Dierny

 Se gradúa Dierny. 

Lo conocí virtualmente a través de La Caro con quien estuvo en la zona roja. El día que llegaron al centro de aislamiento aquello era un desastre: la basura sin recoger por dias se acumulaba a la entrada del lugar, las "tías" no querían subir a llevarle la comida a los enfermos por temor a contagiarse, no había suficientes medios de protección... Y Dierny, testarudo y rebelde, se echó sobre sus juveniles hombros el reto de representar a sus compañeros y organizar todo aquello. 

 Vino a Cuba del Congo Brazaville a estudiar medicina. Alguien me contó que estuvo en aquella bronca de sus nacionales que salió en las redes, con la que quisieron hacer la zafra los odiadores. No sé si sería verdad pues jamás le pregunté. Sólo sé que tiene consigo alma de ayudador, pecho solidario y andante, y así fue a dar a Manzanillo. Y así hoy le abrazan los que han sido sus compañeros. Y algunos lloran pues ya lo extrañan.

Que con su mezcolanza de inglés, francés y español entiende los vericuetos del espíritu, aconseja con juvenil y ancestral sabiduría, y repasa  a los estudiantes de otros años de la carrera -incluida La Caro- y se sienta en el Cuerpo de Guardia a calmar a los familiares de sus pacientes.

Que su estómago nunca se acostumbró al modo en que sazonan los alimentos en la Facultad de Ciencias Médicas de Manzanillo, y una noche -al menos una noche que yo sepa- pasó hambre al no encontrar, en plena pandemia, nada abierto donde comprar comida en los alrededores de la universidad. Porque Dierny ha saboreado  hambres a pesar de que ha subido a la Tour Eiffel y ha caminado por la plaza de la concordia. 

A veces, en la madrugada, yo escribía o leía, y Dierny estudiaba. Entonces me contaba de su familia, de su decisión de hacerse médico en ese misterio que, para él -y para nosotros aunque él no me crea- es Cuba. 

Así, por teléfono, me abrió su corazón con mezcla trilingüi de francés, inglés y español. Supe de sus sustos -seguro los mismos de todos los jóvenes del mundo- y de sus sueños, de su abuelo escritor, de la sequía en su país, de despertares y búsquedas en la pobreza material y la riqueza del alma.

Una de esas madrugadas le envié el video de un concierto de Silvio, de 1996, en el cual canta  Sin tu latido a dúo con Aute, y Dierny me escribe:

- Todo se hace por un hermano. Hasta cantar en un tono más bajo que no te queda....

En unas horas Dierny se montará en su avión. Irá con los suyos, a ejercer la medicina aprendida en Cuba como la cuestión mas natural del mundo. Irá a su tiempo de descubrir y fundar.  

Nunca nos hemos visto presencialmente. 

El muy cabrón me dice "Padre".

Suerte mijo,  suerte.