Fauré (1845-1924)
Romanza III Nicht schnell Robert Schumann (1810-1856)
Fantasie op. 79 Gabriel Fauré (1845-1924)
** Estreno mundial, cortesía del Maestro Leo Brouwer y de Ediciones Espiral Eterna
jueves, 14 de marzo de 2024
Corrupción y política en Cuba I
martes, 12 de marzo de 2024
Editorial personalísimo
Aprecio especialmente los lectores-amigos que me conminan a mirarme por dentro. Aquel que, por ejemplo, me hace notar que él ha podido lograr en Estados Unidos los sueños que, al parecer, no pudo en Cuba, y que por eso da gracias a Dios. Como es respetuoso cuando me confiesa que no comprende mis posturas en este blog, ni logra discernir qué defiendo o qué no defiendo, hace que me detenga a pensar en mis propios sueños.
Cuando miro hacia atrás -parece una paradoja, hablar de sueños y, acto seguido, mirar hacia atrás- me veo siempre aferrado a contribuir a hacerle la vida un poco más llevadera a quienes quiero y me quieren aunque, eventulmente, haya descubierto que alguno de los que he querido, en realidad, no me querían. Y no veo que ese empeño -acaso mi sueño fundamental- pueda yo lograrlo -o al menos luchar por lograrlo- fuera de Cuba ni, mucho menos, en los Estados Unidos.
A lo mejor si un día, si llegara el dia, en que un mal gobierno nuestro, combinado con la asfixia que nos produce el bloqueo imperialista, más la presunta decisión de La Caro de irse a vivir a Estados Unidos -decisión que no ha tomado que yo sepa- haría que pensara en esa posibilidad. Pero entonces, por razones prácticas porque estaré viejo y -como pinta la cosa- ciego o casi ciego, sería muy poco probable que me montara en un avión. De tal modo, estoy destinado -quién sabe si condenado- a vivir en Cuba el resto de mis días.
Aquel amigo bendice a América -entiéndase los Estados Unidos-, por ser "la Patria que no le falló". Pone una foto exultante del día en que le otorgaron la ciudadanía de aquella América.
Yo también quisiera que el buen Dios de los Ateos bendiga a América, a la América toda: la de Lincon y la de Bolívar, la de Washington y la de Martí, la de los pieles rojas y los mapuches, la de aquellos peregrinos que dieron gracias a Dios, y también la sufrida que nos contó en sus crónicas Fray Bartolomé de las Casas. La de Félix Varela y la de Martin Luther King.
Admiro a Boby Fischer tanto como a Capablanca y disfruto a Gershwin tanto como a Lecuona. No vi demasiado baloncesto hasta que apareció Le Bron y desde que Messi se fue a jugar al Inter de Miami, por primera vez, me he declarado fans de alguna cosa de aquella ciudad.
Pero mi patria es Cuba, y no aspiro a que Cuba me otorgue otro privilegio que no sea el derecho a amarla y defenderla, y a honrarla con todos los descomunales problemas que enfrentamos. Con apagones que tienen a los mios en Manzanillo cocinando con carbón, con Caro llamándome agobiada porque ni siquiera le da tiempo a cargar el cell de su novio -el de ella se rompió y no he podido reunir todavía para comprarle otro- para poder estudiar en una universidad que ya no tiene libros tradicionales y que los contenidos dependen de la conectividad. Con la incertidumbre en el futuro y a la espera del momento -que cada vez parece más inevitable- en que la colosal resiliencia acumulada por este pueblo se convierta en explosión social, y en daño autoinfringido, a lo peor sangriento.
Con todos esos riesgos y peligros, no permito que ni estos ni aquellos secuestren mi derecho a soñar Cuba, ni por como pienso, ni por conveniencias políticas o económicas, ni porque mañana la balanza del poder se incline hacia un lado u otro.
Como no confundo Patria con sistema ideopolítico, sé que jamás La Patria me fallará, y sólo quisiera no fallarle yo a ella. Y no fallarle significa levantarme todos los días antes del amanecer a luchar viajes en los camiones, a buscar contratos para la mypime en la cual trabajo porque hay choferes con familia, albañiles con familia, operarios con familia con los mismos problemas que la mía, o peores. Y hay que salir a pelear.
La semana pasada conocí al director de una entidad estatal con la cual estamos estableciendo un negocio para beneficio mutuo -eso que le llaman encadenamiento productivo-, como una muestra de confianza me invitó al Consejo de Dirección en el cual decidirían si firmábamos contrato o no. Noté que tomaba mucha agua, que tenía un color de piel extraño, y que la secretaria lo mimaba tal vez demasiado maternal. Al rato quedé con la secretaria a la espera de unos documentos y no pude evitar preguntarle si su jefe estaba enfermo. Ella me respondió que sí, que recien había salido del hospital de ponerse sueros citostáticos, que no quiso acogerse al certificado médico. ¿Por qué? Pregunté yo. "Porque la empresa está dejando pérdidas y esto es una vergüenza para mi. Y porque sin hacer nada en la casa me voy a morir más rápido" -expresó el hombre en voz alta desde su buró.
Hace un par de días supe de un amigo del preuniversitario residente en el extranjero desde hace ya casi 30 años que, de visita en La Habana, quería cumplir el sueño de fotografiarse con Silvio. Se lo conté al trovador y accedió con esa sencillez y bondad que te remite a la niñez de un hombre de más de setenta años. Mi amigo, que gracias a su trabajo además ha viajado medio mundo, se ha puesto tan contento, me ha dado las gracias con tanta efusividad y emoción, que me ha sacado de cierto cansancio y decepción que he estado sintiendo las últimas semanas, ante tantas dificultades agolpadas. Les doy las gracias a él por eso, y a Silvio.
Porque en Cuba conozco gente como ese director de empresa estatal, como mis antiguos compañeros de trabajo de la dirección de cultura de La Lisa o mis actuales de la mipyme. Porque en Cuba me reencuentro con gente como mi amigo que sueña con fotografiarse con Silvio. Porque en Cuba he soñado escribir un libro -que sea malo o bueno, es otra cosa-, y he escrito cinco; en Cuba he soñado asumir los riesgos de mostrarme tal como soy, y lo he hecho. En Cuba he sufrido y me he alegrado, y gracias precisamente a que he vivido en Manzanillo -y a pesar de la distancia-, hace unos años alguien me pidió que le sirviera de guía para reencontrarse con su ciudad, y resultó la mujer de mis sueños; la que más he amado y me ha amado con un amor, que si uno lo ve en una película francesa, cree que no es verdad.
Espero que aquellos que yo entiendo y respeto cuando dan gracias a Dios comiendo pavo, y gritan God Bless America, me entiendan y respeten a mi cuando doy gracias por vivir en Cuba, con frijoles negros carísimos -acaso inalcanzables- y plátanos a puñetazos, a los puñetazos de esta vida entre bloqueo y peor administración, y grito: ¡Viva la tierra que da la caña de azúcar! Aunque, ciertamente, ya no cumplamos el plan de zafra.
domingo, 10 de marzo de 2024
¿Causalidad o casualidad?
Este fin de semana, que parece que todo acabará pronto, recordé la vez que Caro enfermó de neunomía. Sería como el 2015 o 2016. Mi amigo, el doctor Ezequiel, le recetó penicilina pero en ninguna farmacia de Manzanillo había. Un conocido de una amiga me regaló tres bulbos de unas que tenía para sus cerdos pero no era dosis suficiente.
Ese día, por casualidad o causalidad, Israel Rojas me llamó por teléfono. Era un tiempo en que nos comunicábamos mucho más que ahora que vivo en La Habana, y fue inevitable le transmitiera mi preocupación por la enfermedad de La Caro.
Tres días después, en la terminal de ómnibus de Manzanillo, recibí el resto de los bulbos de penicilina enviados por Isra. Unos minutos antes me había llamado y dicho: "...¿Te acuerdas de Carlitos? Compartimos un día con él y su familia. Le comentó a su padre, Lage, que La Caro estaba enferma, y te envía los últimos bulbos que le quedaban, que los tenía guardado por si se le enferma uno de los nietos".
Hoy, que parece como tantas otras veces que todo acabará pronto, he recordado aquel episodio no sé por qué. O sí sé pero no quiero decirlo. Y he decidido compartirles las palabras de Carlos Lage en su setenta aniversario:
sábado, 9 de marzo de 2024
¿Por qué ayudar?
Por: Eduardo Rodríguez Dávila.
Ministro de Transporte de la República de Cuba.
Reconozco que me tomó tiempo escribir este mensaje. Y la demora no por lo difícil, sino por temor a no hacerlo bien, a que sonara a petulancia, autobombo o populismo. Sin embargo, por la utilidad de compartir mi experiencia con los demás, me atreví.
El equipo me pidió estas palabras bajo el pie forzado de esgrimir "algunas ideas de por qué damos botella mientras conduzco o me desplazo en un vehículo oficial, para profundizar en las razones políticas, éticas y humanas que hay detrás".
Cuando recojo a personas en las paradas:
- no pienso en que voy apurado a mi reunión, pienso en los que esperan desesperados la oportunidad de llegar a su destino;
- no pienso en que me ensucien tal vez por dentro el carro, pienso en esa persona mayor que pudiera ser mi madre o mi padre, que a duras penas pueden resistir un minuto más en la parada;
- no pienso en que tengo que recoger a personas de mi trabajo por el camino, simplemente ofrezco el recorrido que tengo disponible, casi siempre a alguien le sirve;
- no pienso si hay inspector o no que controle la cola, pienso en que seguramente dos o tres personas resolverán conmigo su problema;
- no pienso en que quizás personas ajenas compartan el carro con miembros de mi familia, pienso en primer lugar que el carro no es mío y luego, que si no tuviera el carro, esos de ahí afuera serían mi familia y agradecerían la ayuda;
- no pienso en que tal vez se me pueda perder algo del interior del carro, pues precisamente para ayudar sin límites, pongo siempre las cosas en el maletero;
- no pienso en que se pueden romper piezas del interior del carro, pienso en que esas mismas cosas también se les pueden romper a cualquiera de los colegas de trabajo que transporto o a los miembros de mi familia;
- no pienso en si tengo poco tiempo, pienso en quien esperando en una parada tiene a un familiar ingresado o una necesidad impostergable en la que un aventón es cuestión de vida o muerte;
- no pienso en si lo hago o no, si hay inspector o no, pienso en la sonrisa de agradecimiento que recibo después de cada ayuda, y el ejemplo que representa para todos mis colaboradores;
- no pienso en nada más que la suerte que tengo de tener un carro del Estado y la obligación que ello encierra de servir al pueblo, ese que de algún modo contribuye con el carro que yo tengo. Es lo menos que puedo hacer y por lo tanto mi obligación moral, que incluye exigir que otros lo hagan. Y es por eso, en definitiva, que redacto estas líneas.
Pero al igual que yo, hay choferes estatales y privados dispuestos a apoyar a otras personas, siempre que puedan, para que su movilidad sea menos infausta. A cada rato se viraliza una historia de ese tipo en redes. Para los del batallón al que pertenezco, los que paran en las paradas, el reconocimiento. Para los que no lo hacen, nuestro repudio, no debieran tener a su cargo un vehículo del Estado.
En tiempos tan complicados, de tantas carencias, nos salva la solidaridad. Esa que existe en nosotros y la despierta el otro cuando nos necesita. Esa que regresa como boomerán, porque mañana la necesitarás para ti.
Si estas palabras sirven, hago un llamado a fomentarlas y sobre todo la conducta que promueven. La vida es mucho más fértil y feliz cuando la habitamos desde la colaboración, la cooperación, el apoyo, la generosidad. Que nuestras posibilidades de movilidad sean herramientas para servir y cuidar al otro, en tanto construimos una situación mejor en el transporte público. Eso merecemos.
viernes, 8 de marzo de 2024
Preguntas ¿Sin respuestas?
Por más que mi vocación crítica busque cómo refutar este análisis de El Toque acerca de la nota emitida ayer por el Presidente Miguel Diaz-Canel acerca de las actuaciones de Alejandro Gil, no encuentro cómo rebatirlo.
Esta es una de las ocasiones en que, si uno es honrado, se queda sin argumentos para comprender cómo queda nuestro gobierno por más que Diaz-Canel se anticipe en su nota oficial, y plantee qué: "Como es de esperar, el enemigo desatará una nueva campaña propagandística contra Cuba...".
En lo personal, no necesito que el periódico Granma, citando al sitio Razones de Cuba, nos informe que la CIA realiza una operación de inteligencia para inducir más inflación en Cuba con el uso de El Toque, para convencerme de que los adversarios del sistema socio-político cubano traten de aprovechar los trebejos sin protección que deje una pieza tan poderosa como el ex-Ministro de la Economía, presionen las debilidades para articular sus piezas y traten de acorralar hasta el jaque mate.
El Toque, obviamente, especula acorde a su matriz:
El anuncio de un proceso penal contra Gil, después del festival de abrazos de Canel y de la apología de la propaganda, muestra a Miguel Mario como un tonto. Como una persona sin control de lo que sucede en su círculo más cercano. Lo dibuja como alguien incapaz de definir con certeza en quién pone sus afectos y los destinos del país. Pero más que nada, lo muestra —como muchos saben—como una persona sin poder.
Probablemente esta especulación la hagan con la plata que le ponen quienes apuestan porque nos matemos entre nosotros, nos desmembremos como nación hasta un punto de no retorno -como Yugoeslavia, Irak, Libia, Afganistán, Haití- para luego venir a "reconstruir", y recoger los jugosos frutos de la "inversión". Pero, más allá de esta acotación no menor, uno se pregunta: ¿Cómo va a refutar tal especulación la prensa de izquierda, la militancia revolucionaria, sobre la base de los hechos y no de una supuesta fe popular mayoritaria en los valores de nuestros dirigentes que, otra vez, está en entredicho?
El periodista, vice-presidente de la UPEC y diputado a la Asamblea Nacional, Francisco Rodríguez Cruz, se ha sentido traicionado, y ha escrito su perfil de facebook: "Y yo que salí a defenderlo. Qué papelazo. Pero nunca me arrepentiré de creer en lo mejor de las personas..." Personalmente me ha parecido admirable esa postura por la honradez de reconocer que se ha equivocado, y así se lo he hecho saber pero no puedo dejar de preguntarme adónde a ido a parar la probidad, la transparencia y la eticidad -que no la ética pues usada como sustantivo nombra una disciplina filosófica, no los modos de comportamiento- de las estructuras políticas y gubernamentales, a tal punto, que un diputado se vaya con "la de trapo". ¿Qué profundidad tienen las rendiciones de cuenta de los altos dirigentes ante El Soberano -representado por El Parlamento- que en diciembre un tío es ponderado por su esfuerzo y dedicación, en febrero es defendido por un medio fundamental controlado por Comité Central del PCC, como Cubadebate, por una Premio Nacional de Periodismo, y en marzo se anuncia que: "Como resultado de una rigurosa investigación se determinaron graves errores cometidos..."?
No por morbo ni curiosidad malsana, me pregunto: ¿Cómo se sentirá Arleen Rodríguez Derivet al conocer el contenido de una nota que, es de esperar, pasó por el mismo equipo de comunicadores al que ella pertenece, y que desmiente un espacio creado, precisamente, para desmentir fake news? Pero este es un asunto subjetivo, relativo a la intimidad de una Ser Humano en la cual no resultaría elegante hurgar demasiado.
¿Cómo van a responder ahora a la especulación de El Toque, a una matriz cada vez más visible y argumentada -tengo que admitirlo- de que hay una especie de suprapoder de facto en el país, superior al del mismísimo Primer Secretario del PCC?
Me declaro incompetente para responder a esa cuestión consciente de que nada significo en el concierto de una nación. Pero: ¿Y los medios fundamentales de comunicación controlados por el Partido por mandato constitucional? ¿Cómo van a responder ante eso? ¿Con el silencio? ¿Con la evocación de una fe del pueblo en la dirigencia que cada vez está más debilitada dado los resultados de su gestión?
¿Qué periodista revolucionario, militante comunista, le va a solicitar una entrevista al Presidente, o al Primer Ministro -a la sazón jefe directo de Gil- para que aclaren si hay relación entre los "graves errores" del destituído y la debacle de la economía cubana a partir de medidas y contramedidas que, todos suponemos, se consensaban en las estructuras gubernametales y políticas? ¿Esas respuestas se publicarán en los medios de la Revolución cuyos preceptos estipulan: ¡No mentir jamás ni violar principios éticos!?
¿Qué lecciones sacan nuestras estructuras de comunicación política de esto? ¿Las harán públicas, al menos, entre la militancia?
Mis interrogantes no son las de un tipo que se presta para ninguna campaña aviesa. A solas con su almohada, cualquier revolucionario que, incluso, su tarea militante sea cuestionarme por hacerme estas preguntas y citar al Toque en este blog... A solas con su almohada, estoy casi seguro, tendrá las mismas dudas.